El crimen contra las ideas, el pensamiento y el sistema educativo.

Cuando se van a cumplir ocho meses del ataque perpetrado por Hamas y la consiguiente represalia emprendida por Israel, que todavía continúa, la gravedad de las acciones sionistas contra la población palestina en Gaza y otros territorios ocupados es de tal magnitud que corremos el riesgo de que ´genocidio` se termine convirtiendo en un ´flatus vocis` y pierda todo su sentido.

Dentro de ese brutal genocidio puesto en marcha por Israel contra el pueblo palestino se está dando lo que se ha venido en denominar “academicidio”, el ataque mortal contra las instituciones y las personas que en Palestina cultivan y promueven el pensamiento.

Con la indignación no basta. Tampoco es suficiente con el reconocimiento del estado palestino por parte de algunos países de la pacata y vieja Europa. Se requieren acciones contundentes de los gobiernos supuestamente democráticos para acabar con esta criminal venganza que viola los más elementales derechos humanos. También se necesitan iniciativas de la sociedad civil para denunciar la masacre e intentar parar el genocidio.

En abril pasado, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunció la situación en instituciones y del personal universitario que se manifestaban por la situación en Gaza. En muchos lugares del mundo se están sucediendo las acampadas de estudiantes y docentes denunciando el genocidio y el academicidio que la complicidad occidental está consintiendo en un conflicto irresuelto desde hace décadas.

Para saber un poco más de estas iniciativas universitarias hemos contactado telefónicamente con lxs profesorxs de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Eva Aladro Vico y Joan Pedro Carañana.

Nos cuentan que la iniciativa de las y los estudiantes tuvo su germen en febrero de 2023 con las protestas por la visita a la UCM de la embajadora de Israel que tuvieron una brutal represión policial (El Salto, 10/2/2023) y que hace unos dos meses se reforzó con la unión del Bloque Interuniversitario de Estudiantes y la Red de Profesores por Palestina “para pedir una acción desde la universidad contra el genocidio”. En el territorio nacional la llama prendió inicialmente en la Universitat de València a finales de abril uniéndose a las de Estados Unidos, Francia, Canadá, Australia, Suiza, el Reino Unido o Alemania.

Ambos docentes forman parte de la Red de docentes y trabajadoras de universidades de la Comunidad de Madrid por Palestina, un colectivo de más de trescientas profesoras y profesores que, junto con otras personas trabajadoras de las universidades públicas madrileñas, se han movilizado contra el genocidio y el academicidio que está sufriendo el pueblo palestino.

Personas expertas de Naciones Unidas han alertado de que, en estos doscientos treinta largos días de asedios y bombardeos, más de cinco mil estudiantes y trescientos profesores han sido asesinados en Gaza, y cerca del 60 % de los centros educativos han sido dañados o destruidos. Para Joan Pedro, el academicidio “busca privar al pueblo palestino de su derecho a producir conocimiento propio, expresar su voz contra el genocidio y mostrar su humanidad”. Además, señala el peligro para la libertad de información al estar produciéndose una estrategia deliberada para acabar con el periodismo libre en una zona que el ejército israelí ha convertido en el lugar más peligroso del mundo para las y los periodistas.

Según Eva Aladro, “estamos viviendo un drama humano colectivo absoluto, no solamente por los miles y miles de víctimas civiles, niños y ancianos,  intelectuales o médicos asesinados sin piedad, sino también por la incapacidad de solucionar un conflicto de décadas” que muestra el “fracaso total de la buena voluntad y de la comunicación humana desde hace 70 años”, en los que “se ha tolerado, y consentido, una colonización brutal e injusta”.

Ambos docentes destacan que el profesorado que respalda las acampadas universitarias quiere “que los medios, las universidades, el gobierno y la sociedad española tomen conciencia sobre la criminalidad del genocidio y la importancia de ponerle fin” y que respaldan la voz de las y los estudiantes porque “representan nuestro futuro en la dimensión ética de la sociedad. Ellos suponen la llegada de un nuevo humanismo, nosotros lo acogemos desde la academia como nuestro mayor tesoro”.

Desde la Red de docentes y trabajadoras de la Comunidad de Madrid por Palestina y el Bloque Interuniversitario de Estudiantes demandan de los rectorados de las universidades públicas madrileñas, de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) y del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que condenen oficialmente el genocidio y el academicidio; que exijan un alto el fuego incondicional; que rompan relaciones con Israel y con las empresas y entidades colaboradoras con el genocidio, y que se preste ayuda al personal académico, investigador y estudiantil de Gaza. Además, esperan que las universidades públicas de la Comunidad de Madrid sigan los pasos de las otras seis que en el Estado español ya han roto relaciones con Israel.

Carteles a favor de Palestina y contra el genocidio en la plaza de Bolívar en Bogotá (foto: Iñaki Chaves)

Por su parte, el colectivo de Académicos y Administradores Universitarios de Gaza ha publicado una carta abierta en la que, entre otras cosas, expresan: “Nuestra infraestructura cívica –universidades, escuelas, hospitales, bibliotecas, museos y centros culturales–, construida durante generaciones por nuestro pueblo, yace en ruinas por esta Nakba deliberada y permanente. El ataque intencionado a nuestra infraestructura educativa es un intento flagrante de convertir Gaza en un lugar inhabitable y de erosionar el tejido intelectual y cultural de nuestra sociedad. Sin embargo, nos negamos a permitir que tales actos extingan la llama del conocimiento y la resiliencia que arde en nuestro interior”.

Todos los ojos deberían estar puestos en Palestina; todos los oídos en la situación que vive su población –en la que casi cada noche es de cristales rotos–; todos los cerebros pensando en cómo parar el genocidio, y todos los corazones sintiendo que acabar con el pensamiento y con las voces críticas es otra manera más de asesinar y de exterminar.