¿Qué sucede cuando una muerte significativa impacta en un centro educativo? Generalmente, la respuesta a esta pregunta es confusa por las reacciones desordenadas y la falta de capacitación de los colegios.

Por María Silvina González Astobiza

Los centros educativos al cumplir un rol crucial en los niños, niñas y adolescentes (NNAs) deberían comenzar a trabajar herramientas enfocadas en cómo enfrentar y acompañar los procesos de fin de vida y de duelo ya sea por la pérdida de un abuelo, un padre, una madre, un hermano, un compañero de aula, un maestro, un profesor o incluso de la mascota de la familia.

La muerte es una realidad que no puede ser ignorada. Sin embargo, muchos colegios no están sensibilizados en estos temas, dejando a sus educadores y estudiantes a la deriva. El adecuado acompañamiento es un valor diferencial para los educadores, el bienestar emocional y el desarrollo académico y personal del alumnado.

La insuficiente capacitación de los docentes en temas de muerte y duelo a menudo conduce a enfoques iatrogénicos -que ocasionan daño a alumnos, familias u otras personas, de manera no intencional-, tanto en el ámbito educativo y pedagógico como en el emocional.

Los colegios tienen el gran desafío de enfocarse en aprender a comunicar la noticia de una pérdida de manera compasiva y comprensiva, además de habilitar en sus comunidades actividades para sumar herramientas enfocadas en procesar, comprender y aprender las emociones relacionadas con la muerte y el duelo.

Las investigaciones muestran que la forma de desenvolverse de un NNA después de una muerte está relacionada con la forma en que se desenvuelven los adultos a su alrededor. Esto no significa que la comunidad educativa tenga que ocultar el dolor frente a los NNAs sino que es imprescindible asegurar contar con equipos y acciones que lo apoyen.

Lamentablemente, escasos colegios registran que el acontecimiento más trágico que pueden afrontar es la muerte y que es un dolor que no puede ser ignorado ni minimizado. Es hora de que tomen conciencia de su papel fundamental en su comunidad y se preparen en temas de fin de vida. Su trabajo puede marcar la diferencia entre el sufrimiento silencioso y la sanación transformadora. Es hora de actuar.

Los centros educativos que implementen programas específicos de capacitación para educadores y estudiantes a partir de talleres de sensibilización y recursos educativos adaptados a diferentes niveles de edad, entre otras actividades estarán educando para generar una cultura de conciencia de fin de vida y muerte.

Por último, educar en visibilizar las emociones que reflejan los ciclos de la vida implica un desafío integral que abarca a la familia, la escuela y la sociedad en su conjunto.

María Silvina González Astobiza es Diplomada en Tanatología Asistencial y Educativa. Doula de Fin de Vida. Coordinadora del Grupo de Apoyo: Duelo por Suicidio. Facilitadora del Programa “Jugar y Aprender: La Muerte y el Duelo en Colegios”. Facilitadora de Death Café. Co-coordinadora del “Ciclo de Conversaciones”.