El gobierno de Netanyahu prosigue ineluctablemente su “doctrina Amalek” que valió la condena desfavorable a Israel por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU en La Haya.

Nota: Alfredo Jalife-Rahme – Analista internacional, médico, profesor, conferenciante y periodista   – México

Dicho fallo fue absurdo, pues no sentenció la jerárquicamente medida cautelar para un imperativo cese el fuego inmediato en Gaza, antes de que advenga la extinción de sus habitantes palestinos.

Y fue tan inconsistentemente absurdo el acto de la CIJ que el día de su simbólico fallo, Israel catalizó como represalia la cruel desfinanciación de 15 países (¡megasic!) a la Unrwa (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo).

Unrwa es el principal abastecedor de agua (sic), refugio, alimentos, salud, educación y servicios de protección social a los civiles que sufren el casi genocidio (según la CIJ que no se atrevió a definir la trágica realidad); además, ayuda a unos 6 (sic) millones de palestinos refugiados en Líbano, Siria y Jordania, de los cuales, casi 2 millones viven en campos de refugiados manejados por la Unrwa.

El presupuesto de la Unrwa en 2023 fue de mil 630 millones de dólares. Su financiamiento proviene en forma aterradora casi enteramente de contribuciones voluntarias con un subsidio (sic) muy limitado del gasto regular de la ONU, usado sólo en costos administrativos (¡megasic!).

Ya en 2022, 94.9 por ciento de las contribuciones provinieron de países y gobiernos regionales. Del presupuesto total de mil 170 millones de dólares en 2022, 61.4 por ciento provino de EU, Alemania, la Unión Europea (UE) y Suecia, sus mayores donadores individuales. Los miembros de la UE contribuyeron con 520.3 millones: 44.3 por ciento. ¡Puras migajas!

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El ranking del top ten en donadores de migajas son: EU (344 millones de dólares), Alemania (202 millones), UE (114.2 millones), Suecia (61 millones), Noruega (34.2 millones), Japón (30 millones), Francia (29 millones), Arabia Saudita (27 millones), Suiza (25.5 millones) y Turquía (25.2 millones).

México viene en el sitial 39, mientras Israel, la potencia ocupante y expulsora de palestinos desde 1947, no aporta ni un centavo cual debiera ser su obligación, de acuerdo con las leyes internacionales que pisotea.

Según el analista Elijah J. Magnier, “la desfinanciación del ‘club occidental’ puede tener espeluznantes consecuencias. Expone a cerca de 5.5 millones de palestinos en Medio Oriente a un castigo colectivo que los priva de los servicios básicos y los derechos esenciales a su supervivencia” y “también desestabiliza a los países vecinos a Israel, donde habitan los refugiados palestinos, potencialmente escalando las tensiones en una de por sí región volátil”. Agrega que puede desencadenar una crisis humanitaria con incremento de la pobreza, falta de educación y acceso a la salud e inseguridad alimentaria.

Magnier concluye que simbólicamente socava el derecho de los palestinos de regresar a sus tierras ancestrales, de acuerdo con la resolución 194 de la ONU.

Hasta ahora 15 países (primero EU) han suspendido el financiamiento (casi 70 por ciento), basados en los alegatos de Israel de que 13 empleados de Unrwa fueron implicados en los ataques de Hamas el 7 de octubre ¡sin aportar pruebas públicas creíbles y que sólo ha visto en secreto EU!

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Israel alude que cerca de mil 200 de los 12 mil empleados (en realidad son 30 mil) de Unrwa en Gaza son aliados de Hamas. ¡No, bueno!: hoy cualquier palestino es partidario de Hamas.

Lo más aberrantemente anómalo radica en que los jázaros de Israel prohíben el retorno de los palestinos cuando fomentan el retorno fake de los jázaros, quienes nunca estuvieron en la “tierra de Israel/‘gran Israel’ también fake”, como demuestra Shlomo Sand, historiador israelí de la Universidad de Tel Aviv, en el segundo libro de su descomunal trilogía: La invención de la tierra de Israel”.

 

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