Cada 13 de agosto marca en la República Centroafricana (RCA) el día en que el país se independizó de Francia en 1960.
Sin embargo, sus habitantes tienen pocos motivos para celebrar. A pesar de albergar ricos depósitos de uranio, petróleo, oro y diamantes, la república se encuentra entre los países menos desarrollados de África en términos socioeconómicos, a lo que se suma una guerra civil que ya dura más de once años.
Hay fuertes tensiones en la población en razón de la identidad religiosa entre musulmanes y cristianos, así como un antagonismo histórico entre los agricultores y los grupos nómadas.
Sin embargo, diversos analistas indican que el factor determinante del conflicto es la lucha por el control de los diamantes y otros recursos minerales, a lo que se suman permanentes intentos secesionistas y la puja por influencia entre el anterior poder colonial de Francia y la participación de Rusia en el escenario africano.
Más de 1,1 millones de personas han huido de sus hogares en un país de unos 5 millones de habitantes, la cifra más alta jamás registrada en el país. En la actualidad, la mitad de los niños del país carecen de acceso a la atención sanitaria, y casi el 40% sufren desnutrición crónica. Muchos también se enfrentan a un acceso inadecuado a agua limpia, saneamiento y alimentos nutritivos.
Está a la vista la necesidad de que en este aniversario de la independencia, algo nuevo suceda en el corazón de este pueblo azotado por tan diversas penurias y surja un nuevo tipo de rebelión, esta vez no en contra de las demás personas, cualesquiera sea su pertenencia étnica o religiosa, sino contra la violencia, la fatalidad y el sufrimiento.