Los ataques aéreos y terrestres que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza, que ya llevan ocho meses, han desatado una indignación internacional sin precedentes. El 24 de mayo, tras una audiencia de emergencia realizada en el marco de la demanda por genocidio que Sudáfrica presentó contra Israel, la Corte Internacional de Justicia ordenó a Israel detener su ofensiva en Rafah. El juez sudafricano Dire Tladi, uno de los juristas que presiden el tribunal internacional, expresó en una declaración que se publicó junto con la orden:

“No hay más palabras para describir los horrores que se viven en Gaza. Las palabras ‘apocalíptica’, ‘excepcionalmente grave’, ‘desastrosa’ y ‘catastrófica’ se han utilizado para describir la situación actual [en el enclave palestino], pero parece que ninguna de ellas logra capturar realmente la magnitud de lo que se está desarrollando ante nuestros propios ojos. Casi a diario nos llegan relatos desgarradores de víctimas y personas sobrevivientes, así como también imágenes de un sufrimiento inimaginable”.

En lugar de acatar la orden del tribunal, Israel bombardeó un campamento de refugiados ubicado en las afueras de Rafah, en una área que se había señalado previamente como una “zona segura”. Dos días después del hecho, la periodista independiente Shrouq Aila dijo a Democracy Now!:

“Lanzaron al menos dos cohetes contra un campamento de desplazados situado cerca de la base logística de la UNRWA [Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina]. […] La gente se había congregado alrededor de esa zona, ya que la consideraban un área segura. La zona está repleta de tiendas de campaña para las personas desplazadas. Tras el bombardeo, el fuego [se propagó rápidamente] porque las tiendas están hechas básicamente de madera y telas de nailon […]. [Y esto provocó que] el número de muertos ascendiera a 45 y que casi 200 personas resultaran heridas”.

Imágenes de video muestran cómo un hombre que sobrevivió al ataque sostiene el cuerpo carbonizado y decapitado de un niño. La cadena de noticias CNN informó que las municiones utilizadas en el ataque fueron producidas en Estados Unidos por la empresa Boeing.

Mientras tanto, también en La Haya —no lejos de la Corte Internacional de Justicia—, el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, solicitó órdenes de arresto para el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, y tres dirigentes de la organización Hamás, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Khan argumentó en un escrito: “Independientemente de los objetivos militares que pueda tener, […] los medios que Israel eligió para conseguir esos objetivos en Gaza —causar de manera deliberada muertes, inanición, grandes sufrimientos y daños graves al cuerpo o la salud de la población civil— son criminales”.

En otro golpe para Israel, el 28 de mayo tres países europeos reconocieron formalmente a Palestina como Estado. Se trata de Irlanda, Noruega y España, que se sumaron así a otros 140 países miembros de las Naciones Unidas, y a dos Estados no reconocidos por la ONU, la Ciudad del Vaticano y la República Árabe Saharaui Democrática, que ya reconocían al Estado palestino.

Al anunciar la decisión, el primer ministro de Irlanda, Simon Harris, expresó:

“El 21 de enero de 1919 Irlanda pidió al mundo que reconociera nuestro derecho a ser un Estado independiente. Era un llamado para que el mundo reconociera nuestra independencia, en el que enfatizamos nuestra identidad nacional, nuestra lucha histórica y nuestro derecho a la autodeterminación y la justicia. Hoy utilizamos el mismo lenguaje para apoyar el reconocimiento de Palestina como Estado”.

Harris añadió: “He hablado con varios otros líderes, y confío en que más países darán también este importante paso en las próximas semanas”. Islandia y Suecia reconocieron a Palestina como Estado hace varios años; Eslovenia ha señalado que lo hará a mediados de junio.

El 10 de mayo, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó a favor de que se reconsidere la incorporación de Palestina como miembro pleno de la ONU. La iniciativa contó con 143 votos a favor, 25 abstenciones y nueve votos en contra, entre ellos el de Estados Unidos. La membresía de pleno derecho requiere la aprobación del Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos tiene poder de veto. En abril, antes de la votación de la Asamblea General, el Consejo de Seguridad de la ONU consideró una resolución para que Palestina sea admitida como miembro de pleno derecho del organismo internacional. Estados Unidos, como hace casi siempre en asuntos que se contraponen a los intereses de Israel, vetó la resolución.

El presidente Joe Biden ha demandado públicamente un alto el fuego inmediato en Gaza, pero sus acciones hablan mucho más alto y son mucho más letales que sus palabras. Parece que el Gobierno de Biden carece de una “línea roja” que lo obligue a detener los envíos de armas a Israel o a tomar alguna otra medida punitiva relevante que alinee a Estados Unidos con casi todos los demás países del mundo.

En una conferencia de prensa celebrada el 28 de mayo en la Casa Blanca, el periodista de la cadena CBS News Ed O’Keefe le preguntó al portavoz de Seguridad Nacional del Gobierno estadounidense, John Kirby, acerca del mortal ataque israelí contra el campamento de palestinos desplazados ubicado cerca de Rafah:

O’Keefe: “¿Cómo es que este hecho no viola la línea roja que trazó el presidente?”.
Kirby: “No queremos ver una gran operación terrestre. Y no hemos visto eso”.
O’Keefe: “¿Cuántos cadáveres carbonizados más tiene que ver el presidente para considerar un cambio de política?”.
Kirby: “No queremos que se pierda ni una sola vida inocente más. Y me ofende un poco su pregunta”.
En su reciente solicitud de detenciones por los crímenes de guerra cometidos en Gaza, el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, afirmó que “no vacilará en presentar nuevas solicitudes de órdenes de arresto”. El presidente Biden y los principales integrantes de su gobierno tienen el poder de poner fin a la guerra de Israel contra Gaza y a la masacre de civiles que se está desarrollando allí. Su decisión de no hacerlo es criminal.