18 de junio 2024, el Espectador
Colombia está pasando por un momento crítico en los sistemas de salud. Una competencia estéril entre lo público y lo privado, en la que muchos parecen haber olvidado que lo principal no es quién tiene la razón, sino quién es capaz de cuidar mejor la dignidad y la vida del paciente. Queda claro con esta carrera de acusaciones de corrupción, ineficiencia y cartas bajo la mesa, que la agresividad es un desgaste innecesario, que le quita tiempo a la acción y rompe la paciencia de las relaciones humanas; solo las alianzas y la corresponsabilidad ayudan a tejer mejores sociedades con desarrollos más armónicos y menos excluyentes. En fin… esta columna no es para hablar de sistemas de salud, sino para honrar la vida y dar gracias por un médico y una institución que lo han dado todo, para que el corazón de Colombia siga latiendo.
Según el reporte, Camilo Cabrera, huilense, amante de los pasodobles, médico de la Universidad Nacional y cirujano cardio vascular formado en el Texas Medical Center de Houston, falleció este viernes 14 de junio. Lo que no dice el dictamen es que su vida seguirá palpitando en el cuerpo y alma de miles de niños, niñas y adolescentes, porque él y su hermano Reinaldo Cabrera Polanía crearon hace 50 años la Fundación Cardio Infantil, rebautizada La Cardio, por el cariño popular. La gente va a La Cardio porque le tienen confianza y gratitud, es su lugar seguro, el que al salvar niños está -además- salvando la esperanza.
La Cardio es uno de los 5 mejores hospitales de América Latina, y se reconoce como el mejor complejo hospitalario de alto nivel en Colombia; de ella se puede escribir en cifras o en emociones. Se puede hablar de los casi 90.000 metros de sus instalaciones con edificios, árboles y jardines; o de los municipios y veredas hasta donde ha llegado su sabiduría y generosidad porque en alianza con donantes e instituciones solidarias, ha cubierto los sitios más remotos de nuestra nación, para darle una segunda oportunidad de vivir a quienes creían que todo estaba perdido. En nuestro contexto de inequidad, mientras más pobres y más lejos de los centros de poder, más bajas son las expectativas de vida, pero La Cardio nació para que nunca nadie se dé por vencido, y ha organizado a lo largo y ancho de Colombia jornadas de detección temprana de condiciones cardiovasculares, cadenas de bondad y talento, de ciencia y conciencia para sintonizar a miles de ciudadanos y entidades alrededor de la responsabilidad de salvar vidas. Salvar vidas, así, sin adjetivos ni condiciones, porque para el verdadero ejercicio misional de la medicina no hay límites ni egoísmos. Solo puede haber voluntad, conocimiento y generosidad.
Más de 50 especialidades quirúrgicas, 35.000 cirugías cardiovasculares y más de 1.700 trasplantes; 3.000 trabajadores, el hospital #1 en trasplantes de toda Colombia y el #1 en trasplantes hepáticos en niños; pedagogía hospitalaria para los pequeños grandes pacientes, educación en salud, investigación clínica, convenios docente-asistenciales dentro y fuera de nuestro país. Y podríamos seguir una larga lista… Pero quizá baste con una sola palabra: “misión”. Esa es su esencia. Esa preciosa relación que logra milagros cuando se unen trabajo, convicción, dulzura y sabiduría. La Cardio es un lugar que honra la vida, en cada centímetro, en cada instante y en cada noche de guardia cuidando la vida de un niño. En La Cardio todo esfuerzo vale la pena.
Querido Camilo, tu corazón seguirá latiendo por siempre en el corazón de nuestra infancia, y creo que esa es la manera más bonita de ejercer la eternidad.