A pesar de la creciente retórica bélica y de la presentación mediática de los posibles adversarios como una amenaza en los medios de comunicación occidentales, que suele ir acompañada de demonización, una encuesta reciente muestra que los jóvenes de Europa y Estados Unidos no están muy dispuestos a luchar por su país.
Politico informa de que en una encuesta realizada entre doce países de la UE por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), sólo tres países -Polonia, Portugal y Suecia- tienen una clara preferencia por ayudar a Ucrania a recuperar los territorios ocupados por Rusia. Otros cinco países -Austria, Grecia, Hungría, Italia y Rumanía- se mostraron mayoritariamente a favor de instar a Kiev a encontrar una solución pacífica. En Francia, Alemania, Países Bajos y España, las opiniones estaban divididas.
En Estados Unidos, una encuesta realizada por la Universidad de Quinnipiac en 2022 reveló que sólo el 55% de los estadounidenses estaría dispuesto a luchar en caso de invasión. Resulta especialmente llamativo que sólo el 45% de los jóvenes de 18 a 34 años lucharía por su país, mientras que dos tercios de los jóvenes de 50 a 64 años estarían dispuestos a hacerlo.
También en el Reino Unido, una encuesta de Unherd muestra que sólo el 29% de los jóvenes de 18 a 24 años estaría dispuesto a defender a su país en caso de invasión. Estos resultados están respaldados por otras encuestas que muestran una falta de interés general entre los jóvenes occidentales por ir a la guerra por su país.
Esta reticencia se refleja también en la Europa continental. Según Gallup, sólo el 32% de los europeos estaría dispuesto a luchar por su país en caso de guerra.
Estos resultados de la encuesta dan motivos para esperar que se cuestione el discurso de propagar la guerra como la solución preferida o incluso la única viable para resolver los conflictos internacionales. La falta de voluntad para sacrificarse o ir a la guerra contra personas que desean vivir en paz tanto como la propia población es una muestra de sentido común.
Aunque parece poco probable, existe la esperanza de que las élites políticas lleguen a darse cuenta de que la política de paz, las negociaciones, la cooperación internacional y el desarme como medidas de fomento de la confianza son la única forma de resolver los enormes problemas a los que se enfrenta la humanidad. Sólo con este enfoque se puede asegurar un futuro sostenible y pacífico, en el que los recursos y esfuerzos de la humanidad se dirijan a construir y mejorar las condiciones de vida de todas las personas, en lugar de a conflictos destructivos y generadores de pérdidas.