La democracia tradicional y formal, asociada durante mucho tiempo al estado-nación, está en decadencia, sumida en guerras ideológicas y cada vez más desconectada de las preocupaciones cotidianas de la gente. La democracia directa, sin embargo, está floreciendo a nivel de los municipios, donde los ciudadanos tienen más oportunidades de comprometerse directamente con sus comunidades y participar en la toma de decisiones. Las ciudades son los lugares en los que surgen nuevas formas de energía, participación e iniciativa. Aquí es menos probable que las decisiones estén influidas por los intereses de las empresas multinacionales, como ocurre a nivel nacional. Un enfoque ascendente permite a los ciudadanos hacerse cargo de sus condiciones medioambientales, fomentando un fuerte sentimiento de propiedad e identidad.
En la actualidad, más del 55% de la población mundial reside en zonas urbanas, con 33 ciudades cuya población supera los 10 millones de habitantes y 801 ciudades con más de 500.000 habitantes. A medida que la vida en las grandes ciudades se ha vuelto más compleja, también se han vuelto más hábiles a la hora de abordar directamente necesidades humanas fundamentales como la educación, la vivienda y la atención sanitaria. Ciudades como Nueva York, por ejemplo, han promulgado leyes que garantizan el derecho a la vivienda y ofrecen alojamiento temporal a quienes lo necesiten.
Debido a su menor tamaño, a menudo las ciudades han estado a la vanguardia de la lucha contra la discriminación y la protección de los derechos de las minorías. En Estados Unidos, por ejemplo, los derechos del colectivo LGBTQ se defendieron primero en las ciudades (y, en algunos casos, en los barrios), mucho antes de ser adoptados a escala nacional. La primera Marcha de Liberación del Orgullo Gay tuvo lugar en el Greenwich Village de Nueva York en 1970 para conmemorar el primer aniversario de los disturbios de Stonewall. En 1977, Harvey Milk, abiertamente gay, fue elegido supervisor municipal después de que San Francisco reorganizara sus procedimientos electorales para elegir a representantes de barrios en lugar de a través de votaciones para toda la ciudad (Milk era conocido como «el alcalde del Castro», un distrito con una alta población homosexual). El camino hacia el matrimonio entre personas del mismo sexo lo allanaron las «parejas de hecho» que reconocieron primero muchas ciudades, décadas antes de que el gobierno estadounidense autorizara las uniones entre personas del mismo sexo en todo el país en 2015.
Hoy las ciudades se dedican a mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Durante décadas, cuando las familias tenían recursos para abandonar los centros urbanos, lo hacían; ahora, cada vez más, los residentes de las ciudades deciden quedarse y luchar por una mejor calidad de vida, con más espacios verdes, mejores escuelas, infraestructuras aptas para bicicletas, transporte eficiente y acceso a los datos. Los cargos electos locales se han visto presionados para responder a estas aspiraciones, y las organizaciones comunitarias trabajan para cerrar calles al tráfico, desarrollar plazas y vías peatonales, mejorar las escuelas, crear centros comunitarios y ofrecer programas preescolares y extraescolares.
Las ciudades también han sido pioneras a la hora de dar voz a los ciudadanos sobre cómo se gasta el dinero de sus impuestos. En 1989 se puso en marcha en Porto Alegre (Brasil) un experimento llamado Presupuestos Participativos (PP), en el que los ciudadanos deciden cómo gastar parte del presupuesto público. Este sistema les da poder real sobre dinero real y ha servido como medida contra la pobreza, ayudando a reducir la mortalidad infantil en Porto Alegre en casi un 20%. Este modelo se puso en marcha posteriormente en muchas otras ciudades, y el programa de PP llegó a Nueva York en 2011. En noviembre de 2018, cerca de un millón de neoyorquinos votaron en un referéndum en toda la ciudad que proponía implementar un programa anual de presupuestos participativos utilizando fondos de gastos de la alcaldía, calificado como «The People’s Money.» En 2022 se puso en marcha el primer ciclo de The People’s Money en colaboración con 82 socios comunitarios. Miles de residentes presentaron ideas, elaboraron papeletas y, finalmente, decidieron con sus votos los proyectos que se iban a llevar a cabo. Se financiaron 46 proyectos, por un total de 5 millones de dólares, con un enfoque arrollador en la juventud y los servicios de salud mental.
La democracia a nivel local es compleja y va más allá de las elecciones representativas. Formar parte de una asociación de padres contribuye al tejido democrático de una ciudad. Llamando al 311, la línea de información municipal no urgente, se puede informar a la administración local sobre innumerables tipos de problemas, como el alcantarillado, la calidad del agua, la contaminación atmosférica, los problemas de salud y violaciones de los derechos humanos.
En otra dirección, las ciudades se ocupan cada vez más de cuestiones globales, demostrando su potencial para liderar y colaborar a mayor escala. Por ejemplo, más de 800 municipios se han unido en apoyo del Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares a través del Llamamiento de las Ciudades de la ICAN (la lista de ciudades puede consultarse aquí). El próximo Foro de Alcaldes 2024, una entidad formal dentro de las Naciones Unidas, sirve como testimonio de este espíritu de colaboración y del impulso que hay detrás del liderazgo local. Esta red mundial de alcaldes, interconectada y comprometida con el intercambio de buenas prácticas, personifica la creciente influencia de la gobernanza municipal.
Dado que la mayoría de la población mundial reside actualmente en zonas urbanas, las ciudades tienen una oportunidad única para abordar las preocupaciones y aspiraciones cotidianas de sus habitantes. Desde la garantía de los derechos humanos básicos hasta el fomento de procesos participativos de toma de decisiones, las ciudades están a la vanguardia de la creación de un tejido democrático más inclusivo y receptivo. De cara al futuro, está claro que el camino hacia una democracia más vibrante y eficaz pasa por potenciar y reforzar la participación ciudadana en los centros urbanos. El auge de la gobernanza municipal y la creciente influencia de iniciativas como el Foro de Alcaldes son un faro de esperanza que señala una nueva era de democracia desde la base, centrada en las personas, con el poder de transformar nuestro mundo desde el nivel en el que habitan.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen