La sociedad occidental estaría caracterizada por el imperio del hedonismo y el nihilismo frente al espíritu crítico y la cultura del esfuerzo del siglo XX al estar formada por individuos consumo- dependientes de bienes materiales que conforman una masa homogénea, acrítica y fácil de manipular por las clases dirigentes.
Para producir dichos bienes de consumo, los dirigentes mundiales habrían optado por el consumo desbocado de materias primas y energías fósiles que alimenten la maquinaria productiva, obviando la deforestación, la desbocada contaminación y los residuos generados, con lo que estaríamos ya inmersos en una peligrosa vorágine de incremento del CO2 que provocará efectos catastróficos en la próxima década.
Igualmente, la sociedad de individuos unidimensionales que estamos forjando estaría relegando la afectividad y la transmisión intergeneracional, sustituyéndola por las redes sociales. Así, dichas plataformas de apariencia aséptica habrían surgido para finiquitar la solidaridad ciudadana al crear realidades virtuales, una especie de realismo mágico que nos permite realizar nuestros deseos oníricos y nos protege y aísla de la cruda realidad.
Dicha sociedad estaría cohesionada mediante la utilización del inglés como lengua universal y de Internet para asegurar una comunicación instantánea entre los habitantes del mundo. Asimismo, mediante la manipulación cibernética los diferentes Gobiernos monitorizan en tiempo real las comunicaciones de sus ciudadanos a través de sus metadatos y mediante la difusión indiscriminada de fake news consiguen que vivamos inmersos en la desorientación y sumidos en la duda existencial.
Ello, aunado con la implementación de millones de cámaras de reconocimiento facial, habría provocado de facto el advenimiento del Gran Hermano mundial, ( el ojo que todo lo ve), con el objetivo confeso de impedir el despertar del espíritu crítico de las masas en un futuro mediato.
Por otra parte, una posible entrada en recesión de las principales economías tractoras mundiales y el hundimiento de la torre de la globalización universal, provocarán en la actual sociedad consumista un shock traumático que le obligará a realizar una profunda catarsis y metanoia y le hará revisar los fundamentos que hasta ahora lo sustentaban.Así, la conjunción de fuerzas centrípetas y centrifugas estarían configurando el puzzle inconexo del caos ordenado que se está gestando y que podría desembocar en la aparición de una masa crítica suficiente para inducir un cambio cualitativo en la sociedad actual.
En consecuencia, el imaginario colectivo deberá adoptar una nueva forma de pensar y una actitud proactiva ante la irrupción del nuevo escenario teleonómico que se avecina y que estará marcado por una elevada volatilidad y por la concatenación de crisis. Finalmente, tras la aparición de un nuevo individuo que surgirá de las cenizas de la globalización, la sociedad se encaminará a la búsqueda de una nueva utopía reafirmada en una sólida conciencia crítica y sustentada en valores como el decrecimiento, la solidaridad, la economía circular, el desarrollo sostenible y el respeto por el medio ambiente.