Hace 153 años nacía en Varsovia, Rosa Luxemburgo, una de las grandes revolucionarias del siglo XX, fundadora de la corriente de pensamiento del socialismo democrático.
A pesar de los fuertes prejuicios contra las mujeres y pese a la discriminación que existía en Europa contra los judíos, Rosa obtuvo un doctorado en una época en la que poquísimas mujeres iban a la universidad.
Según se indica en el sitio de la fundación que lleva su nombre, abandonó Polonia a los 18 años a consecuencia de la persecución de la policía debido a su militancia socialista, refugiándose en Suiza.
Junto al político alemán Karl Liebknecht, fundó posteriormente la liga de Spartacus, que más adelante se convertiría en el Partido Comunista Alemán.
En 1903 fue sentenciada a nueve meses de prisión acusada de “insultar al Kaiser”. Participó directamente en la revolución de 1905 en Polonia y en marzo de 1906 fue nuevamente arrestada y encarcelada en Varsovia durante cuatro meses.
Luxemburgo abogaba por la revolución socialista y la lucha contra el militarismo y el imperialismo, haciendo una crítica feroz a la socialdemocracia alemana por su apoyo a la Primera Guerra Mundial y su colaboración con el gobierno.
En su faz más teórica hizo importantes contribuciones teóricas al marxismo, especialmente en su análisis del capitalismo tardío y la acumulación del capital. Su obra más conocida es «La acumulación del capital», publicada en 1913.
Trágicamente, Rosa Luxemburgo fue asesinada en enero de 1919 por fuerzas paramilitares que actuaban bajo las órdenes del gobierno alemán durante la revolución alemana de 1918-1919.
Para Rosa Luxemburgo, la sociedad socialista a la que se aspiraba era profundamente pacífica. La concebía como una forma de convivencia humana en la cual se debían eliminar todas las causas de la guerra y de la barbarie. Fue también su anhelo profundo de paz el que motivó a Rosa Luxemburgo a luchar por el socialismo con toda su pasión.
Aquella lucha, en apariencia lejana en el tiempo, sin duda alguna sigue vigente.