Este 4 de Abril se cumplirán 56 años del vil asesinato de Martin Luther King, un ícono inmortal de la lucha no violenta contra la discriminación y por la igualdad de derechos y oportunidades.
La noche anterior, Martin Luther King dijo a un grupo de trabajadores sanitarios en huelga en Memphis, Tennessee: «Tenemos que entregarnos a esta lucha hasta el final. Nada sería más trágico que detenernos en este punto en Memphis. Tenemos que llevarla hasta el final».
King creía firmemente que la lucha en Memphis ponía de manifiesto la necesidad de igualdad económica y justicia social que esperaba que su Campaña de los Pobres pusiera de relieve a escala nacional.
La Campaña de los Pobres era vista por King como el siguiente capítulo en la lucha por una auténtica igualdad. La superación de la segregación y el derecho al voto eran esenciales, pero King sabía que los afroamericanos y otras minorías nunca accederían a la plena ciudadanía hasta que no tuvieran seguridad económica. Mediante la acción directa no violenta, King y el SCLC esperaban centrar la atención de la nación en la desigualdad económica y la pobreza.
Buscando un «término medio entre los disturbios por un lado y las tímidas súplicas de justicia por otro», King planeó que un grupo inicial de 2.000 pobres acudiera a Washington, D.C., a los estados del sur y a las ciudades del norte para reunirse con funcionarios del gobierno y exigir puestos de trabajo, seguro de desempleo, un salario mínimo justo y una educación para adultos y niños pobres destinada a mejorar su autoimagen y autoestima.
Su llamado no ha sido desoído. Hoy, la Campaña de los Pobres está más que viva y ha recogido esta obra inconclusa. Desde Alaska hasta Arkansas, desde el Bronx hasta la frontera, la gente se está uniendo para enfrentar los males entrelazados del racismo sistémico, la pobreza, la devastación ecológica, el militarismo y la economía de guerra, y la narrativa moral distorsionada del nacionalismo religioso.
Basándose en la historia transformadora de la Primera Reconstrucción después de la Guerra Civil y la Segunda Reconstrucción de las luchas por los derechos civiles del siglo XX, las premisas del movimiento se basan en la idea de una Tercera Reconstrucción, como resurgimiento del compromiso constitucional de establecer la justicia, garantizar el bienestar general, poner fin a décadas de austeridad y reconocer que las políticas que debieran centrarse en los 140 millones de personas pobres y de bajos ingresos en el país también son buenas políticas económicas que pueden sanar y transformar la Nación.
La Campaña de los Pobres cree que la lucha noviolenta tiene el poder de poner fin a estas injusticias, cambiar la narrativa de la vergüenza o culpa individual a las causas fundamentales sistémicas y transformar nuestra sociedad.
Como metodología de acción, ha adoptado un Pacto de No Violencia que se basa en lecciones de movimientos sociales noviolentos históricos y las experiencias en la construcción de la Campaña.
Tras años de continuas acciones, en junio de 2023, cientos de líderes de la Campaña de los Pobres de más de 30 estados se reunieron en el Capitolio durante tres días para llamar la atención de la nación sobre la realidad de la pobreza en el país, señalar esa situación como una sentencia de muerte en los Estados Unidos y exigir acción para poner fin a este asesinato por parte de las políticas vigentes.
En vistas de la campaña electoral en curso, la Campaña de los Pobres ha realizado una imponente muestra de activismo movilizándose en más de 32 Estados, exigiendo a los legisladores que se ocupen plenamente de la pobreza y pongan fin a la guerra inmoral contra los pobres.
En la ocasión, el reverendo Dr. William J. Barber, II, actual co-presidente de la Campaña, dijo:
«Nadie habla de este genocidio político. Hoy estamos decididos a ser un poder de voto, un poder de resurrección […] En nuestra campaña por todo el país hemos señalado que ya no estaremos callados. Estamos aquí, seremos vistos, seremos escuchados y exigimos que nuestro poder se haga sentir.»
En un país donde la democracia ha sido secuestrada por el poder económico de las corporaciones, la voz de la no violencia resurge como clamor de justicia desde las entrañas del pueblo estadounidense.
Con relación al estilo de vida y lucha al que aspiran los miembros de la Campaña, las líneas finales del Pacto de No Violencia dicen: «Al comprometerme con estos principios, aprovecharé el poder y la fuerza del alma que existe dentro de cada uno de nosotros. Me basaré firmemente en la no violencia como filosofía, práctica y disciplina moral y espiritual. Me esforzaré por encarnar los valores de coraje, inclusión, justicia, verdad y amor por todos los que me conectan con cada ser humano.»