Nueve jugadores de fútbol, ex cadetes de Cobreloa fueron detenidos por denuncia de violación masiva ocurrida el 2021 en dependencias del Club. La denuncia relata que la joven agredida, en esa época de dieciocho años, fue amarrada con un cinturón al cuello, la abofetearon, grabaron y le sacaron fotos.
La víctima señala también que al realizar la denuncia en la policía “me dijeron muchas cosas que me hicieron desistir. Me dijeron ‘tú tienes que entender que es un club deportivo, que tienen buenos abogados… tú qué tienes, quién te va a pagar los abogados, tú estás sola y tampoco te ves tan afectada’. Entonces igual a mí me costó asumir eso y en ese momento pensé que tenían razón y ya no quise seguir”.
Es muy difícil pensar que nadie del club de fútbol supiera de lo ocurrido ese día 18 de septiembre del año 2021. En todos los ambientes masculinizados, los machos victimarios exhiben su conducta como un trofeo para reforzar su masculinidad.
Una vez más escuchamos el testimonio de una victima de abuso sexual que es desincentivada a denunciar en dependencias de la PDI o de Carabineros. El relato es conocido, sólo faltó agregar que muchas veces utilizan frases como: son delitos muy difíciles de probar o ten cuidado porque puede ser que tú los provocaste; ¡te la buscaste!
Así, entre hombres, se constituye de hecho un “pacto de silencio” como si el delito no se hubiera cometido y sólo sacan la voz cuando minimizarlo o negarlo resulta imposible.
El fútbol, al igual que otros deportes con predominio masculino, debe ser repensado con perspectiva de género. No basta con que las instituciones cuenten con protocolos para enfrentar denuncias de acoso y abuso sexual porque, como en este caso, no lo aplicaron y recién sacaron la voz el día en que se procedió a la detención de los denunciados.
Un real compromiso institucional con la prevención de violencias de género se inicia con un análisis de riesgos y vulnerabilidades: identificar los contextos y situaciones donde las personas pueden estar más expuestas a ser víctimas o victimarios de acoso y abuso sexual.
Abordar el acoso y abuso sexual con perspectiva de género, es reconocer que estas formas de violencia están arraigadas en desigualdades más amplias y estructurales. Por lo tanto, las políticas institucionales deben adoptar un enfoque integral, que aborde las raíces culturales y sistémicas del machismo, al tiempo de promover activamente la igualdad de género y el empoderamiento de todas las personas.
Volviendo al fútbol, los directivos deben reconocer que sus cadetes son un grupo vulnerable. Están sometidos a grandes exigencias y se mueven en un ambiente altamente competitivo y masculinizado. La labor de los clubes y de su ente rector, la ANFP, es formar jóvenes íntegros, con hábitos y conductas que no repliquen lo que habría sucedido en Calama