En una clara muestra de las nuevas relaciones carnales con Estados Unidos, el libertario presidente argentino Javier Milei voló a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, para reunirse con la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la generala Laura Richardson, quien se opone a a la construcción de un puerto con capitales chinos en la región y quiere garantizar la explotación del litio y otros minerales para las empresas de su país.

Tanto el embajador estadounidense en Argentina Marc Stanley como Richardson han incursionado en asuntos internos sin que ningún funcionario les ponga límites: hasta afirmaron falsamente que hay una “base militar china” en Neuquén. “Me sorprende que la Argentina lo permita”, dijo Stanley.

Otro de los principales intereses estadounidenses pasa por boicotear la estación espacial china en la provincia de Neuquén, bautizada Estación de Espacio Profundo CLTC-CONAE-Neuquén. Argentina tiene firmado un convenio con China para uso con fines científicos, y por indicación de Richardson, el Gobierno deslizó poco ante de la llegada de la generala que ahora lo pretende “revisar”.

Pese a las sospechas y la campaña mediática, Estados Unidos no pudo aportar hasta ahora una sola prueba fehaciente de que China utilice esa estación con algún otro objetivo que el científico. Pero aún así el gobierno se comprometió a realizar un “relevamiento técnico” de lo acordado con China porque, “hay cosas raras en el contrato”, como que supuestamente Argentina no tiene acceso a la base.

En enero de 2023, Richardson había trazado en el Atlantic Council, un think tank vinculado a la OTAN, una suerte de itinerario de los intereses de EEUU en la región. «¿Por qué es importante América latina?», fue la pregunta retórica con la que abrió la conferencia, en la que resaltó los «ricos recursos y elementos de tierras raras», de la región: destacó el triángulo del litio, zona estratégica que comparten Argentina, Bolivia y Chile, que representa, dijo, «60 por ciento del litio del mundo».

Richardson también aseguró que «tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esta región». Con ese inventario, la jefa del Comando Sur dijo que a su país le queda «mucho por hacer». «Tenemos que empezar nuestro juego», remató.

Antes de que llegara Richardson, el propio embajador Stanley ya había metido presión alrededor del asunto. “Me sorprende que la Argentina permita que las fuerzas armadas chinas operen en Neuquén”, había dicho en una entrevista con La Nación, en una intromisión directa en las decisiones soberanas argentinas.

La embajada china, enseguida, le respondió a Stanley y, por elevación, a la posición de la Casa Rosada: “La Estación de Espacio Lejano en Neuquén es una instalación de cooperación tecnológica espacial. Los científicos de Argentina y de China tienen acceso al uso de esta estación para investigación científica”.

Recordó, asimismo, que “en 2019, la cancillería argentina y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) coordinaron una visita de delegación de representantes diplomáticos, incluyendo de los EEUU, a la estación. Todo esto demuestra plenamente el carácter civil y el modelo de operación abierto y transparente de dicha estación”.

“Es una barbaridad que el embajador se haya expresado como se expresó, y sobre todo es una barbaridad que el Gobierno pueda permitir semejante intromisión”, dijo el exministro de Defensa, Agustín Rossi, quien de paso recordó que el Comando Sur de EEUU aportó sus propios fondos para la construcción de una base de Defensa Civil en Neuquén.

Litio y agua dulce

Quienes operan para poner en marcha dos bases militares en la Argentina precisamente no son chinos sino estadounidenses: una en Chaco y otra en Neuquén, tras haber logrado un acuerdo para que el Cuerpo de Ingenieros de su Ejército pueda controlar el estratégico río Paraná. Si esas bases se concretan, estarán al servicio de un plan mundial de dominación y hegemonía, articuladas con los 32 aliados de la OTAN, como las 800 bases estadounidenses en el mundo.

Richardson había llegado al país con  dos preocupaciones centrales: los avances en la construcción del Polo Logístico Antártico, en Tierra del Fuego, ante la eventual participación de China en su financiamiento, algo sobre lo que EEUU hasta ahora no aportó una sola prueba; y la intromisión y el boicot de la base espacial que el gobierno chino mantiene en la provincia de Neuquén.

Una bandera estadounidense flameó durante horas en el mástil de la base naval de Ushuaia, colocada por militares argentinos, al darle la bienvenida a la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, la generala Laura Richardson, de visita en Tierra del Fuego para interiorizarse sobre el supuesto interés de China en financiar la construcción del Polo Logístico Antártico, una de sus últimas obsesiones.

Tras viajar más de tres mil kilómetros desde Buenos Aires llegaron al “al fin del mundo” el presidente Javier Milei, el ministro de Defensa, Luis Petri, su hermana Karina Milei y el jefe de Gabinete Nicolás Posse, con el objetivo de lograr una foto con Richardson. Con quien ya se habían reunido en la casa de gobierno 24 horas antes, pero Milei estuvo ausente y sintió la necesidad , aunque fuera casi medianoche, de demostrar su alineamiento con los intereses estadounidense.

En Ushuaia lo recibieron las protestas de excombatientes de la Guerra de las Malvinas que lo estaban esperando para denunciar la renuncia a la soberanía argentina. Que debía ser inaceptable para un presidente. Ya sobre la medianoche, Milei dio una conferencia de prensa para elogiar a EEUU, de «una afinidad natural», y aseguró que comparte «las ideas de la libertad» y «una visión del mundo» con Washington. También ratificó que el país seguirá adelante con la obra del Polo Logístico.

Puertos

El Polo Logístico significó para EEUU una amenaza para sus intereses en la Antártida, dado que, según Richardson, China está «intentando asegurarse los derechos para construir instalaciones marítimas de uso dual, las cuales apoyarían la proyección de sostenimiento y poder en las cercanías al estrecho de Magallanes, lo que habilitaría el acceso del país asiático a la región antártica.

Pero el único puerto que está en marcha en la zona es el de Río Grande,  más que beneficioso para el país, porque permitiría la conexión por mar entre esa ciudad y Río Gallegos y facilitaría el control del país sobre el mar argentino, además de mejorar la trazabilidad de las rutas hacia la Antártida, potenciando su polo industrial tecnológico.

Hoy, la principal interesada en el Polo es la tecnológica Mirgor, del grupo Caputo, que espera la aprobación de Nación para avanzar en las obras.

La generala sobreactúa la hipótesis de conflicto con China por ese puerto multipropósito para asegurarse otro tipo de intereses: si se construye, Argentina tendría un puerto que hoy no tiene, a 600 km en línea recta con las Islas Malvinas. Los británicos, por ahora, se aseguran cierto control del Atlántico a través de la ocupación de las Islas, mientras EEUU controla el Pacífico. Y ni uno ni el otro quieren cambiar este statu quo geopolítico.

El lobby de la Cámara de Comercio EEUU-Argentina, AmCham, le ofrece un fuerte respaldo al gobierno libertario. En AmCham hay 622 empresas, que emplean directamente a 360.000 personas y representan el 18,6% del PBI, el 38% de la recaudación fiscal, el 24% de las importaciones y el 28% de las exportaciones.

El economista Horacio Rovelli recordó que los principales accionistas del JP Morgan Chase son Vanguard Group, BlackRock, State Street Corporation, Morgan Stanley y Fidelity Fund. La mayoría de las empresas asociadas a AmCham, los fondos de cobertura (BlackRock, Vanguard, Fidelity, PIMCO – Allianz, Franklin Templeton, Gramercy; Greylock, etc.) participan como socios  y/o financistas de los emprendimientos y tienen mucho poder en la estructura semicolonial argentina.

¿Soberanía?

El apetito por las riquezas argentinas, sobre todo el litio y otros minerales, ya lo había dejado en claro la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur. Ella estuvo en 2022 y se entrevistó con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y en 2023 con el ministro de Defensa, Jorge Taiana. Ahora se reunió con el ministro de Defensa, Luis Petri y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, antes de viajar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, un lugar geoestratégico que a EEUU le interesa mucho.

“Hoy el mejor recurso para defender nuestra soberanía y abordar de forma exitosa estos problemas es precisamente reforzando nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos y con todos los países del mundo que defienden la causa de la libertad”, aseguró Milei en su particular concepto de la soberanía.

Una de las especulaciones en torno al viaje relámpago de Milei es que lo hizo para desagraviar a la generala tras la negativa del gobernador de Tierra de Fuego, Gustavo Melella, de recibirla con honores en su provincia.

«No vamos a recibir formalmente, oficialmente y de ninguna manera a la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos porque realizan prácticas militares junto a Gran Bretaña en el Atlántico Sur», había adelantado desde el Monumento a los Caídos en Malvinas, cuando Richardson ya había confirmado a Tierra del Fuego como parte de su itinerario.

Milei, decidió que Ushuaia era el escenario propicio para el encuentro, que no había podido ser 24 horas antes en la Casa Rosada, cuando el gobierno confirmó la firma de un acuerdo para la compra de 24 aeronaves de guerra nada menos que a… Dinamarca, aliado de la OTAN de Estados Unidos, un negocio perpetrado por el embajador estadounidense Marc Stanley, que tuvo como contrapartida el quiebre de un acuerdo latente desde la gestión anterior para comprar ese mismo armamento a China.

Desde que asumió la presidencia argentina en 1989, Carlos Saúl Menem planteó un giro en el vínculo con Estados Unidos, priorizando las “relaciones carnales”, denominación que se popularizó a partir de una frase del canciller Guido Di Tella.

Si bien logró un cierto consenso en esa política exterior más alineada con Washington, tuvo muchos detractores internos, sobre todo con las expresiones de rechazo a las visitas de los presidentes George Bush (1990) y Bill Clinton (1997), las movilizaciones contra la invasión a Irak (2003) y las acciones contra Bush Jr. y el ALCA (2005).

En ese período de tres lustros en el que se produjo el inicio, auge y declive de ese estrecho alineamiento con Washington, fueron importantes las expresiones de resistencia. Hoy, 35 años después, el gobierno ultraderechista de Milei quiere volver a ese tipo de relaciones.

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