La importancia de brindar apoyo emocional, asistencial y educativo sobre la muerte y el duelo a personas privadas de libertad

En un entorno caracterizado por la rigidez de las normas y el aislamiento social, los centros penitenciarios pueden beneficiarse enormemente al implementar programas de apoyo emocional, asistencial y educativo sobre la muerte y el duelo. Estos programas son esenciales para mejorar la calidad de vida de los internos, quienes a menudo enfrentan una profunda sensación de duelo, ya sea por la muerte de un ser querido, de un compañero o por el aislamiento que experimentan en relación con el mundo exterior.

El bienestar de los reclusos está directamente relacionado con su capacidad para manejar estados emocionales complejos, como la ansiedad, la desesperación, la tristeza y la apatía, emociones que son comunes en la vida carcelaria. Sin un adecuado apoyo, estas emociones pueden intensificarse, contribuyendo a problemas más graves, como el suicidio, una realidad alarmante en muchas instituciones penitenciarias.

Brindar apoyo emocional y educativo sobre la muerte y el duelo en estos contextos significa ofrecer a los internos herramientas para afrontar el dolor y las pérdidas. Estos talleres son vitales en un entorno donde el contacto con el mundo exterior es limitado y las noticias de la muerte de un ser querido o la propia desesperanza pueden tener un impacto devastador.

La educación emocional no solo proporciona recursos para gestionar estas emociones, sino que también tiene el potencial de transformar la dinámica interna de las prisiones. Fomentar la empatía, la autorreflexión y el autocontrol puede contribuir a la creación de un ambiente más pacífico y colaborativo. Esto no solo beneficia a los reclusos en su vida diaria, sino que también sienta las bases para una reinserción social más efectiva.

Desarrollar competencias emocionales es, por tanto, clave para el bienestar integral de cada interno y, en última instancia, para su capacidad de reintegrarse en la sociedad.

Sin embargo, surge una pregunta fundamental: ¿Estamos dispuestos, como sociedad, a invertir en el bienestar emocional de aquellos que están privados de libertad?

Invertir en la educación emocional y en el acompañamiento al duelo dentro de los centros penitenciarios no solo beneficia a los internos, sino que también contribuye a una sociedad más justa y compasiva.

 

María Silvina González Astobiza es Diplomada en Tanatología Asistencial y Educativa. Doula de Fin de Vida. Fundadora de Sentir y Acompañar y, de Resilio & Vita. Facilitadora de los Programas: Jugar y aprender: muerte y duelo en Colegios y de Lazos Vitales. Coordinadora del Grupo de Apoyo: Duelo por Suicidio. Facilitadora de Death Café Málaga. Co-coordinadora del “Ciclo de Conversaciones”