Un 31 de agosto de 2006, en la Feria del Libro de la ciudad argentina de Rosario, Silo presentaba su obra Apuntes de Psicología.
El material, así comenta el autor su composición, “es una recopilación de cuatro apuntes tomados en fechas y lugares bastante distantes entre sí”. El primer apunte se produjo en Corfú, Grecia en 1975; el segundo, en Las Palmas de Canarias, España en 1976; el tercero, también en Las Palmas en 1978 y el cuarto en el Parque La Reja, Buenos Aires en 2006.
En el inicio de su presentación, Silo traza de manera sintética el punto de vista de su concepción, netamente existencial, marcando diferencias con otras líneas de análisis psicológico y ofreciendo en apenas una frase, y casi al pasar, una poderosa definición de ser humano.
“Al decir anteriormente que nuestra concepción del psiquismo humano “no parte de la materialidad”, nos emplazamos en una dimensión cercana a la del análisis existencial que pone a la conciencia en el plano explicativo de la intencionalidad y finalidad, y que descarta también toda apelación a lo inconsciente para comprender distintos fenómenos como las producciones oníricas y aun las subliminales. Debo agregar que esta Psicología no es ajena a nuestra visión antropológica general que entiende al ser humano como «ser histórico cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza».
Significativas explicaciones se darán en los párrafos siguientes, fundamentando la posibilidad de elección, libertad y transformación de la especie humana hacia la superación del dolor y el sufrimiento.
“En Psicología I, se estudia al psiquismo en general como función de la vida en relación al medio. En el caso del ser humano ese horizonte se amplía para llegar al mundo de los significados y de los hechos significativos proyectados a futuro, capaces de superar los diversos determinismos en dirección a la elección y la libertad. La tensión básica para superar el dolor y el sufrimiento presentes en la vida configura un comportamiento que se orienta por imágenes y que no se limita a los simples reflejos de huida como puede suceder en el mundo de la vida natural. La violencia de la naturaleza que actúa sobre el cuerpo, externa e internamente, se registra en los seres vivos como dolor, pero es en el ser humano donde se gesta la imagen de posibles situaciones futuras que terminan guiando un quehacer característico.”
Aquí se devela ya la relevancia y bondad en la actitud del pensador. La incursión en la complejidad de los fenómenos mentales y su explicación a amplios públicos, tiene por objeto la superación del sufrimiento humano.
En Psicología 2 se desarrolla la Teoría del Espacio de Representación. La novedosa noción aborda la necesaria espacialidad de los fenómenos de conciencia y la ubicación de los mismos y del observador o “mirada”.
Como suele suceder en el abordaje de estas categorías, el tema del espacio de representación llevará a preguntas fundamentales por el tiempo de representación.
Este tiempo es radicalmente distinto al tiempo lineal con el que solemos apreciar el acontecer de los hechos externos y nos conduce a comprender la dimensión de un tiempo complejo, en el que se entrecruzan y operan “la rememoración, la evocación y hasta el simple discurrir que apela a datos anteriormente adquiridos y a futurizaciones o posibles direcciones del pensar.”
Este descubrimiento tiene importantes implicancias, ya que deja ver que no solo el pasado – o lo que uno imagina ha sido el pasado – incide en nuestro modo de ver y vivir las cosas, sino también la imagen de futuro posible. Cuestión que nos abre el escenario personal y social, una vez más, a la posibilidad de modificar aspectos del presente en base a una intención convertida en imagen clara y brillante.
Pero lejos de quedar recluida la tarea en el recóndito mundo de la psique, Silo destaca que todo cambio interior verdadero, se manifiesta finalmente en la conducta cotidiana, cuya acción en el mundo es la que da valor a los cambios de dirección operados interiormente.
En el transcurso de la presentación, Silo aborda esta cuestión central para toda su obra al comentar el contenido de Psicología III, cuyo contenido está referido a fundamentos para las técnicas conocidas como catarsis y transferencia, diciendo:
“Muy por encima de toda técnica de Operativa, es la acción en el mundo la que da valor y dirección a los cambios que se producen en el psiquismo. La comprensión de este punto ubica a nuestra Psicología en el nivel que le corresponde, es decir, en el nivel de la vida cotidiana.”
Característica de toda la obra siloista es el firme propósito de franquear las murallas que rodean habitualmente a las torres de marfil de encumbrados académicos, para beneficio de la y el ciudadano de a pie. Es posible que este hecho, junto a la sencillez, pero a la vez precisión de lenguaje, hayan sido dificultades para quienes, acostumbrados a palabras complejas, no hayan sabido (o querido) apreciar la potencia conceptual de Silo.
Algo similar a lo sucedido en otros campos del pensar y de la acción colectiva, en la que el Humanismo Universalista – la original corriente de pensamiento fundada e impulsada por Silo desde los años 60’ – todavía aguarda, activamente, la superación de prejuicios para abrirse al momento de su reconocimiento masivo como doctrina de liberación.
Más adelante en aquella conferencia, Silo deriva, de modo muy original, de la convergencia o la contradicción entre los impulsos que circulan en la conciencia, una clara orientación moral de las acciones, colocando la necesidad de dirigirlas hacia la unidad entre lo que se piensa, se siente y se hace:
“En general, las acciones humanas están tocadas por la convergencia o la contradicción entre impulsos y esto es lo que va formando el comportamiento y la personalidad. La convergencia o la contradicción entre impulsos.”
A lo que añade: “Ejemplificando, cuando un conjunto de acciones personales está lanzado con el registro interno de oposición entre lo que se hace y lo que se piensa y siente, sufrimos una situación mental contradictoria y dolorosa que, como tal, queda grabado en memoria. Inversamente, los actos que se registran convergiendo entre sí, convergiendo entre sí… porque hacen coincidir lo que se piensa con lo que se siente, contribuyen a formar un comportamiento de fuerte unidad interna que grabándose en memoria, predispone positivamente y en profundidad hacia las futuras acciones. Este punto, de gran importancia, nos permite sacar consecuencias prácticas y establecer una tabla de valores y de conducta en la vida cotidiana.”
Si ya en los primeros 3 apartados que componen la obra, se encuentran conceptos revolucionarios, es en Psicología IV en donde Silo corona la exposición conectando con la posibilidad de ir más allá de la mecánica habitual y determinada de la conciencia, en un salto a la indefinición y la búsqueda de una transmutación hacia nuevos significados profundos.
Silo brinda una magistral descripción de esa singular paradoja que es el “yo”, diciendo:
“Desde luego que la noción del “yo” pertenece también al ámbito de la conciencia aunque se cuestione su realidad. Y entrando en la discusión, se dijo que “el registro de la propia identidad está dado por los datos de los sentidos y de memoria más una peculiar configuración que otorga a la conciencia la ilusión de permanencia, la ilusión de permanencia… no obstante los continuos cambios que en ella se verifican. Esa configuración ilusoria de identidad y permanencia es el ´yo´”.
Precisando más adelante que “Es claro que existe para la conciencia el registro y la noción del propio yo, pero comprendemos que se trata de una estructuración variable dependiente de la situación de los sentidos, de la memoria y de la posición de la atención en el espacio de representación.”
“A estas alturas del desarrollo de Psicología IV”, señala más adelante el autor, “se llega al parágrafo de las “estructuras de conciencia”. Y desde la mención de distintas estructuras de conciencia estudiadas por distintos autores, como “la “conciencia desdichada”, la “conciencia angustiada”, la conciencia “emocionada”, la conciencia “asqueada”, la conciencia “nauseada”, y los estados alterados de conciencia, Silo llega al análisis de la estructura de “conciencia inspirada”. En sus palabras, “una estructura global de la conciencia en la que surgen intuiciones inmediatas de la realidad” y que “aparece en grandes campos como la Filosofía, la Ciencia, el Arte y la Mística, pero también aparece cotidianamente en las intuiciones o inspiraciones de la vigilia, del semisueño y del sueño paradojal.”
“Es en la Mística especialmente, donde la búsqueda de inspiración ha hecho surgir prácticas y sistema psicológicos que han tenido y tienen desparejo nivel de desarrollo.“, dirá.
Entonces, sin apelar a formulismos incomprensibles, y despojado de todo exotismo lingüístico, Silo invita en este párrafo final de su intervención a descorrer el velo de lo aparentemente incognoscible y aventurarse en una búsqueda de sentido definitivo.
Así dirá: “Es de observar que algunas de esas técnicas logran la sustitución del propio yo por otra entidad espiritual o divina y en base a esas imágenes que se van profundizando en el espacio de representación, se toma contacto con otro estado o tal vez con otro nivel de conciencia al cual nos referimos con la designación de “Lo Profundo”. La investigación de esta posibilidad del psiquismo queda abierta en el tramo final de nuestros Apuntes de Psicología.”
De esta manera, Silo conecta en un mismo hilo psicología y mística, mostrando el camino para adentrarse en los interrogantes más profundos de la vida humana.
A continuación, la presentación íntegra.