Por: Manuel Baquedano M., Presidente del Instituto de Ecología Política
Tranquilo, tranquila. Nadie te pedirá que abandones de un día para el otro el paradigma de la producción, donde la satisfacción de tus necesidades se realiza a través del mercado o del Estado. Sin embargo, debes tener en cuenta que este cambio llegará inexorablemente y que será guiado por la naturaleza en un proceso que estará fuera del control humano.
Durante 2023 el planeta alcanzó una temperatura de sobrecalentamiento de 1,5°C. Esta cifra es exactamente la misma que la ONU consideraba como límite máximo para 2030. Incluso la superamos en el primer semestre de 2024. Según el observatorio meteorológico de la Unión Europea, Copernicus, la temperatura de sobrecalentamiento alcanzó los 1,62°C sobre la época preindustrial.
Los científicos del IPCC, un organismo científico intergubernamental, dirán que esto puede ser una anomalía, es decir, que puede ser la única vez que se presente un aumento de temperatura semejante. Para muchos de ellos, habría que esperar que el aumento se mantenga por al menos diez años para confirmar el sobrecalentamiento permanente del planeta. Recién ahí se podría cambiar el estándar de base de la temperatura que actualmente es 1,2°C.
Sin embargo, los científicos “libres”, que no dependen de los gobiernos ni de la ONU y que tienen como líder al famoso académico James Hansen, que por 35 años dirigió el programa del clima en la NASA, opinan distinto. Según ellos, la actual temperatura representa un fenómeno anormal que está fuera del control de los seres humanos. Además, advierten que el aumento de temperatura está creciendo de forma exponencial.
De esta manera, podríamos alcanzar los 2°C grados en las décadas del ´30 o ´40. Como dice la ONU, el planeta ha entrado en un “territorio desconocido” para la ciencia. De hecho, en la última semana de julio de 2024, la humanidad experimentó los días más calurosos de los últimos 100 mil años.
Frente a esta situación, no nos queda otra opción más que prepararnos para la adaptación profunda, con la esperanza de sobrevivir y construir una nueva civilización centrada en la habitabilidad del planeta.
El paradigma de producción dominante está asociado al bienestar material a través del consumo creciente de mercancías. Este paradigma es impulsado por ideologías diversas como el liberalismo y el marxismo. Ambas consideran que el progreso de la ciencia y la tecnología es imparable. En cambio, el nuevo paradigma de la habitabilidad está centrado en la aceptación de los límites de la naturaleza. Según este paradigma, la actividad humana debe desarrollarse dentro de estos límites y, para lograrlo, debemos decrecer y adaptarnos profundamente.
El decrecimiento ocurrirá de todos modos, ya que la naturaleza se está defendiendo de la crisis climática y ecológica provocada por los humanos. Sin embargo, el decrecimiento puede ser caótico o planificado, si comenzamos por eliminar las mercancías superfluas. Esto es lo que propone el nuevo paradigma de la habitabilidad.
Quienes logren superar este escenario no deseado, caracterizado por una etapa de sobrevivencia, tendrán la oportunidad de construir una nueva civilización.
Como lo hemos dicho en otras ocasiones, tenemos varias tareas para llevar a cabo. A nivel nacional, el Estado debe reconocer la situación y declarar la emergencia climática. Los municipios, por su parte, deben buscar la autosuficiencia en materia de agua, alimentos, energía, salud y seguridad. Y nosotros, los seres humanos, tenemos que comenzar a prepararnos para la nueva situación. Podemos partir por armar y tener a disposición una mochila de emergencia de 72 horas que nos permita hacer una evacuación en un escenario caracterizado por un evento climático extremo.
La premisa es volver a reconectarnos con la naturaleza. Como señala el filósofo francés Bruno Latour en Cómo habitar la Tierra (2023): “Para que esté completa la Tierra que se mueve de Galileo, habría que añadirle la Tierra que se conmueve de [James] Lovelock”.
Empecemos a prepararnos antes de que sea demasiado tarde.