El primer ministro de India, Narendra Modi, ha asegurado su tercer mandato consecutivo en las recientes elecciones generales del país, pero los resultados no reflejan la holgada victoria que su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP), esperaba. Aunque el BJP aseguró inicialmente 244 escaños de los 534 en juego, se ve obligado a establecer nuevas alianzas para garantizar la viabilidad del gobierno, ya que no alcanzó su objetivo de 400 escaños.
A pesar de este revés, Modi ha calificado su victoria como «histórica», mientras que la oposición celebra unos resultados que le otorgan alrededor de 100 escaños en la Cámara Baja del Parlamento, aunque insuficientes para formar gobierno. Esta situación podría crear un contrapeso crucial al poder del BJP y potencialmente debilitar su coalición gobernante.
La orientación nacionalista hindú del gobierno de Modi ha generado preocupaciones entre la minoría musulmana de la India, que constituye aproximadamente 200 millones de personas en la democracia más grande del mundo. Sus comentarios controvertidos sobre esta comunidad han recibido críticas de la oposición y han aumentado la ansiedad entre los musulmanes indios.
El proceso electoral, que involucró a casi 650 millones de votantes en siete fases durante más de seis semanas, ha sido el mayor ejercicio democrático del mundo. A pesar de los desafíos logísticos de organizar votaciones en megaciudades y regiones remotas, la Comisión Electoral de la India ha elogiado el «increíble poder de la democracia india» y ha declarado un «récord mundial» con 642 millones de votantes, casi la mitad de ellos mujeres.
Si bien Modi sigue disfrutando del favor popular después de dos mandatos, los desafíos internos y externos persisten para su gobierno. La oposición, aunque fragmentada, ha logrado obtener una cantidad significativa de escaños, lo que podría complicar la agenda legislativa del BJP en el futuro cercano.