Por: Alexandre Gattreaux |
El llamado urgente es a pasar de un uso instrumental de la IA a uno que permita una nueva didáctica problematizadora del contexto, acompañado por un enfoque de construcción de comunidades de aprendizaje.
Fue en noviembre del 2022 cuando irrumpió de manera tímida la nueva versión el modelo de lenguaje GPT-3.5 de OpenAI. Prontamente muchos analistas comenzaron a ver las potencialidades de esta herramienta y de los enormes cambios que muestra la nueva versión de la conocida Inteligencia Artificial. Sin embargo, la bomba estalla cuando un 14 de marzo de 2023 la misma empresa lanza su versión 4.0, desatando una carrera que no ha tenido pausa ni contemplaciones entre las grandes compañías del rubro hasta hoy.
Ha pasado ya un año desde ese hito y aun resuenan las voces de aquellos que vaticinaban el fin de miles de puestos de trabajo y en el mundo de la educación, el pronto fin de las pedagogías de inglés e historia, entre otras. Como olvidar además, aquellas instituciones universitarias que, en EEUU y Australia, bloquearon estas herramientas en sus campus, o que volvieron a las evaluaciones con papel y lápiz.
Lo cierto es que hoy existe un panorama distinto al apocalipsis que supuestos expertos auguraban. En las escuelas se sigue trabajando de la misma forma y lo cierto es que hoy estudiantes y profesores ya han ido incorporando esta herramienta a sus actividades.
De hecho una encuesta realizada por la empresa de tecnología educativa RM Technology encontró que dos tercios de los docentes creen que reciben regularmente trabajos escritos por IA y por su parte el 49% de los estudiantes encuestados considera que prescindir de la IA sería perjudicial para su aprendizaje. Estos datos se suman los dados por el Foro Económico Mundial que indica que se espera que el porcentaje de tareas realizadas mediante automatización crezca del 34% el 2023 al 43% el 2027.
La pregunta por tanto apunta a cuál deberá ser el uso que los docentes hagan de esta nueva tecnología. La experiencia que se ha ido recabando, demuestra que han ido lentamente alfabetizándose y que mayoritariamente se ocupa para resolver más rápidamente tareas administrativas, o replicando las mismas acciones educativas que han tenido poco efecto en los aprendizajes.
Por tanto, el llamado urgente es a pasar de un uso instrumental de la IA a uno que permita una nueva didáctica problematizadora del contexto, acompañado por un enfoque de construcción de comunidades de aprendizaje.
Es en este espacio próximo y de trabajo más focalizado donde la IA no es capaz de actuar, más aún si el trabajo se basa en una ingeniería pedagógica que enfatice la problematización por sobre la réplica de un currículum estandarizado.
De esta forma, se comprende que el acto educativo está lejos de ser reemplazado por un proceso robotizado, puesto que a la fecha la IA ha demostrado serias carencias de una comprensión profunda del contexto y la empatía humana. Aparte la intuición pedagógica, característica clave de la enseñanza humana, puede resultar difícil de replicar mediante la IA.
También esta tecnología muestra una importante deficiencia en el fomento del aprendizaje social y colaborativo, que es crucial en el proceso educativo y, por último, una incapacidad de poder fomentar estímulos para el desarrollo del pensamiento crítico.
El llamado es por tanto a mirar nuestras prácticas pedagógicas para enfrentar estos nuevos desafíos, haciendo un giro en nuestro trabajo didáctico, incorporando de forma mediada el uso de la IA para poder potenciar aprendizajes significativos y situados a partir de la lectura del contexto, utilizando para ello metodologías activas que pongan en relevancia la construcción de una comunidad de aprendizaje.
Alexandre Gattreaux
Académico UMCE experto en Innovación, Didáctica y uso de IA en Educación.