La porfía de unos pocos, que aspira al despertar de muchos
Ya está instalado el Duopolio en su renovada versión, en el Chile post estallido social, lo que permitió, con la venia de la seudo izquierda que, tal instalación en el poder ejecutivo, fuera cómodamente en amplias oficinas, comidas en restoranes de lujo, como lo demanda para la autoridad la llamada “dignidad” del cargo, además del uso y abuso de la ley para el despilfarro.
Mientras un Pueblo que confió en ellos y en su propuesta de generar los cambios más radicales y profundos de las últimas décadas, hoy observan incrédulos, al verles apostados en cargos de poder desorientados, perdidos en la ciénaga al haber renunciado a su programa.
En las afueras, donde habita la gente común, lejos de la suntuosidad, frialdad y solemnidad de los edificios del poder, que están ahí a vista y paciencia de los ciudadanos como espejismos o resabios de otro momento de la historia colectiva, cuando se empezó a formar la república, ya desde esa época es que se arrastran las injustas condiciones de vida para las mayorías de este inhumano sistema.
Tanta injusticia generada por la violenta acumulación de riqueza, produce pueblos sin educación, salud y vivienda, creyendo que este orden natural no se puede cambiar en beneficio de los territorios y sus pueblos. Por ello se van levantando, con avances y retrocesos, diferentes causas reivindicativas como los feminismos, discapacidades y animalistas.
Así es como hoy, estas pésimas condiciones de vida tienen a millones de chilenos viviendo al borde de la pobreza, endeudados y con nuevas leyes que cada vez más criminalizan las demandas por el justo cumplimiento de sus derechos.
En este contexto y después de fallidos intentos de cambiar la constitución de la dictadura, las izquierdas se atomizan, reflexionan y comienzan un incipiente proceso de convergencia que toma vigor instalándose como una potencial fuerza electoral.
Un sábado 20 de julio, en una fría mañana se concretan las conversaciones y se acuerda inscribir en SERVEL el pacto “Izquierda Ecologista Popular”, integrado por los partidos Igualdad, Popular y Humanista. Además del MDP, pobladores y sus organizaciones de base; con la profunda misión de enfrentar cara a cara al neoliberalismo y sus representantes, el duopolio.
Acá un extracto de las palabras para la ocasión, del presidente del Partido Humanista Claudio Ojeda Murillo:
“Hemos generado una alternativa al gran vacío en que se encuentra la ciudadanía, que no se siente representada por la derecha imperante ni el oficialismo arrodillado (…) hoy desde el humanismo verdadero, después de disolvernos administrativamente, hemos vuelto a levantarnos como monos porfiados (…) cuando se pensaba que todo estaba dicho, cuando la derecha mira de frente a su contendor el oficialismo y viceversa; se comienza a colar por los costados un nuevo referente, que surge de los espacios más postergados en lo económico, social y político (…) se ha convencido al Pueblo que siempre tiene que votar por el mal menor; y así llegamos a este gobierno (…) han creado lacras de desinformación que promueven en nuestra juventud, un modelo nefasto (…) poblaciones azotadas por la violencia y el narcotráfico (…) es imperioso que surja una alternativa seria (…) que pueda arrebatarle el poder a los irresponsables que hoy lo tienen. Mención especial a los pobladores, que con su acción decidida hicieron posible la legalización del Partido Humanista (…) Pero debemos poner la mirada en la gente defraudada, sin
voz y empobrecida (…) la historia no se contempla, se interviene (…) con perspectiva de futuro, ¡pongamos la imaginación al servicio de las mejores causas! (…) desde una opción no violenta, de paz, fuerza y alegría.”
En este pacto convergente no está la fuerza del dinero, de las armas, ni del Estado.
Acá está la fuerza de la convicción de las ideas, el trabajo humilde y sentido para caminar hacia una sociedad plena de derechos y oportunidades.

Redacción colaborativa de Ricardo Lisboa Henríquez; M. Angélica Alvear Montecinos; Guillermo Garcés Parada; Sandra Arriola Oporto y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública