Inestabilidad(es)
Una de las características de la situación actual es la creciente inestabilidad producto de las diferentes crisis que recorren el mundo. La inestabilidad económica, que sigue pesando en la mayoría de los países y causa una enorme desigualdad entre los más ricos y la mayoría de la población trabajadora. Ahí está una parte de la explicación del giro hacia la derecha e incluso la extrema derecha de sectores de la población que se ven amenazados y no vislumbran una alternativa que mejore su situación.
Como se desprende de estos cuadros, la desigualdad y el riesgo de pobreza en el reino de España es muy superior a la media de la Unión Europea[1]. No es un buen balance “social”. En claro contraste, a la población más rica no le va mal. Sin tener en cuenta las evasiones, las elusiones y todo tipo de obligaciones fiscales sorteadas, y ateniéndonos exclusivamente a renta y riqueza registradas oficialmente, la población del reino de España realmente rica está formada por 416.000 personas, menos del 1% de la población. Estas 416.000 personas son las que disponen de más de 500.000 euros de riqueza y acumulan el 8,4 % de la renta bruta personal y más del 32 % de la riqueza neta personal del reino. Una desproporción grande y sin contar, como hemos dicho, las fortunas que están en paraísos fiscales y los impuestos defraudados.
La inestabilidad bélica. “La amenaza de guerra es absoluta y la sociedad no es del todo consciente”, declaraba recientemente la Ministra de Defensa del reino de España. Efectivamente, tambores de guerra en Europa cada vez con mayor ruido e inestabilidad producida por las guerras de Ucrania y Palestina que además de muerte y destrucción afectan negativamente a las condiciones de vida en todo el continente europeo. Y por gastos bélicos que no quede: el reino de España está batiendo récords en esta partida del gasto militar.
La inestabilidad en la vida política del reino de España con una derecha cada vez más radicalizada y deudora de su pasado franquista, está cerca de lograr una mayoría para formar gobierno. Una derecha que es capaz de todas las barbaridades para tapar sus vergüenzas y que avanza medidas reaccionarias a través de su alianza con la extrema derecha en las Comunidades Autónomas que gobiernan. También una legislatura tormentosa y compleja por la variedad de fuerzas políticas que dieron al gobierno la mayoría parlamentaria y que hoy es una isla en una Europa dominada mayoritariamente por las derechas más o menos extremas.
La situación en Cataluña también es inestable. El govern de ERC se sostenía con una minoría de 33 diputados y diputadas, la mayoría está en 68. Para aprobar una ley, una iniciativa o los presupuestos se necesitaban aliados, lo lograron en los dos años anteriores, pero esta vez todo se ha venido abajo.
La política actual tiene mucho que ver con el ajedrez. Un buen jugador piensa en la estrategia y adapta o modifica la táctica en función del objetivo perseguido. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de las fuerzas políticas apuestan más por el tacticismo de mirada corta con pocas perspectivas y menos pensando en alternativas que signifiquen un cambio real. Una pieza mal movida o a destiempo puede desencadenar movimientos no previstos. Y el fracaso. Cataluña no aprueba sus presupuestos y el gobierno español tiene que desistir de negociar los presupuestos para este año y prepararse para los del 2025. Se abre otro período de confrontación (que ni mucho menos estaba cerrado) de resultados inciertos entre derechas e izquierdas, entre soberanistas e independentistas y centralistas o entre diferentes maneras de entender Europa. Y la sociedad toda en la que vivimos.
Quien se asusta de la inestabilidad difícilmente podrá responder a los problemas que plantea. Los momentos políticos, las luchas entre las clases tienen sus altibajos, incluso pueden ser caóticos, y la cuestión importante y difícil es saber interpretarlos bien para convertirlos en una oportunidad para cambiar o para poder dar un salto en la lucha por los objetivos sociales y democráticos.
Amnistía
La ley de amnistía es un paso importante para liberar y/o paralizar los procesos penales contra dirigentes del procés y contra más de 4.000 personas, según datos de Ómnium Cultural, perseguidos por los jueces por participar en alguna de las innumerables acciones de protesta que se desarrollaron en Cataluña, en la movilización más masiva y sostenida de Europa del siglo XXI. La misma mayoría parlamentaria que votó la investidura de Pedro Sánchez ha apoyado esta amnistía.
Las derechas y el aparato del Estado, especialmente la magistratura, han hecho lo imposible, y seguirán haciéndolo, para impedir la ley y ahora para su aplicación. Una magistratura enfrentada sistemáticamente a lo que se aprueba en el Congreso, si ello significa una mejora de las libertades democráticas. La acusación de terrorismo a algunos dirigentes del procés causaría enorme hilaridad si no fuera por las consecuencias que puede tener para las libertades democráticas. De momento, se ha ganado la batalla, pero la guerra continuará. Y será larga.
La amnistía no resuelve el conflicto catalán, solo lo vuelve a situar en el terreno de la política y el de la movilización social para que el pueblo catalán pueda ejercer el derecho de autodeterminación. Se puede dar mil vueltas al problema, se podrá usar la represión, enviar a jueces y policías como ariete centralista español, pero sin una posición democrática para ejercer el derecho de autodeterminación, el llamado “problema catalán” persistirá.
Para el conjunto del reino de España se necesita la colaboración entre las izquierdas y los soberanistas e independentistas para detener a las derechas. No hay otra posibilidad. Para el soberanismo e independentismo catalán un nuevo ciclo de movilizaciones exige que las reivindicaciones nacionales tengan también su contenido social y busquen y trabajen la alianza con las izquierdas españolas y con el soberanismo e independentismo de las otras naciones. Alianza difícil con las izquierdas españolas dada la reticencia de una parte importante de las mismas al reconocimiento del derecho de autodeterminación -constatar y reconocer que hay una izquierda con una base social numéricamente importante que es contraria a este derecho y es firme partidaria de la unidad de España es condición necesaria para intentar revertir la situación-; más fácil la alianza con las fuerzas soberanistas de las naciones vasca y gallega.
Presupuestos
Los presupuestos preparados por el govern de ERC alcanzaban la cifra de 43.700 millones, un incremento del 9,6% respecto al año anterior. No introducían cambios importantes, más bien eran continuistas con pequeños avances en inversiones sociales y nada ambiciosos en terrenos como la vivienda. A pesar del esfuerzo, algunos colectivos de sanidad o educación, consideraban que eran insuficientes para responder a todos los problemas que se han ido acumulando. Se habían pactado con el PSC y eran necesarios dos votos más para lograr la mayoría. En su habitual línea socialmente de derechas, Junts per Catalunya planteó rebajar impuestos, eliminar el impuesto de sucesiones y una unidad especial de los Mossos contra las ocupaciones de viviendas. En realidad, nunca tuvo mucho interés en negociar los presupuestos.
Desde la izquierda, la CUP presentó una enmienda a la totalidad denunciando el pacto con el PSC y la ausencia de un modelo de país por parte de ERC. En la práctica, no parece que entraran al debate sobre las propuestas y partidas económicas concretas alternativas o complementarias a los presupuestos del govern. Los Comunes plantearon como exigencia irrenunciable que el govern declarara su oposición al Hard Rock, un proyecto de casinos a instalar cerca de Tarragona. El govern argumentó que no había ni un solo euro en los presupuestos para el Hard Rock y que estaba pendiente de decisiones administrativas y amenazados de indemnizaciones millonarias si se retiraba sin más. Parecía una presión de los Comunes para obtener más concesiones, pues el año anterior habían apoyado los presupuestos con el Hard Rock incluido. Pero con su voto los Comunes impidieron la aprobación de estos presupuestos.
El Hard Rock es un proyecto de casinos y hoteles que pretende copiar el modelo de Las Vegas que fue aprobado en su momento por el gobierno de CiU presidido por Artur Más. El proyecto quedó medio congelado y enmarañado en diferentes estudios medio ambientales y controles administrativos. En los presupuestos de 2023, el PSC lo volvió a poner encima de la mesa para apoyar los presupuestos, pero un año después todo sigue igual. No es fácil entender que, como declaró el secretario de UGT Cataluña, Camil Ros, “por un tema que no está en los presupuestos, no hay presupuestos”. Difícil de entender, pero así ha sido.
Lo enrevesado de la situación es que ERC pacta unos presupuestos en los que el PSC pone como condición megaproyectos como el Hard Rock (mientras este partido se ha caracterizado en esta legislatura por su oposición obsesiva a un proyecto muy diferente como es el Plan Piloto por una Renta Básica) y representa la alianza con los sectores económicos más dependientes del turismo o del sector inmobiliario, mientras que entre la CUP y Comunes, se establece una competición más que una colaboración para establecer políticas favorables a las clases trabajadoras y avances en el terreno de los derechos nacionales. El 12 de mayo sabremos quien sale beneficiado o perjudicado de esta jugada. Los resultados pueden ser catastróficos para la izquierda de la izquierda, por decirlo con amabilidad. Volviendo al símil del ajedrez, sigue sin verse dónde está la estrategia y quién podría llevarla a cabo.
Inversiones y balanzas fiscales
Además de por razones históricas y democráticas para ejercer el derecho de autodeterminación también las hay económicas debidas a la desigualdad en el reparto de las inversiones estatales. Durante decenios se ha hablado de la descompensación que existe en las balanzas fiscales, es decir entre lo que se recauda en una Comunidad y lo que el Estado retorna a la misma en forma de inversiones. Después de muchos años negándose a hacerlo, el gobierno español ha publicado una serie de datos que deberán analizarse con detenimiento. Cada vez que se habla de presupuestos en Cataluña aparece el debate sobre el porcentaje que le debería corresponder en función de lo que aporta, teniendo en cuenta la solidaridad con otras Comunidades. La solidaridad es algo que se esgrime habitualmente en este debate. Parece como si la solidaridad pueda decretarse o imponerse, no algo decidido libremente. Algo que se impone difícilmente puede ser calificado de solidario. Será cualquier cosa menos solidaridad. Según estudios sistemáticos de la Generalitat de Cataluña, la diferencia entre los ingresos aportados y los gastos recibidos suponen un saldo en los últimos años que representa cerca del 10% del PIB catalán. Más concretamente, la evolución del déficit fiscal de Cataluña con el sector público central desde el año 1986 presenta unos resultados con pocas variaciones. Para tener en cuenta unos pocos años: 1986, 6,8% del PIB catalán de déficit; 1993, 10,1% de déficit; 2009, 8,5% de déficit; 2021, 9,6% de déficit. Desde el año 1986 no hay ningún año que el déficit sea menos del 6,6% del PIB catalán.
Aunque no hay “unanimidad” entre especialistas sobre la interpretación de las balanzas fiscales, si algo es evidente es que Cataluña tiene un déficit histórico muy elevado. Se trata de cifras y proporciones inmensas.
Pero otros datos reflejan el sentimiento real de que las cuentas no son nada claras. Ni siquiera se cumplen los objetivos acordados en los Presupuestos Generales del Estado. Veamos algunos ejemplos: en 2021 solo se ejecutó el 36% de lo presupuestado en Cataluña; en 2022, el 43%. Para el 2022 se asignó una partida de 849 millones para Cercanías de los que solo se ejecutó 177, el 20%. El 54,6% de las inversiones de Renfe se realizan en Madrid, mientras que en Cataluña se reducen al 14,1%.
Según la Cámara de Comercio de Barcelona la comparación de inversión ejecutada respecto al total presupuestado es la siguiente:
Alianzas y alternativas
En una situación tan compleja las elecciones del 12 de mayo se presentan como una incógnita. El resultado de las anteriores elecciones dejaron a las derechas españolas con 20 diputados (11 Vox, 6 C,s y 3 PP) del total de 135, no llegan al 15%. Las izquierdas, y aquí incluimos al PSC que para las personas que no vivan en Cataluña deben saber que se sitúa más a la derecha que el PSOE, reunieron 83 representantes (33 PSC, 33 ERC, 9 CUP y 8 Comunes), el 61% de los elegidos. Los independentistas sumaron 74 (33 ERC, 32 Junts, 9 CUP), el 54,8%.
Es previsible una reorganización de las derechas españolas. Ciudadanos está moribundo y todo indica que negocian una candidatura única con el PP (¿se acuerdan cuando había algunos autores que consideraban que Ciudadanos tenía un claro componente de izquierdas? Una gran visión). Sería un frente constitucional, según sus palabras, según la evidencia se trata de un frente españolista. Elección tras elección Vox está perdiendo fuelle en Cataluña y es difícil imaginar que siga siendo la primera fuerza de estas derechas.
En el ámbito independentista también ha habido cambios. Está por ver si Junts presentará a Puigdemont y la repercusión que pueda tener en el electorado, pero hay otros movimientos que pueden afectar al voto. Sectores de la ANC (Assemblea Nacional Catalana) quisieron impulsar una Lista Cívica por la Independencia que podrían haber arrastrado un voto fronterizo con Junts. Finalmente la ANC no presentará lista propia, pero la división es evidente en esta organización: 3.758 votaron no frente a 3.660 positivos, solo 98 votos de diferencia. También hay preocupación, si llega a presentarse, por la Alianza Catalana, un partido catalanista derechista y xenófobo, que ganó la alcaldía de Ripoll y que se está extendiendo por otras comarcas.
En las primeras encuestas el PSC aparece en primer lugar, ya ganó las anteriores elecciones, pero no pudo formar una mayoría para gobernar. Los votos catalanes a los socialistas son un indicador general. Como recordaba recientemente Enric Juliana, el pasado 23 de julio “la mayor concentración de voto alrededor del Partido Socialista se produjo en Cataluña. Pedro Sánchez sigue siendo hoy presidente del Gobierno gracias al factor catalán y a una especial movilización del voto femenino”. Por eso ha venido a Cataluña a “abrir” la campaña el 17 de marzo. Se la juega. En cuanto a ERC habrá que ver si le pasa cuentas o no estos años de gobierno en solitario, lo mismo que a los Comunes tras su arriesgada apuesta de no votar los presupuestos, mientras que a la CUP la convocatoria electoral la pilla en pleno proceso de renovación.
Si hay alguna lección de esta situación es que para lograr mayorías que permitan avanzar en políticas sociales y hacia el ejercicio del derecho de autodeterminación se necesita la colaboración y el entendimiento de las izquierdas, que las lógicas diferencias formen parte del debate político y no del enfrentamiento entre ellas. Además, gobernar no puede ser simplemente gestionar lo que hay, sino que hace falta audacia para poder transformar y responder a las necesidades de las mayorías. Algo que, como algunos movimientos sociales y sindicatos han declarado, está a mucha distancia de la realidad.
[1] Los datos de estos cuadros están tomados de Eurostat y de un trabajo de Jordi Arcarons al que agradecemos habérnoslos cedido.