Hombres y mujeres que llevan meses pensando qué hacer ante este goteo de vida, de respeto, de amor, de alegría, de humanidad. ¿Cómo oponerse, hacerse oír, cobrar visibilidad, poner granos de arena en contra de un engranaje belicista que nos lleva directo al abismo?

En todo el mundo hay formas de resistencia, gritos o silencios que rompen una cotidianidad inmersa en un fondo sangriento, de bombas y cifras de cada vez más muertos.

En Milán, un grupo numeroso, formado espontáneamente, amigos, amigos de amigos, una cadena humana virtuosa, lo intentó. En 48 horas, organizaron esta intervención en la plaza de Milán, no hubo tiempo para conseguir autorizaciones.

Primero un denso intercambio de mensajes, gente que se suma, confianza en los que proponen la cosa, el guión está fijado, la cita es precisa: 19.00 horas en las Colonne di San Lorenzo, lugar de encuentro clásico de la movida joven milanesa.

Se reúnen más de 50 personas. En exactamente 10 minutos, se reparten las tareas y están en marcha. Casi todos se distribuyen por la plaza, caminando entre los turistas y gente de la ciudad.

Suena una sirena, de las que anuncian un bombardeo.

Decenas y decenas acaban en el suelo, en sus manos unas notas pidiendo el alto el fuego…. Tres personas deambulan entre ellos y extienden lentamente discretas sábanas sobre los cuerpos inmóviles.

La gente de alrededor está sorprendida, incrédula, mirando, boqueabierta y sin palabras. Un par de jóvenes transeúntes, observando, se suman a la acción y se tiran al suelo.

Comienza una pieza del Réquiem de Mozart, se extienden las sábanas, la plaza se queda quieta. Minutos interminables. Al final de la pieza: un grito «¡No más guerra! ¡Alto el fuego!»  Se levantan, destrozados, arrastran sus sábanas, gritan esas palabras desfasadas, caminan hacia la iglesia y en el patio de la iglesia forman el enorme cartel CEASEFIRE NOW, y poco después, NO MÁS GUERRAS, NO MÁS INJUSTICIA.

Lo han conseguido, se reúnen, se abrazan, algunos se presentan, gran satisfacción. Lo han conseguido.

Pasemos ahora a la segunda parte: ¿cómo reunir las numerosas imágenes recogidas y hacerlas circular? Desde la tarde, muchos de ellos están trabajando en sus ordenadores.

Pero una cosa es cierta: muchos y muchas dicen: «Hagámoslo otra vez, aún mejor y en un lugar aún más visible».

Ya lo saben: se hará.

Fotos de activistas por la paz