Por Ana Lucía Calderón

Hace un par de semanas atrás, EEUU acusó a RT y a otros medios rusos de hacer exactamente lo mismo que los grandes poderes mundiales han hecho desde siempre, es decir, usar dinero para financiar las campañas por medios de comunicación, internet, redes sociales y hasta de boca en boca. Promover los puntos de vista desde su lado, eso que ahora llaman “desinformación”. Porque a Rusia le pasa como dicen esos famosos versos llaneros colombianos “y a mí sólo se me nota”. Todos en este mundo capitalista hacen negocios y utilizan todas las argucias posibles, los demás son aplaudidos por buenos negociantes, pero Rusia es acusada de tramposa. A ella sólo se le nota. Cuando navegamos por las redes encontramos que todos los periódicos, videos, opiniones, blogs, son patrocinados por grandes medios de comunicación que se disfrazan de pequeños e independientes para aparentar que existe la competencia y la posibilidad de brindar otros puntos de vista, o sea, para embaucarnos con su famosísima libertad. Por supuesto que existen los medios independientes, pero son la excepción en este mundo completamente tomado por el poder corporativo. Es como las bebidas gaseosas, existirá alguna pequeña empresa de esos productos hoy, pero a la gran mayoría se las tragó la súper corporación que se disfraza de muchas marcas con diferente diseño o apariencia de no pertenecerle.

Rusia definitivamente no tiene ningún derecho de expresar su voz ni su versión de la historia porque EEUU y sus aliados dice que no lo tiene y fin de la historia. A la semana misma de haberse pronunciado y desarrollado esa polémica con RT y sus directivos, la corporación META excluyó a los medios rusos de todas sus plataformas, que ya tenían la marca de la peste negra rusa, para que la gente estuviera advertida: “en esto puede haber muchísima desinformación, ¡mucho cuidado!”.

Y es que el argumento respecto al grave peligro que genera la desinformación, es decir, la información que proviene de otros lados del mundo, o de otras posturas políticas, ideológicas o religiosas, es que ese peligro tiene que ver con la influencia de que llegue a impactar al mundo occidental “civilizado y pacífico”. No sólo es peligroso exponerse a una versión rusa, sino también a la versión de otros países, de esos del eje malvado.

Aquellas sociedades pacíficas, libres, civilizadas, progresistas, inclusivas de Europa y EEUU, donde la gente no muere por revueltas, o tiroteos en escuelas, ni bombardeos de sus vecinos, que tampoco sufren hambre ni falta de servicios de salud pues ese estado social de bienestar es absolutamente perfecto, se ven impactadas por la propaganda del Kremlin. Y apenas reciben esas noticias, de una vez piensan que están siendo gobernados por corruptos que hacen leyes para robarles sus impuestos, otras veces creen que sus santas instituciones democráticas están involucrados con redes de prostitución de menores, tráfico de drogas o inmigración ilegal. Los convencen de que sus ciudades están infestadas de criminalidad, inseguridad y drogadicción. Realmente la desinformación les deforma todo un entorno tan armonioso, que por eso tienen que bloquear cualquier medio ruso, o que huela a ruso, por precaución, para que su mundo perfecto e ideal no se vea manipulado. Si no me creen, escuchen a Ursulita Von der Leyen.

Pero es que esta guerra contra los medios rusos tiene un capítulo anterior al de estas semanas de septiembre. Rusia también fue implicada en los disturbios que vivió el Reino Unido en el mes de Agosto. La razón por la que fue relacionada con estas protestas que catalogan de racistas, es que además de que Rusia siempre va a tener la culpa, en varias publicaciones de Telegram y del mismo RT, se entregó un dato que no era “completamente” acertado. El 29 de julio de 2024 un hombre de 17 años apuñaló y asesinó a tres niñas y a otras personas más, hirió. Axel Rudakubana es un ciudadano británico, hijo de refugiados ruandeses. La “terrible desinformación” consiste en que se dijo que era un migrante que estaba pidiendo asilo, lo cual no era cierto. Se trataba era de un ciudadano británico, como si ese hecho de tener la ciudadanía, fuera a cambiar la rabia de la gente por saberlo de origen africano y asesino. Según todos los medios pagados por los gobiernos que sostienen el gobierno genocida de Israel y de otros tantos, los disturbios y la ira de la gente se produjo por la desinformación promovida por los medios rusos y por telegram, además de que acusó a la extrema derecha y a las organizaciones racistas y nazis de la violenta respuesta social.

Curioso argumento cuando ellos mismos patrocinan a batallones nazis ucranianos como los de Azov. A veces los nazis no les gustan, como cuando actúan en las calles inglesas, pero son héroes cuando aterrorizan a poblaciones rusas, como en Mariúpul.

Estuve leyendo y escuchando muchísimos argumentos de lado y lado. Tanto los de los antimigración y los de los pro-migrantes. Ninguno es inteligente porque el odio nunca lo es. Detrás de estos disturbios está la mano negra terrorista mundial. Esa que se alimenta del conflicto, de la ira desmedida y desordenada, del caos. Esa fuerza que está en el poder alimentándonos con fantasías estúpidas en sus corticos videos para que no veamos por la ventana de la realidad. Detrás de los disturbios sí está la ignorancia. A la ignorancia no la llaman desinformación. Tampoco al individualismo ni a la insensibilidad.

Desde que regresó al poder el partido laborista, la supuesta “izquierda”, introdujo nuevas leyes que afectan a la clase media inglesa, entre otras cosas, retirándole el apoyo y el subsidio a las familias inglesas de más de 3 hijos, lo que desestimula y hace inviable la familia grande. Pero, por otro lado, las familias migrantes llegarán con todos sus miembros y serán aceptados como refugiados, con todas sus ayudas y subsidios. Desde este punto de vista es entendible que haya reaccionado esa población blanca inglesa, originaria y tildada sin juicio, de racista y extremista. Muchos de los que salieron a protestar, lo hicieron por las nuevas medidas y por las anunciadas.

Por otro lado, es cierto que los ríos de migrantes y miserables que buscan un mejor lugar para sobrevivir, lo hacen exactamente buscando eso, supervivencia. Lo cual busca equiparar a ese antiguo habitante del país que tenía un privilegio, una calidad de vida y que de repente compite con quien nada tiene en sus manos y está dispuesto a regalarse por cualquier trabajo paupérrimo.

Nos encontramos ante el enfrentamiento de las víctimas, todas, de un sistema que quiere, a unos, arrebatarles lo logrado por décadas del siglo 20 y por las luchas de cuando existieron y sirvieron de algo los movimientos sociales, contra los que desesperados y en la más degradante condición, llegan a otra cultura donde ni la enriquecen porque no se mezclan, sino que los rebaja y corrompe, ni mucho menos la respetan o la aceptan porque no pueden comprenderla tampoco.

Para ser un migrante que se integre y sea capaz de transformar y hacer crecer la sociedad a donde llega, debe tener unos valores y una calidad humana que respete el sitio a donde va a vivir. Debe haber amor por ese país, por su sociedad. Y es evidente que desde la terrible precariedad de las condiciones de la migración actual, por desesperación, no se escuchará más que las quejas actuales.

Porque la promoción del lumpen siempre es beneficio para el poder. El que tiene un poquito sólo necesita defender ese poco que obtuvo del que absolutamente nada tiene y está dispuesto a todo por ese algo.

Es por eso que ni con todo el poder que pueda llegar a tener la Federación de Rusia, es imposible que sea capaz de causar semejante caos y semejante decadencia que hoy son las causas de toda la ira, la rabia y la violencia que envuelve la vida diaria de ese Primer mundo, que se hizo Primero a costa de destruir a todos esos pueblos que hoy, desde la más inmensa desolación buscan una oportunidad allá, en esa moribunda Europa.

El pequeño detalle desinformador, de que el asesino era ciudadano británico, no es capaz de comenzar una escalada de odio ni de protestas. Muy en cambio sí es bastante conveniente para el poder totalitario globalista occidental, generar un ambiente caótico y desesperado para todos, con el fin de que pidamos, roguemos, supliquemos: dennos golpes, represión, mano dura, tortura, leyes brutales, tiránicas, y entreguemos nuestras libertades mínimas, como las de tener derecho a leer un otro punto de vista, una otra forma de ver las cosas.

Según como entiendo y conozco a este Occidente, habiéndome tragado toda la propaganda y el legado de su cultura, es evidente que el único responsable de toda violencia, resentimiento y odio que hoy se promueve en las redes sociales, como el reflejo de esa creación colectiva occidental, incluida la visión totalitaria, obtusa y fascista de uno y de otros en las protestas pasadas en el Reino Unido y de la interpretación de la libertad de prensa y de la información, es muy simple ver a los verdaderos culpables, los que salieron fortalecidos y beneficiados. “Cualquiera que se involucre en el desorden -sin importar su motivo- sentirá todo el peso de la ley”, dijo Kier Starmer, el primer ministro y así terminó todo… Pero por supuesto, todo fue culpa de Rusia y sus medios son los únicos que pagarán los platos rotos: cancelación.