Bassirou Diomaye Faye ha tomado posesión como presidente de Senegal. En pocas semanas, Faye pasó de la cárcel al palacio presidencial, en un proceso electoral que, a pesar del camino difícil que siguió y del contexto difícil del país, logró cerrarse con resultados claros.
Las elecciones se realizaron el 24 de marzo y apenas dos semanas antes, tras la amnistía otorgada por el ahora expresidente Macky Sall, tanto Faye como Ousmane Sonko, los dos del partido opositor al del expresidente, salieron de prisión. Su campaña electoral se centro en la promesa de poner fin a la corrupción y asegurar una mejor gestión de los recursos naturales, base de la economía del país. Tanto en su campaña electoral como en el resultado de las votaciones, la juventud inconforme con el desempleo, la falta de oportunidades y de futuro, jugó un papel clave. También fueron jóvenes quienes sufrieron la fuerte represión desatada en Senegal meses antes contra las fuerte manifestaciones que se dieron en el país, vinculadas también con la detención de Sonko y Faye y con el intento del ex presidente de buscar otra reelección, a pesar de que no estar prevista en la Constitución.
«Es la culminación de una larga lucha por la democracia y el Estado de derecho», declaró Aissata Sagna, un obrero de 39 años que trabajó en la campaña de Faye. «Es un día de celebración para nosotros, aunque hayamos perdido a jóvenes asesinados durante las manifestaciones». Sin duda, estas elecciones fortalecen la estabilidad de la democracia no solo en Senegal sino en África Occidental.
Diversos analistas concuerdan en que la primera señal que le dará al gobierno de Faye un buen comienzo será la conformación de su gobierno. Según Alioune Tine, fundador del centro de estudios senegalés Afrikajom Center: «Será el primer mensaje concreto que envíe al pueblo senegalés. El tamaño, la diversidad y los perfiles serán analizados con lupa, para ver si responden a la exigencia de ruptura con el pasado.»