La Unión Africana ha decretado la prohibición durante al menos 15 años del comercio de pieles de burro, materia prima del ejiao, una codiciada jalea que la medicina tradicional china considera un vigorizante antienvejecimiento. La decisión, adoptada en Addis Abeba durante la 37ª sesión de la Asamblea de la UA, fue propuesta por el Comité Técnico de Agricultura, Desarrollo Rural, Agua y Medio Ambiente. También pesó en la prohibición el informe Donkeys in Africa Now and in the Future (Los burros en África ahora y en el futuro), promovido por la organización Brooke Hospital, que en noviembre de 2022 había coordinado en Tanzania la Conferencia Panafricana sobre el Burro, que dio lugar a la Declaración (ministerial) de Dar es Salaam.
En China, la insaciable demanda de ejiao había provocado un descenso sustancial del número de burros, por lo que el país asiático recurrió a África (pero también a Sudamérica: hay un proyecto de ley en Brasil para una prohibición similar). Según la organización Donkey Sanctuary, cada año se matan en el mundo casi 6 millones de burros por sus pieles y, al parecer, la tendencia «brutal e insostenible» va en aumento.
Un «momento histórico, una medida drástica contra un comercio brutal e insostenible. Damos las gracias a la Unión Africana»: así se felicitaron las organizaciones de defensa de los equinos, que trabajan para aliviar (con cuidados veterinarios y sensibilización) la ardua y a menudo dolorosa vida de estos animales de trabajo, muy útiles para las comunidades rurales pobres – y no pocas veces robados, matados y despellejados para alimentar el comercio de pieles.
El burro doméstico (Equus africanus asinus) deriva del burro salvaje africano (Equus africanus) que se encuentra en números muy reducidos en algunos países del continente y está clasificado en peligro crítico de extinción. En África viven y trabajan unos 33 millones de burros, dos tercios de los que hay en el mundo, según la organización Donkey Sanctuary; pero solo en Kenia, entre 2016 y 2019, la mitad fueron asesinados por ejiao. La legislación ha sido hasta ahora bastante caótica. Al principio, algunos gobiernos vieron una oportunidad, pero luego en algunos países (Kenia, Burkina Faso, Uganda, Tanzania, Botsuana, Níger, Mali y Senega) la exportación pasó a ser ilegal o se subieron los impuestos a la exportación para desincentivar la práctica. Pero la elevada demanda y los altos precios han alimentado el robo y el contrabando.
¿El siguiente paso?
«Trabajar para que se aplique la prohibición en todos los países y para que esta decisión se imite en todo el mundo», explican los responsables africanos del Brooke.