Por Francisco Carpio Jordan
Machaq Mara y Wilkakuti (aymara) We tripantu (mapuche)
El 21 de junio en el sur del planeta tierra se produce el solsticio de invierno, en nuestras culturas ancestrales se celebraba el año nuevo, así mismo la fiesta de sol (Inti Raymi). Es un fenómeno astronómico resultado del viaje de la tierra alrededor del sol, la ruta del recorrido es una elíptica cuya forma y longitud producen alejamientos y acercamientos en relación al sol, consecuentemente en ese viaje anual de la tierra suceden cuatro momentos significativos, dos solsticios y dos equinoccios, que han influido y trascendido en la vida de la tierra y en el comportamiento cultural de las civilizaciones y pueblos.
Mientras en el sur de la tierra se produce el invierno en el norte sucede el verano, hecho astronómico muy importante en la diferenciación de las culturas: en el norte el invierno empieza el 21 de diciembre, aproximadamente corresponde a su año nuevo y navidad vinculada a la religión cristiana. Otras culturas por su particular ubicación geográfica y su recorrido cultural celebran el año nuevo en otras fechas como en China que celebra el primer día del calendario lunar, fiesta de la primavera (entre enero y febrero) y la India que su año nuevo (Diwali) es en octubre.
El año nuevo generalmente corresponde con los solsticios de invierno. Los países nórdicos occidentales cuando colonizaron continentes y culturas de otras latitudes, impusieron sus costumbres, cultura, idioma y también sus festividades, en la mayoría de los casos erradicaron las culturas originarias, en otras convivieron sincréticamente.
En el solsticio de invierno el sol se encuentra más lejos de la tierra, las noches son largas y los días cortos. Los pueblos tenían más tiempo para el encuentro, el dialogo y la reflexión. Teniendo condiciones favorables para la introspección y prepararse para el siguiente momento de la vida, es el tiempo de mirar el camino recorrido y preparar la continuación del vivir. El solsticio es un momento energético que se puede experimentar, en el ambiente creado por el punto de inflexión de la luz solar.
En nuestras culturas ancestrales del territorio que hoy se llama América del sur, tanto milenariamente como en el tawantinsuyu y en otros centros culturales como mapuches celebraban el solsticio de invierno y el año nuevo, con un profundo sentido espiritual y cósmico, en tanto su religiosidad entubo fundamentada en el “Todo cósmico” o “Tukuy pacha”; tuvieron una clara percepción de la reproducción de la vida en la tierra totalmente relacionada al cielo y su infinito contenido, en permanente contacto entre la tierra el sol y las estrellas; sus Amautas y Sabios conocían el espacio sideral y el viaje de todas las estrellas que veían, siendo su constelación guía la “cruz del sur” representada en el icono de la Chacana.
En esta festividad cósmica se hacían ceremoniales para recargar energías del cielo y de la tierra, la fiesta del sol, tenía un sentido energético espiritual. Muchos historias y cuentos narrados por algunos cronistas y algunos narradores contemporáneos lo hicieron con su mirada occidental y su pensamiento racional idealista-materialista.
Aquí se desarrolló un pensamiento cósmico, su experiencia desde la más primaria fue celebratoria, no fue ni pragmática ni instrumental, fue recreativa y se reproducía en un modo de vida complementario y reciproco, el buen vivir o allin kausay constituía un florecimiento armónico entre los runas o seres humanos y las otras vidas de la naturaleza complementados en el todo existencial, las pachas de abajo, de aquí y de arriba, de ahí que querían la realidad que recreaban, cada acto constituía un rito, sintetizando en los grandes ritos, las festividades cósmicas.
Esta festividad fue prohibida durante el virreinato español, instaurando la fiesta de San Juan Bautista para ampliar la evangelización en las zonas amazónicas, con actos y ritos sincretizados. En el Perú el gobierno de Leguía instituyo el 24 de junio como día del indio. Durante el gobierno del Gral. Juan Velasco Alvarado, después de la reforma agraria se proclama esta fecha como día del campesino. En estos recientes años emerge la festividad del Inti Raymi y año nuevo andino, más allá de las fronteras del Kosko; en el Perú, en Bolivia, ecuador, el norte y sur de Argentina y Chile.
En estos nuevos tiempos de recuperación de lo mejor que nos han legado nuestras culturas ancestrales se está revalorando y recuperando esta festividad; en tanto no parte de un capricho humano sino es la expresión de los movimientos cósmicos (el viaje de la tierra alrededor del sol), en relación a los cuales el ser humano construye su vida.
En ese sentido durante varios años hacemos el celebratorio y la ceremonia ancestral, intentando revalorar y direccionar nuestras vidas con el buen vivir (Allin Kawsay) encontrándole el sentido a nuestra existencia. Como un nuevo comienzo, una necesidad de existir y vivir. Ya no es tiempo de seguir viviendo con lamentaciones del pasado, hemos vivido en la oscuridad y el desorden, es tiempo de volver a renacer como un nuevo amanecer.
La identidad cultural se fundamenta en lo mejor que nos han legado nuestras culturas ancestrales, y lo mejor que debemos de tomar del encuentro con otras culturas para completar una nación unitaria y diversa, mirando hacia el porvenir. Recuperando la práctica de la reciprocidad (ayni) y la honradez, hoy día pisoteadas por el egoísmo individualista la corrupción y la violencia.