En defensa de la Renta Básica Universal como una de las herramientas para avanzar en la batalla por la superación del capitalismo, subvertir la relación entre trabajo y sociedad y garantizar las condiciones materiales de existencia que posibilite la libertad de la inmensa mayoría de la población no rica.

Por Eulàlia Reguant y Mar Ampurdanès

En los últimos años, y sobre todo a partir de la pandemia, la extensión del conocimiento y los debates en torno a la Renta Básica Universal (RBU) han tomado mayor relevancia. Desde debates en torno a su viabilidad hasta los que abordan la idoneidad y justicia de esta política.

En este artículo no hablaremos de cómo pagarla sino de por qué es una propuesta que puede ser útil y eficaz en la batalla de las personas que creemos que el capitalismo debe combatirse. También es necesario explicar que no haremos un análisis exhaustivo de la situación social y económica y tampoco de la evolución del capitalismo y de las consecuencias del paso de un capitalismo fordista a un capitalismo financiero.

Marx, en la Crítica del Programa de Gotha, escribió que “el hombre que no posea otra propiedad que su propia fuerza de trabajo, en cualesquiera situaciones sociales y culturales, tiene que ser el esclavo de los otros hombres, de los que se han hecho con la propiedad de las condiciones objetivas del trabajo. Sólo puede trabajar con el permiso de éstos, es decir: sólo puede vivir con su permiso.” Esta afirmación no dista tanto de la definición que, en la Política, hacía Aristóteles del trabajo asalariado como «esclavitud a tiempo parcial» o «esclavitud limitada». Esto nos lleva a discutir cuáles son las propuestas que nos permiten avanzar en la libertad de las personas, partiendo de la premisa de que lo que limita esta libertad es la falta de condiciones materiales de existencia que la forma de producir capitalista aboca a la gran mayoría de la población no rica.

Más allá de definir la Renta Básica Universal como una asignación individual, siendo la ciudadanía el sujeto de igualdad; universal, es decir, la recibe todo el mundo de la zona geográfica donde se implante; incondicional, donde no existe ninguna exigencia de condiciones más allá de la residencia; y por último, una cuantía a percibir igual, pero con un sistema de financiación republicano-socialista donde los ricos son los que pierden; tenemos claro que la RBU no es por sí sola una finalidad o una alternativa, sino que es una herramienta para el proceso de cambio.

Sin voluntad de exhaustividad, detallamos algunos de los ejes por los que estamos convencidas de que la RBU puede contribuir a la superación del capitalismo, como una de las políticas que batallen por la reversión de las tendencias económicas.

1. Una herramienta de lucha anticapitalista

Superando los discursos éticos en torno a la RBU, aunque es cierto lo que algunas críticas expresan que, asumiendo los argumentos liberales, la RBU podría ser una herramienta legitimadora del sistema -al igual que actúan muchas de las reivindicaciones reformistas actuales-, la renta básica puede ser una herramienta emancipatoria porque pone en cuestión un elemento central del sistema como es la obligatoriedad de pasar por el mercado laboral para tener acceso a rentas o bienestar. De hecho, cuando en la actualidad se habla del derecho al trabajo digno lo que se hace es edulcorar lo imprescindible de vender nuestra fuerza del trabajo. Ya era Marx que se refería sin miramientos al carácter extraño del trabajo asalariado porque cuando no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. De modo que genuinamente la RBU transformaría esta obligación en un derecho y, por tanto, no en una vía para suavizar el capitalismo. Es decir, el mero hecho de eludir la obligatoriedad de vender la fuerza del trabajo para obtener las mercancías básicas para sobrevivir es ya una base de erosión y disputa de la base de explotación de la clase dominante. Por tanto, puede ser una herramienta de desmercantilización de la fuerza del trabajo y a su vez una herramienta para fortalecer el poder de negociación obrero frente al capital.

2. Una herramienta de lucha feminista

En un momento de intensificación del tiempo y la carga laboral, de flexibilidad en la empresa, y de ritmos de vida sometidos a la empresa, lo que vemos es la imposibilidad de separar tiempo de vida y tiempo de trabajo. La empresa es la institución que gestiona el tiempo de vida de sus trabajadores desde la lógica de la maximización de los beneficios. Así, la separación entre producción y reproducción de la era fordista e industrial ya no existe, y las actividades propias de la esfera reproductiva están en manos de los nuevos mercados para ser explotados. La reproducción de la vida se está llevando a cabo de forma muy precaria, con grandes carencias y un esfuerzo brutal de las mujeres en los hogares. Por eso, la RBU podría servir para tener mayor capacidad para alcanzar una división en el terreno de la reproducción y los cuidados más justo. Es más, y en la línea del punto anterior, permitiría a la gente decidir si entrar o salir de los mercados laborales, al igual que permitiría cuestionar y discutir la actual división del trabajo.

3. Una herramienta para aumentar el poder social de la población no rica en la economía

El impacto de la RBU, como ya hemos dicho, puede alterar las relaciones sociales de producción, por lo que también puede facilitar el inicio de procesos de producción, individuales y colectivos, al margen del actual sistema productivista y consumista. Esto, junto a un planteamiento integral de políticas combinadas como salario mínimo, negociación colectiva, reducción de la jornada, política de suelo y vivienda, modelo agroalimentario, límites energéticos… De modo que así se abra la puerta a nuevos sistemas de relaciones sociales que establezcan las bases y experiencias necesarias para, desde la realidad, prefigurar a la sociedad por la que luchamos.

4. Una herramienta para aumentar la capacidad de la organización popular

Si es una herramienta que permite disputar la obligatoriedad de la venta de la fuerza del trabajo, es una herramienta que permite ganar libertad para decidir el tiempo dedicado al capital. Desposeídos de los medios de producción, la clase trabajadora puede elegir entre distintos capitalistas, pero siempre debe venderse a uno. Para nosotros que nos oponemos a la naturaleza obligatoria del mercado laboral capitalista, la renta básica posibilita que las personas no sólo tengan derecho abstracto a la libertad, sino los recursos materiales para ejercer la libertad. Por tanto, puede ser un proceso que libere tiempo para crear e impulsar ámbitos de autonomía colectiva que no se sometan a la lógica de la propiedad y la acumulación del sistema. Tener la existencia garantizada otorga la capacidad de decir “no” a las vidas que no se quiere vivir y, por tanto, otorga más capacidad para participar de la vida comunitaria o de organizarse en torno al movimiento popular u organizaciones para trabajar por la consecución de más derechos y la subversión del sistema. Necesitamos un tiempo de movilización general. La RBU es evidente que no se va a implementar por una acción institucional autónoma. Los derechos ganados a través de la movilización, como en su día fue la jornada de 8h o cómo sería necesariamente la Renta Básica Universal, permiten avanzar en esta organización. El hecho de que las mejoras directas sean alcanzadas a través de la lucha, legitiman la organización, a la vez que se avanza en ésta porque la mejora lleva asociada una ganancia de tiempo y un principio de base autónoma de existencia.

A modo conclusión, la RBU no puede entenderse como una política económica global a defender en un marco de organización y lucha por la superación del capitalismo, sino que es tan solo una de las medidas de política económica, como explican Casassas, Martínez-Cava y Raventós en “Socialismo y renta básica: razones republicanas de la propuesta”. Es una de las medidas que debe ser componente del programa político, detallado y concreto, de medidas materiales para responder a las necesidades colectivas, y para politizar el descontento y el agotamiento colectivo. Es una medida necesariamente de un programa de mínimos, como lo es el avance por una vivienda digna o para mejorar el marco de garantías para la clase trabajadora en el ámbito laboral, que no olvida su programa de máximos, donde más allá de la redistribución de la riqueza se acomete la necesidad de distribución de los medios de producción.

Así, entendemos que la renta básica no puede entenderse sólo en una lógica de nueva distribución, sino que tiene un componente de subversión nada despreciable: garantizar la existencia material de toda la población. Esto cambiaría las reglas del juego tal y como están hoy impuestas. No “superaría” por sí sola el capitalismo, simplemente modificaría las condiciones en favor de la inmensa mayoría no rica. Ésta es una de las razones que motivan que la renta básica como la que aquí explicamos sea defendida en nuestra nación (y también en algunas otras) por personas, movimientos y organizaciones de izquierdas.

 

es matemática y activista política catalana. Exdiputada de la CUP en el Parlamento catalán.
Diputada de la CUP en el Parlamento catalán.

Fuente: https://catarsimagazin.cat/defensa-rbu/

Traducción:Roger Tallaferro

El artículo original se puede leer aquí