Diallo Ablaye, vicepresidente fundador de la fundación de Sur Sur Cooperación internacional , Representante Internacional de la Organización Panafricanista Mundial OPAM-WOPO/OPDH y Secretario de CONAICOP (Consejo Nacional e Internacional de la Comunicación Popular).
Hablamos a menudo del genocidio en Palestina. Sin lugar a dudas, todo lo que hablemos será poco para que todo el mundo lo tenga cada vez más presente. Pero sería terriblemente injusto ignorar lo que está sucediendo en el Congo.
Seguro que a muchos les surge casi automáticamente la expresión “irse al Congo belga” como para referirse a un lugar sumamente remoto, casi inexistente. No es algo casual, pues la historia del país va unida tristemente a la de Bélgica y el Congo sigue siendo un país en el olvido.
Leopoldo II fue el soberano, fundador y único propietario del Estado Libre del Congo desde 1885 hasta 1908. Se trataba de un proyecto privado encabezado por él mismo. En ese periodo se produjo el exterminio de 15 millones de personas.
El extractivismo en aquel tiempo se basaba en el caucho. Entre las muchas barbaridades, el patriarca Leopoldo mandaba cortar las manos de los niños que no recolectaban lo suficiente al final del día. No fueron pocos los niños mutilados, al punto de que son típicas las manitas de chocolate en Bélgica, como una tradición “simpática”, en memoria de la lejana colonia.
Después, en 1908 el territorio adquirió el estatus de colonia Belga, hasta alcanzar su hipotética independencia en 1960.
Pero el genocidio en el Congo continúa en la actualidad. Mujeres y niños son masacrados con machetes y luego ejecutados y abandonados en las calles. Miles de personas huyen de la violencia en el este de la República Democrática del Congo, mientras se intensifican los combates entre el ejército congoleño y el grupo armado M23.
Desde la lejanía podría darnos por pensar que es algo que ya forma parte de su destino, como un designio natural. Pero evidentemente este pensamiento es una estupidez mezquina, pues no hay nada de natural en los genocidios.
Como es evidente, para realizar cómodamente el expolio, Occidente propicia la inestabilidad gubernamental, de manera que no puedan prosperar las iniciativas de autogestión nacional. Cuando aparece un líder potente y honesto se le asesina, como es el caso de Patrice Lumumba. Así, los países colonialistas pretenden mantener eternamente esclavizada a la población africana.
Hoy en el Congo, ya no se trata del caucho sino de la extracción de los enormes recursos que posee el país, como el coltán, cobalto, litio, circonio, bauxita, oro, diamantes, fosfato, etc. que nutren a la industria y la codicia occidental.
La segunda parte de esta injusticia ocurre mucho más cerca de nuestra casa, pero no por ello los africanos son vistos como gente que debería ser acogida y restaurada del mal que Occidente causa.
No conformes con el desastre producido, el sistema se ocupa de difamar a las víctimas. «Los países occidentales quieren los recursos naturales africanos pero no quieren a los ciudadanos negros africanos», escribe Diallo Ablaye en su cuenta de X.
Cuando los africanos se ven obligados a abandonar su país, entonces occidente considera que le molestan estas personas en situación de urgencia. Para ello niegan el auxilio mínimo humanitario y despliegan un discurso sembrado de difamaciones hacia quienes huyen del desastre que ellos han producido y siguen produciendo en África.
Es de vital importancia dar visibilidad a los crímenes que están ocurriendo ahora en el Congo y en muchos países africanos, propiciar un relato que se ajuste a la realidad, para que cada vez más personas abandonen la visión violenta y racista con la que contaminan nuestras mentes.
El mundo necesita nuevos líderes que trabajen para generar condiciones de reequilibrio en África, pero también necesita de la implicación de todos nosotros.
Se requiere actuar en muchos campos en simultáneo: autoorganización y campañas de educación, tanto en África como en Occidente.
Pero una cosa es clara, África no necesita de limosnas occidentales, ya que tiene riqueza suficiente; basta con que detengan el expolio y los crímenes.
Diallo Ablaye es uno de estos líderes que está trabajando por esta causa desde el movimiento panafricanista.
Pueden seguirle en las redes sociales.
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