Muchas acciones en una gran ciudad como en Santiago de Chile pasan desapercibidas para la mayoría de la gente, acciones de diferentes índole: cotidianas de ir al trabajo, hacer un trámite, visitar un país como turistas o simplemente manifestarse.

En dos días transitamos más de mil kilómetros hasta llegar a la gran ciudad. Toda una odisea de hambre, frío e incomodidades acompañados de tiempos muertos con esperas eternas. Pero con la convicción de salir de nuestra zona de confort. Nos preparamos en medio de la incertidumbre y la tensión, fue normal sentir un poquito de miedo y ansiedad.

El lunes entregamos una carta solicitud de audiencia pública presidencial dónde indicamos la situación de miles ciegos y ciegas de Chile, la seguridad del sector era de un nivel máximo, rodeada de manifestantes y personal de seguridad. En una plana escrita expresamos, cito un párrafo:

“Desde muy antiguo, las personas ciegas hemos sido marginadas de un trabajo digno y privadas de varios beneficios que el ciudadano común goza de privilegios de accesibilidad a generar su propio sustento, empujados muchas veces a vivir por debajo en la línea de la indigencia, lo cual trae consecuencias nefastas para el desarrollo de nuestras vidas personales, familiares y sociales”.

Por todo lo anterior, muy decididos el día martes con un día soleado, cruzamos la ciudad con nuestros bastones blanco y rojos, sentimos que la ciudad no está construida y pensada para las personas con ceguera y visión disminuida, sorteando escollos y elementos inverosímiles una rama de un árbol, un desnivel en el pavimento o como un grifo en plena vereda, el humor no faltó en todo momento.

Hicimos una manifestación pacifica se destaca que es la primera en la historia de Chile, en la vallada plaza que da al Palacio de la Moneda, el centro del poder ejecutivo, mucha gente leyó nuestro lienzo, lo leía con atención y lo conversaba en voz baja, seguro que los sensibilizó y será un tema que conversará a otra gente de su circulo de está situación.

Para que se hagan una idea del lienzo de dos metros por uno y medio, escrito con letras amarillas y fondo verde intenso, expresaba: “Los marginados de Chile no queremos limosnas ni caridad. Por un trabajo digno y bueno para todas las personas con ceguera y discapacidad”.

Somos gente sencilla con un gran ilusión pero decididas, con una clara voluntad de hacer cambios, de movilizar a todas las personas que salgan de sus casas y que tomen contacto con el compromiso de hacer acciones más allá de la inmediatez. No podemos ser personas e invisibilizados por el conjunto de la sociedad chilena.

Sin embargo, con el tiempo, hemos podido percibir y sentirnos orgullosos de lo que hemos hecho, un paso importante. Agradecemos  a Nicsa, Raquel y David son maravillosas personas, íntegras y de buen corazón, tenemos la certeza que se sumaran más personas.

Nuestra confianza de lo que podemos hacer, es decir, nuestra capacidad para alcanzar nuestras metas, se fortalecen en la medida que superamos desafíos que al principio podrían parecer abrumadores, manifestarse con un lienzo en la Moneda y poder conversar con la prensa y quizás llegué al oído de nuestro Presidente Gabriel Boric nuestro esfuerzo que seguiremos insistiendo e intentando hasta que se cumpla.

Este viaje no solo nos ha enseñado sobre nuestra propia fuerza y determinación, sino que también nos ha recordado la importancia de desafiar los límites impuestos por la sociedad y la adversidad por el bien de todas las personas con ceguera y discapacidad en Chile.

Audio exclusivo para personas ciegas:

Link de interés: 

Los ciegos y ciegas de Chile llegamos al Palacio de la Moneda