Desde la Red Humanista de Noticias de Salud REHUNO Salud ponemos en marcha un lugar de intercambio donde encontramos una nueva mirada sobre la vida cotidiana basada en una psicología experiencial y existencial (la Psicología del Nuevo Humanismo), y que da unas propuestas concretas de trabajo personal para llegar a un sentido pleno de nuestra existencia y a una vida libre de sufrimientos innecesarios. No es, por tanto, una psicología terapéutica ni que trate sobre ninguna patología, sino que va dirigida a cualquier persona que quiera comprenderse a sí misma y tener herramientas, si así lo desea, para iniciar un cambio positivo en su vida. El bienestar psicológico es sin duda una de las bases de la salud integral, por ello es un aspecto al que hay que atender. Te invitamos a poner en práctica estas propuestas y también a que te comuniques con nosotros y nos cuentes tu experiencia. ¡Escríbenos!
Por Jordi Jiménez
¿Quién no se ha enfadado alguna vez en diferentes momentos de la vida cotidiana? Que levante la mano. ¿Nadie? Claro, enfadarse de vez en cuando es lo normal. Incluso enfadarse cada día en algunos casos. ¿Y vivir cabreado como estado interno permanente?…también se da en algunas personas.
De todas formas, aunque sea lo más normal del mundo, a veces nos «sabe mal» ese enfado por algo que hemos hecho y que luego, cuando se nos pasa, nos produce arrepentimiento. Ese “sabernos mal” es un registro claro de contradicción. Quizás me he pasado, no debería decir esas cosas cuando me enfado, etc. Ya hemos hablado en otros artículos de la acción coherente y de ciertos principios que ayudan a encontrar ese registro de acción válida, unitiva. En ellos dijimos que hay tres condiciones para la acción válida: dejan sensación de crecimiento personal; en el momento de realizarla siento unidad, que es lo mejor que pude hacer; y la repetiría tal cual en el futuro una y mil veces más si se presentara la misma situación.
Parece claro que cuando reaccionamos de así en un momento de enfado, podemos sentir un alivio momentáneo de las tensiones que nos han provocado esa respuesta y eso se registra como coherente en ese momento de alivio posterior. Pero también podemos observar que después surge esa especie de arrepentimiento o contradicción y pienso que no debería volver a hacerlo así. Desde luego tampoco ha sido una respuesta que haya supuesto ningún crecimiento interior, así que no se cumplen 2 de las 3 condiciones de la acción unitiva.
El origen y los tipos
Como hemos dicho, detrás de todo enfado hay una tensión que se ha acumulado de manera excesiva y termina por «explotar», como se suele decir. No importan los motivos de ese aumento de tensión que se produce porque son casi infinitos en su variedad. Importa conocer cómo funciona el mecanismo para poder manejar el fenómeno en lugar de que esas tensiones nos manejen a nosotros.
En todos los casos se nota un aumento de la tensión que puede ser progresivo o súbito. Pueden ser pequeños detalles que nos provocan cierta molestia, a los que no damos importancia y que hacen que la tensión aumente poco a poco sin darnos cuenta. En otros casos puede haber una situación puntual que nos provoca un rápido aumento de la tensión que también nos pilla desprevenidos (y que seguramente tiene raíces más profundas). Por otro lado, el aumento de la tensión (tanto progresivo como súbito) se puede registrar en la musculatura más externa (estriada), en la musculatura interna (lisa), como tensión emocional (ansiedad, temor…) o como tensión mental (rigidez en las imágenes, opiniones, etc). Por supuesto, se suelen dar varios tipos a la vez.
La respuesta
Ante un aumento de la tensión en la maquinaria física y psíquica, la respuesta normal es la de descargar esa tensión para restablecer el equilibrio de la estructura. No hay que confundirse con esto. La tensión es necesaria para vivir y desarrollarse en el mundo. Si no tuviéramos ninguna tensión en absoluto no podríamos ni levantarnos de la cama. De hecho, en algunas patologías se da este fenómeno de ausencia casi total de tensión, lo cual genera un gran problema para ese psiquismo. Pero lo que también es perjudicial es el exceso de tensión y es ahí cuando el psiquismo busca su equilibrio descargando el exceso. Por tanto, no hay que evitar esas descargas de tensión porque al final se van a acabar produciendo igualmente, ya que no podemos aguantar infinitamente esa acumulación de tensión. Se trata más bien de «ordenar» y «manejar» esas descargas inevitables que nos permiten equilibrarnos. Para ello contamos con la técnica de la catarsis.
La catarsis es una descarga de tensiones realizada fuera del ámbito donde se ha generado la tensión y es una especie de «explosión controlada». Todos nosotros hemos hecho catarsis infinidad de veces sin saberlo. Por ejemplo, tengo un problema con la pareja y quedo con una amiga de confianza para contarle sin ningún tipo de inhibición todo lo que me está pasando. Catarsis de libro. Explosión controlada fuera del ámbito origen de la tensión. Esta es, además, la forma más habitual de catarsis. Al contar todo al amigo o amiga y gracias también al feedback del otro, las preguntas y el intercambio que se produce, se van relajando las tensiones iniciales y después de un buen rato uno ya se encuentra mucho mejor. Se ha restablecido un cierto equilibrio psíquico y nos sentimos más relajados y ligeros.
Otra opción, cuando no hay nadie a mano o la cosa es urgente, es utilizar la meditación guiada. La experiencia llamada precisamente Catarsis o El Deshollinador (del libro “Experiencias Guiadas” de Silo), busca producir esas descargas internas a través de un ejercicio mental guiado, aunque, claro, no es lo mismo que hacerla con otra persona, pero puede ser útil en determinados momentos. Existen audios en diferentes webs para seguirla uno mismo en casa.
Por tanto, las tensiones son necesarias, pero hay que manejarlas y mantenerlas en equilibrio no dejando que se acumulen. Para ello hay que ir descargándolas cuando sea necesario a través de catarsis realizadas con otros o con técnicas de meditación guiada.