Por Edgar Dávila Navarro

Tras los acontecimientos del pasado miércoles 27 de junio, análisis y repercusiones llenaron las páginas principales de los periódicos y los informativos radiales y televisivos. Simultáneamente, em redes sociales, calles, buses, mercados y todos los lugares donde había la posibilidad de conversar o intercambiar ideas, bolivianas y bolivianos tratan de encontrar alguna explicación de los hechos sucedidos.Los análisis y opiniones públicas se dividen entre los escenarios del intento de golpe y de un autogolpe.

Tras las declaraciones de Zúñiga, el ex-comandante de la Fuerzas Armadas y cabeza visible de la intentona, afirmando que la acción había sido ordenada por el propio presidente Arce, con el fin de obtener réditos políticos y popularidad social, el presidente Arce aseguró que el general Zúñiga actuó por cuenta propia, para intentar tomar el poder con el uso de las Fuerzas Armadas. Según el Ministerio de Gobierno, Eduardo Del Castillo, esta acción se venía gestando desde mayo a la cabeza de Zúñiga. Por su parte, los seguidores de Evo Morales y también la oposición política del Movimiento al Socialismo (MAS), al que pertenecen tanto Arce como Morales, afirman que se trató de un autogolpe. Hasta el momento, hay 17 personas aprehendidas, entre civiles y militares.

En este ambigüo y confuso escenario, bolivianos y bolivianas coinciden en que, de cualquier forma, la fragilidad democrática del país es evidente y se refleja, además, en en un sistema judicial obstaculizado. Mientras tanto, la crisis económica y las pugnas políticas, se profundizan.

Continuarán las investigaciones. El pueblo boliviano aguarda claridad y explicaciones sobre lo ocurrido.