Cualquiera que sean los diferentes factores involucrados y lo mucho menos poblado que era Chile, en relación a los balances de las Fiestas Patrias no se ve ningún avance entre 1940 y 2024. (¡84 años!)
Es lo que podemos constatar al ver un editorial del 21 de septiembre de 1940 en que El Diario Ilustrado hace un análisis de las muertes provocadas en dichas celebraciones, con el nombre de Balance trágico.
Así, señala: “En el transcurso de los días 18 y 19 ocurrieron no menos de trece o catorce agresiones a cuchillo o a bala, la mayor parte de ellas con resultados trágicos, lesiones graves, y, a veces, la muerte del afectado. Y muchos de los agresores huyeron o desaparecieron antes de poder ser detenidos por la policía. En los mismos días numerosísimos atropellos causaron otras tantas víctimas”.
Y agrega: “Las agresiones, las balas, las cuchilladas, lo mismo que los accidentes y los atropellos, son hijos legítimos del uso inmoderado del alcohol, a que tan aficionado es, por desgracia, nuestro pueblo. No se ha formado en nuestro país la costumbre de la alegría sana, de la alegría natural, que no necesita del estimulante tóxico para nacer y manifestarse. La alegría, entre nosotros, como decía un escritor, ‘está embotellada’”.
Y sus conclusiones no dejan de parecernos actuales: “Menester es, entonces formar el hábito de divertirse sin necesidad de embriagarse y convertirse en una fiera de instintos incontrolados. Y ojalá la impunidad en que este año han quedado los hechores sirva para redoblar en años próximos el celo de los agentes del orden público, encargados de resguardar la vida de los habitantes”.
Y eso que en ese tiempo no existía el crimen organizado en torno al narcotráfico como ahora.
Aunque, por cierto, dada la orientación conservadora del periódico no se hace siquiera mención de varios factores de fondo que estaban presentes tanto en ese tiempo como ahora: el extremo individualismo, autoritarismo, sometimiento, desmoralización e injusticia social de la sociedad chilena, factores que ciertamente contribuyen a incrementar enormemente -en ocasiones de menor control social como las celebraciones masivas- las conductas autodestructivas y antisociales.