Estudiantes secundarios hoy
Con la frase de convocatoria a la manifestación: «a cualquiera que se quiera unir a teñir esta semana con rebeldía, agitación y evasiones masivas», el centro de alumnos del Liceo de Aplicación convocó -a través de sus redes sociales- a todo estudiante de los liceos de Santiago Centro, a una «semana de evasión». La empresa Metro oficialmente hizo silencio y no se refirió públicamente a las acciones estudiantiles. Las evasiones se realizaron en las estaciones con el cántico de: “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”.
El mundo estudiantil ha desdibujado las formas tradicionales de las relaciones de los individuos y comunidades con el Estado y ha referenciado elementos que se han tomado para la praxis política y social.
Un primer elemento es que se instala fuertemente el concepto del sujeto político; los estudiantes y la ciudadanía abandonan la pasividad para accionar, sus demandas o su oposición al orden, desde la politización de las temáticas que los afectan en su diario vivir (activismo ciudadano).
Un segundo elemento es la confluencia en sus ámbitos de una composición humana social y política heterogénea, sin diferenciación, organizados en una Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), con asambleas periódicas y voceros rotativos que responden directamente a la asamblea de voceros de cada liceo participante, además de practicar la democracia directa y la representación por mandato.
El tercer elemento es que la protesta social y política de los estudiantes, no es sólo una interpelación al mercado y el estado, sino también a la sociedad civil adulta a quienes cuestionan el abandonar la construcción del futuro y dedicarse a vivir sólo un presente neoliberal.
Un cuarto elemento es el cuestionamiento al uso del término “violentos” para estigmatizarlos, pues para ellos es más violento vivir con la incertidumbre de la eficiencia de la educación que están recibiendo, y la utilidad práctica de “estudiar” en un mundo tan cambiante e incierto como el actual y con la absoluta desprotección de derechos por parte del Estado.
Y el último elemento, y muy importante para la construcción de una nueva sociedad, es la comprensión de los entramados del Estado y del accionar político que les permitió aspirar y demandar la configuración de un Estado con responsabilidad social, con una práctica política responsable y con democracia directa que beneficie a todos.

Estudiantes secundarios, un poco de historia
La rebeldía de las, les y los estudiantes secundarios nuevamente se manifiesta ante el sistema neoliberal y lo más seguro es que no sea la última vez. Ya el 2001 recordamos las movilizaciones conocidas como “mochilazo”
enfrentados al más neoliberal de los presidentes concertacionistas.
En el 2006 la llamada “revolución pinguina”, durante el gobierno de Michelle Bachelet, exigían el cumplimiento de los acuerdos establecidos los años previos, entre sus organizaciones y el gobierno de Ricardo Lagos. Cientos de jóvenes estudiantes ocuparon y tomaron colegios, liceos, escuelas, calles y avenidas principales, saltaron, gritaron, bailaron, cantaron, jugaron, pelearon, amaron y, principalmente, exigieron y demandaron, no violentamente, una respuesta eficaz y eficiente a las autoridades gubernamentales, además de defenderse de la represión policial y de los medios de comunicación que los estigmatizaron como “violentistas”, “vándalos”, “desalmados” y “delincuentes”.
El modus operandis de los gobiernos concertacionistas, y la actitud de las autoridades respectivas, generaron las oportunidades para que se desarrollara la primera gran y masiva protesta política y social en los 16 años de democracia neoliberal. Esta acción colectiva se transformó en la rebelión de la que podría denominarse la “sociedad civil juvenil” en contra de los mecanismos de mercado que manejaban – y aún manejan – el sistema educativo y un fuerte cuestionamiento a la forma en que los gobiernos concertacionistas han actuado en las últimas décadas en materia educativa.
Uno de los pilares centrales de la sociedad, la educación, se coloca en discusión ante la demanda por la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE). La sociedad civil adulta, especialmente autoridades y medios de comunicación sobrepasados por sus movilizaciones, tuvieron que verlos no sólo como ciudadanos responsables de sus actos y dichos sino también como estudiantes conscientes de que los problemas de la educación se originan al concebirla como un bien de consumo y no como un derecho humano.

Las nuevas generaciones y la crisis actual
«Estamos al final de un obscuro período histórico y ya nada será igual que antes. Poco a poco comenzará a clarear el alba de un nuevo día; las culturas empezarán a entenderse; los pueblos experimentarán un ansia creciente de progreso para todos entendiendo que el progreso de unos pocos termina en progreso de nadie. Si, habrá paz y por necesidad se comprenderá que se comienza a perfilar una nación humana universal».
Entre tanto, los que no somos escuchados trabajaremos a partir de hoy en todas partes del mundo para presionar a los que deciden, para difundir los ideales de paz en base a la metodología de la no-violencia, para preparar el camino de los nuevos tiempos.
«Si, vale la pena que este Mensaje y este Humanismo Universalista cobren fuerza. Vale la pena que la gente joven engrose esta fuerza moral como una variante de la Historia… que este caudal sea incontenible y se escuche su rumor en todas las lenguas de la Tierra. Entonces, las nuevas generaciones empezarán a enseñar a las adultas con un nuevo afecto y una nueva comprensión. (Extracto de Palabras de Silo con motivo de la primera celebración anual del Mensaje de Silo).

 

Redacción colaborativa de Ricardo Lisboa Henríquez; M. Angélica Alvear Montecinos; Guillermo Garcés Parada; Sandra Arriola Oporto y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública