En una cumbre europea celebrada en París el mes pasado, el presidente francés Macron declaró que se podrían desplegar tropas terrestres de los estados de la OTAN en Ucrania. Su declaración es sintomática de la peligrosa lógica de la guerra en la que hemos caído. Está contribuyendo a la profecía autocumplida del militarismo que amenaza la seguridad y la estabilidad en todo el continente europeo. Si bien no se ha recibido ningún apoyo serio para esta declaración irresponsable, tales propuestas corren el riesgo de alimentar la escalada de violencia. Se ha observado con razón que enviar tropas de la OTAN a Ucrania sería una vía rápida hacia la tercera guerra mundial, probablemente una guerra nuclear.
Macron no deja dudas sobre su objetivo. En lugar de una solución negociada que tenga en cuenta las causas profundas de la guerra y pueda conducir a una paz justa y duradera, el presidente francés aboga por una victoria sobre Rusia. «Rusia no puede ni debe ganar esta guerra», afirma, añadiendo que «todo es posible si es útil para alcanzar nuestro objetivo», incluido el envío de tropas terrestres.
Los líderes de la OTAN siguen creando la ilusión de que Ucrania puede ganar en el campo de batalla y que debemos dar todo el apoyo posible para continuar esta terrible guerra. Para ello, han ido ampliando cada vez más las líneas rojas autoproclamadas sobre la naturaleza del apoyo militar y el armamento, pasando de armas «defensivas» a armas cada vez más ofensivas y potentes.
Los tabúes sobre el suministro de sistemas de armamento como tanques, aviones de combate y misiles de largo alcance, considerados en un principio problemáticos y escaladores, han ido cayendo uno a uno.
Más de dos años después de la invasión ilegal rusa de Ucrania, la estrategia militar -con la que siguen comprometidas todas las partes implicadas- ha provocado una interminable y sangrienta guerra de trincheras. Meses de estancamiento en la línea del frente se han cobrado muchas decenas de miles de vidas.
La actual retórica de guerra tiene como objetivo difundir una cultura del miedo. La gente debe estar convencida de que una confrontación violenta directa con Rusia es inminente, para poder apoyar el aumento del gasto militar, incluso a expensas del gasto social. El resultado de este alarmismo y de esta creciente militarización es que una expansión de la guerra –incluido el creciente riesgo de una guerra nuclear– se vuelve cada vez más probable.
La Red Internacional «No a la guerra, no a la OTAN» pide a nuestros políticos que pongan fin a la espiral de violencia y militarización de nuestra sociedad.
La seguridad militar no existe, sólo existe la seguridad humana. Lo que necesitamos es una política de paz basada en la diplomacia: negociaciones, alto el fuego y desescalada.
Necesitamos protección social y medioambiental. Hacemos un llamamiento a los ciudadanos, a los sindicatos y a otras organizaciones sociales y de la sociedad civil para que actúen: para evitar que Europa caiga completamente en las garras del militarismo y de las fuerzas de la guerra.
Red internacional «No a la guerra, no a la OTAN»
https://www.derechoalapaz.com/basta-de-declaraciones-de-guerra-es-hora-de-la-diplomacia/