Alrededor de 300 personas han participado en la tarde del sábado en una marcha hasta la playa del Tarajal de Ceuta para conmemorar el décimo aniversario de la tragedia ocurrida en la playa ceutí en febrero de 2014
El pasado sábado 3 de febrero, la ciudad autónoma de Ceuta ha sido testigo de la conmemoración del décimo aniversario de uno de los sucesos más trágicos en la historia reciente de la migración en Europa: la tragedia del Tarajal, que se cobró la vida de quince migrantes que intentaban alcanzar a nado las costas de Ceuta. Sin duda, junto a los ocurridos en la valla de Melilla en junio de 2022, estos hechos permanecen en la memoria colectiva como un doloroso recordatorio de las políticas migratorias y de asilo vigentes.
Más de trescientas personas, entre activistas, representantes de colectivos y ciudadanos, provenientes de diversos puntos de España y del extranjero, se han congregado para recordar uno de los sucesos más sombríos en la historia de los derechos humanos en las fronteras de Europa.
El 6 de febrero de 2014, aproximadamente 400 personas migrantes intentaron entrar en Ceuta. Unos 90 llegaron a la playa del Tarajal, intentando cruzar a nado. Al menos 14 murieron ahogados y 23 fueron devueltos a Marruecos desde la playa sin procedimientos formales. Según revelaron las imágenes de las cámaras de seguridad se puede apreciar que la Guardia Civil usó fuerza excesiva y material antidisturbios para impedir que alcanzaran la costa.
La jornada comenzó con una serie de mesas redondas en el IES Abyla, donde destacados representantes de la defensa de los derechos humanos ofrecieron sus perspectivas sobre las implicaciones de la tragedia. Patuca Fernández, abogada de la asociación Coordinadora de Barrios; Mouctar Bah, especialista en acompañamiento psicosocial; y Viviane Ogou, investigadora y activista, compartieron testimonios y análisis críticos sobre la política migratoria y sus devastadoras consecuencias. Sus intervenciones no solo profundizaron en el impacto de la tragedia del Tarajal, sino también en las cicatrices abiertas que ha dejado en la comunidad migrante y en la sociedad.
La abogada de una de las acusaciones presentadas contra la actuación de la Guardia Civil aquel día, Patuca Fernández, de la Coordinadora de Barrios, destacó la persistencia del dolor y la ausencia de responsabilidad, señalando la continuidad de tragedias similares en las fronteras. Su intervención enfatizó la importancia de sensibilizar sobre las realidades de la frontera y las causas profundas detrás de la tragedia del Tarajal.
Mouctar Bah destacó la necesidad de justicia, verdad y reparación, criticando las políticas de externalización de fronteras que incrementan los riesgos para los migrantes y refugiados. Bah puso voz a las familias de los fallecidos, resaltando la imposibilidad de cerrar el ciclo del duelo sin justicia ni reconocimiento por parte de las autoridades.
Viviane Ogou, por su parte, denunció el impacto desproporcionado de las políticas fronterizas sobre la vida de las personas migrantes, apelando a la necesidad de abordar la migración desde una perspectiva de dignidad y seguridad humana. Hizo un llamado a la acción por parte del Estado español y Europa para reconocer las tragedias del Tarajal y Melilla, y las muertes de miles en su intento por alcanzar un futuro mejor.
La marcha, que partió desde la Plaza de los Reyes, ubicación de la delegación del Gobierno en Ceuta, fue encabezada por activistas africanos representando a diversos colectivos en defensa de los derechos de las personas migrantes. Los manifestantes, al ritmo de consignas que pedían justicia y reparación, siguieron una pancarta que lideraba la marcha, simbolizando la lucha continua por el reconocimiento y la dignidad de las personas migrantes.
Al llegar a la playa del Tarajal, escenario de los trágicos eventos donde 15 migrantes perdieron la vida intentando alcanzar la seguridad y la esperanza en suelo español, los participantes se reunieron frente a la orilla del mar en un solemne acto de recuerdo.
En un emotivo homenaje, se guardó un minuto de silencio, seguido por el encendido de velas que fueron cuidadosamente colocadas en la arena, cada una llevando los nombres de los 14 jóvenes que se ahogaron aquella fatídica mañana. Este acto simbolizó no solo el dolor por las vidas perdidas sino también el firme compromiso de no olvidar y continuar la lucha por la verdad y la justicia.
Tras el homenaje se leyó un manifiesto en árabe, francés y castellano que no solo recordó a las personas caídas, y ha sido leído como un grito contra la impunidad y una reclamación hacia los gobiernos de Europa para que transformen las políticas migratorias vigentes.
Este manifiesto, respaldado por más de 200 organizaciones y colectivos de todo el Estado español y el extranjero ha servido como recordatorio de la tragedia ocurrida el 6 de febrero de 2014, cuando 14 jóvenes, entre ellos Yves, Samba, Daouda, Armand, Luc, y Roger Chimie, encontraron su final en un intento por alcanzar la seguridad en las costas españolas.
El documento no solo nombra a las víctimas sino que también critica la respuesta institucional a este suceso, marcando una década de «dolor, impunidad e injusticia», pero también de «lucha, resistencia y solidaridad colectiva».
El manifiesto denuncia la actuación de la Guardia Civil, que utilizó balas de goma y material antidisturbios contra los migrantes, así como la devolución de 23 personas a las autoridades marroquíes sin un procedimiento formal adecuado. Critica fuertemente la falta de investigación adecuada por parte de las autoridades y la ausencia de justicia para las familias de las víctimas.
Además, el documento articula una denuncia más amplia contra un «sistema racista, colonial y supremacista» que perpetúa la vulnerabilidad y la muerte en las fronteras.
Este sistema, según el manifiesto, se muestra no solo en tragedias individuales como la del Tarajal, sino también en las políticas migratorias más amplias que deshumanizan a los migrantes y refugiados, evidenciado por más de 6,600 muertes en 2023 en su intento por alcanzar Europa.
El manifiesto exige una serie de demandas al Estado español, responsabilidad, reparación para las víctimas, y cambios en la gestión de las políticas migratorias que aseguren el respeto a los derechos humanos y la dignidad de todas las personas en movimiento. Entre estas demandas se incluye el cese de la violencia en las fronteras, el rescate de todas las vidas en el mar, y el reconocimiento del derecho a la libre circulación.
Con una firme declaración de que «todas las vidas importan», el manifiesto pone en valor el compromiso de los presentes y de las organizaciones convocantes de seguir luchando por la justicia, la verdad y la reparación, no solo para las víctimas del Tarajal sino para todas las personas que han sufrido y continúan sufriendo en las fronteras de Europa. La organización promotora de la marcha del Tarajal, la asociación ELIN, ha logrado unificar a más de doscientas entidades bajo un mismo clamor y se ocupa de la coordinación para asegurar la realización anual de la marcha en Ceuta.
«Tarajal, ¡No Olvidamos!» fue el grito unánime que resonó en la playa, un grito de esperanza y resistencia que promete continuar exigiendo verdad, justicia y reparación, recordando al mundo que detrás de cada política y cada número estadístico, hay historias humanas, sueños y vidas que merecen ser honradas y protegidas.