Por Luis Brizuela
Mediante el activismo, el trabajo en las comunidades, a través de emprendimientos económicos o desde las academias, mujeres negras y mestizas han contribuido de forma significativa a encauzar las agendas de lucha contra el racismo y la discriminación racial en Cuba.
Varias de ellas sostienen que, casi en las postrimerías del Decenio Internacional para los Afrodescendientes, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para el periodo 2015-2024, se verifican aportes, aunque también quedarán pendientes en la agenda afrofeminista relacionados con brechas de desigualdad reacias a desaparecer.
De acuerdo con la socióloga Geydis Fundora no puede desconocerse que el impulso a la agenda antirracista en este país caribeño “ha sido un trabajo de colectivos, también en alianza con los hombres, pero donde las mujeres han tenido un papel destacado”.
Reconocimiento, justicia y desarrollo
Sobre los tres ejes fundamentales que mueven la agenda del Decenio, reconocimiento, justicia y desarrollo, “creo que existen contribuciones en los tres”, enfatizó a IPS la investigadora y profesora de la Facultad Latinoamericana para las Ciencias Sociales (Flacso), especializada en temas de desigualdades sociales y políticas de equidad.
En el caso del reconocimiento, “creo que las mujeres han sido claves en la recuperación del legado histórico y cultural de los afrodescendientes, desde la educación popular a nivel barrial, los proyectos comunitarios, hasta quienes imparten clases en diversos niveles de enseñanza”, consideró Fundora.
Se refirió asimismo al movimiento en torno a la afroestética, “con proyectos y emprendimientos liderados por mujeres, algo que también forma parte del reconocimiento de ese legado”.
“Las mujeres han sido claves en la recuperación del legado histórico y cultural de los afrodescendientes, desde la educación popular a nivel barrial, los proyectos comunitarios, hasta quienes imparten clases en diversos niveles de enseñanza”: Geydis Fundora.
En el ámbito del desarrollo valoró “los procesos de formación, capacitación, acompañamiento a la gestión del empleo, empoderamiento y creación de afroemprendimientos femeninos”.
Para la psicóloga Norma Guillard en el apartado de justicia sobresalen, en el caso cubano, el Programa para el Adelanto de las Mujeres y el Programa Nacional de lucha contra el racismo y la discriminación racial, entre otros.
Desde marzo de 2021 el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres devino la principal política pública del Estado cubano para proyectar otras políticas a favor de la equidad de género.
Antes, en noviembre de 2019, el gobierno aprobó el Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, nombrado Color cubano. Fue concebido como una política pública de superación de desventajas asociadas al color de la piel y que propone actuar sobre las causas del racismo de manera multidimensional y desde un enfoque integral afirmativo.
“Considero significativo el reforzamiento del marco legislativo para prevenir y enfrentar diversas manifestaciones de discriminación, incluyendo aquellas relacionadas con el color de la piel”, señaló a IPS Guillard, presidenta de la sección de Identidades, Diversidad y Comunicación Social (Seres) de la Sociedad Cubana de Psicología.
La fundadora en 2012 del capítulo cubano de la Articulación Regional de Afrodescendientes de América Latina y el Caribe, organización de la sociedad civil en la región, apuntó como un elemento importante “la identificación de políticas públicas de atención a situaciones de vulnerabilidad”, con una sobrerrepresentación de personas negras y mestizas.
Guillard resaltó el surgimiento en 2022, en La Habana, del proyecto Articulación Afrofeminista Cubana, integrada por académicas, docentes, activistas y artistas “que conecta todos los proyectos que abordan el feminismo negro y enfrentamiento al patriarcado y el machismo”.
Estadísticas
La Constitución cubana reconoce la igualdad de todas las personas ante la ley y proscribe cualquier tipo de discriminación lesiva a la dignidad humana, incluida aquella relacionada con el color de la piel.
Alrededor de 35 % de los 11 millones de habitantes de este país insular del Caribe se reconocen como personas mestizas o negras, según el Censo de Población y Viviendas de 2012.
Si bien la revolución de 1959 adoptó políticas públicas y transformaciones sociales relacionadas con la igualdad de oportunidades y la equidad, persisten prejuicios asociados al color de la piel, muchas veces imperceptibles. En años recientes han trascendido algunos actos discriminatorios, así como anuncios de trabajo en el ámbito privado.
Personas negras y mestizas están subrepresentadas en el trabajo autónomo, en la gerencia de pequeñas y medianas empresas y en espacios laborales estatales ventajosos, dan cuenta investigaciones que analizan desigualdades asociadas al color de la piel en el empleo en Cuba.
En contraposición, ese grupo social está sobrerrepresentado en las ocupaciones elementales no calificadas, con impactos en los ingresos personales y familiares. En este sentido, afrontan mayores dificultades con respecto al déficit de ofertas y elevados precios de los alimentos y productos de primera necesidad en un contexto de agravada crisis económica.
Mujeres negras y mestizas predominan en el trabajo informal. Debido a la división sexual del trabajo muchas de ellas permanecen fuera del mercado laboral para dedicarse exclusivamente a labores de cuidado no remuneradas.
Un diagnóstico de Flacso Cuba en 2024 con mujeres negras y mulatas de La Habana reflejó que 82,6 % está afectada por problemas ambientales de su municipio como microvertederos, salideros y contaminación acústica.
Casi 50 % de las encuestadas aseguró que la escasez de alimentos, la contaminación ambiental y el mal estado constructivo de la vivienda son problemas que les afecta de manera diferenciada respecto a los hombres.
En el estudio, 76,8 % de las mujeres racializadas (personas situadas en una categoría racial) consideraron que pueden aportar talento humano a los procesos de desarrollo local, 23,3 % recursos materiales e históricos, 21,7 % recursos naturales y 18,8 % recursos financieros.
Sin embargo, muchas no son convocadas para participar en estos procesos, pues se les percibe más como beneficiarias de políticas que como artífices en los procesos de diseño e implementación.
Desde la comunidad
Varios proyectos que focalizan a la población afrodescendiente priorizan un enfoque de género y empoderamiento de personas Lgbtiq+ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales y queer), muchas veces invisibilizadas y víctimas de distintas discriminaciones.
“Apoyamos a mujeres bisexuales y transgénero para su inclusión en la sociedad. Algunas se incorporaron al estudio, otras optaron por el empleo como alternativa; salen de situaciones de violencia y acuden al transformismo como plataforma de trabajo”, explicó a IPS Argelia Fellove, fundadora y lideresa del proyecto sociocomunitario Afrodiverso.
Con sede en la capital cubana, “somos un proyecto itinerante, afrofeminista con el objetivo fundamental de visualizar los derechos y empoderar a las personas negras Lgbtiq+”, recordó Fellove, quien desde hace más de una década destaca por el ejercicio del transformismo masculino como herramienta para echar abajo estereotipos.
En febrero y marzo de 2023, Afrodiverso organizó con respaldo de otras entidades gubernamentales y civiles el primer festival de transformistas afrodescendientes, una experiencia pionera en Cuba.
“También desarrollamos talleres culturales y de salud y conversatorios desde la educación popular; aportamos conocimientos y alternativas para que afloren las potencialidades de niñas, adolescentes y mujeres en comunidades vulnerables”, añadió Fellove.
Al valorar la impronta de la labor antirracista en los barrios la historiadora Yadira Rachel Vargas comentó que “al hacer trabajo comunitario siento que las personas lo toman como una actividad momentánea que no irá más allá del ejercicio en el tiempo para la solución de un problema específico”.
Por ello, “debemos trabajar en la comunicación, debemos seguir solicitando espacios de divulgación, transversalizar la información de estas agendas nacionales e internacionales, expuso a IPS Vargas, gestora de Rizo Libre, un emprendimiento de acción cultural y educativa enfocado en la afroestética, nacido en La Habana en 2022.
A fines de enero, Vargas presentó la Colección Cuba: Juegos de Libertad, un kit de siete juegos didácticos para conocer, representar y divertirse con el universo del cabello afro/rizado, destinado a la población infantil. Incluye, también de su autoría, el volumen Historias de Afroestima. Mi cabello rizado, primer libro infantil editado en la isla sobre la afroestética.
A su juicio, la participación y apropiación de todos estos programas y objetivos “pasa por socializar los resultados, comunicarlos de una manera correcta. Pienso que uno de los principales pendientes tiene que ver con que nuestro trabajo ponga énfasis en dotar de las herramientas para que las personas se sientan sujetos de derecho y los sepan ejercer”.
Investigadoras insisten en que un Decenio es insuficiente para borrar siglos de exclusión y que, ante nuevas reconfiguraciones del racismo, debe perfeccionarse la lucha por su erradicación.
“Tenemos el desafío de seguir fortaleciendo las capacidades de las personas en cuanto a conocimientos de sus derechos, de los mecanismos legales para poder tramitar situaciones de violencia y discriminación”, coincidió Fundora.
Otros retos, dijo, “están relacionados con la mortalidad materna y su expresión en el color de la piel, la esperanza de vida y esperanza de vida saludable, al igual que con la fecundidad adolescente”, superiores en mujeres negras y mestizas.
Para hallar soluciones a tales problemas “hay un espacio donde podríamos trabajar, pero requiere de articulación de actores desde la ciencia, instituciones gubernamentales, activismo, trabajo comunitario, y donde estas mujeres sean protagonistas”, acotó la investigadora.