Al intervenir en el acto de cierre de la Jornada Latinoamericana y Caribeña de Integración de los Pueblos, en Foz de Iguazú (Brasil), la vicepresidenta y ministra de Igualdad y Equidad, Francia Márquez Mina, insistió en la necesidad de buscar la unidad del continente desde la iniciativa de sus pueblos y no dejarla al vaivén de los gobiernos que, necesariamente, son pasajeros.
“Dejar la unidad latinoamericana y del Caribe solo en manos de los gobiernos de turno, es condenarnos a que cada vez que llegue alguien nuevo desarticule nuestros procesos e improvisé unos nuevos. Mientras los gobiernos vamos y venimos con intentos de integración, América Latina y El Caribe se mueven por rutas y conexiones duraderas que han establecido los propios pueblos. Estas conexiones han resultado en intercambios culturales maravillosos y poco reconocidos, como las rutas de la diversidad étnica y cultural, como las rutas de nuestros saberes y sabores gastronómicos, la literatura, el cine, la televisión y la música, que son verdaderas formas de integración social y de integración latinoamericana”, manifestó.Para la alta mandataria, nos urge como región que se fortalezcan los mecanismos políticos y económicos, y los intercambios sociales entre la gente negra, indígena, campesina, entre las mujeres, las personas con discapacidad, la población LGBTIQ y, en general, los sectores populares. “Una verdadera y permanente integración de nuestra región debe ser un tema de los pueblos y no solo una iniciativa de los gobiernos. Los gobiernos están llamados a establecer mecanismos que permitan que esos intercambios sociales se puedan conectar más fácil, pero las burocracias impiden todo ello. Deberían permitir que la música, que los sentimientos y que las formas de vida fluyan”, agregó.
En este sentido, recalcó en la necesidad de consolidar un mecanismo fuerte de integración latinoamericana y del Caribe, no solo como un asunto de identidades interdependientes, sino también como un tema de superación de las brechas de inequidad y desigualdad. “Solo si los mismos pueblos legitiman los mecanismos de integración regional, lograremos que sean perdurables. Pero mucha gente ni siquiera sabe que existen, qué hacen y qué producen. Por eso tenemos una tarea fuerte de socializar en qué consisten, cuál es su finalidad, y repensar las estrategias para que tengan impacto en la vida de las personas”, enfatizó.
De lo que se trata –reiteró la vicepresidenta- es de mirarnos hacia adentro, hacia nosotros mismos, mirarnos entre pares, entre iguales e incluso mirar a África, a su proceso de integración, lo cual nos permitiría consolidar un Sur Global que tome decisiones en las canchas donde creemos que solo juegan las potencias del norte: “Los desafíos globales deben contar con nuestra participación en la toma de decisiones. Hay que potenciar y articular los mecanismos que existen, blindarlos de los sectarismos y asegurarnos que acojan a la diversidad de pensamientos de nuestra región”.
Y agregó: “Proponemos que el progresismo latinoamericano y caribeño se nutra de los saberes tradicionales y los pensamientos de los sectores populares antipatriarcales, antirracistas, anticoloniales y anticapitalistas. Tenemos que ser defensores de la vida para emprender las luchas de todas estas apuestas. Todas estas apuestas deberían ser comunes, si queremos lograr que, a pesar de nuestras diferencias, seamos capaces de construir juntos y juntas. Como una mujer negra lo digo: si América Latina no asume una verdadera agenda frente al racismo estructural, no podemos seguir hablando de integración regional. Si América Latina y el Caribe no asumen una verdadera lucha de erradicar el patriarcado que está violentando a las mujeres y que nos mata todos los días, no sigamos hablando de integración regional. Esto debe ser parte de una agenda realmente transformadora, de una agenda que reconozca la diversidad, de una agenda que reconozca nuestras historias”.
En el cierre de su intervención, Márquez Mina puso sobre la mesa dos de los temas que, en su concepto, deben ser banderas en ese camino de unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños: reparación histórica, de cara a una verdadera transformación que sane los efectos de la esclavitud, el colonialismo y el racismo, y la lucha contra el hambre. “Y estas injusticias históricas deben permitirnos, realmente, que el pueblo latinoamericano y del Caribe se sienta identificado con lo que estamos haciendo. Si no, seguiremos echándole carreta al pueblo y el pueblo entonces seguirá eligiendo una política de muerte que nos sigue matando a millones de seres humanos en Colombia, Latinoamérica y el Caribe. Seguiremos firmes, con el corazón bien puesto”, concluyó.