Hablamos con el científico de renombre mundial Michael Mann, experto en cambio climático, quien acaba de recibir más de 1 millón de dólares como resultado de una demanda judicial que inició contra dos críticos de derecha que difamaron su trabajo, en el que vincula el uso de combustibles fósiles al aumento de las temperaturas globales. Hoy nos acompaña para hablar acerca de la importancia de oponerse al negacionismo del cambio climático a través de la libre investigación y expresión científica. “Todo el mundo pierde si la comunidad científica no se siente habilitada para hablar sobre las implicaciones de su disciplina”, señala. Con respecto a su victoria judicial, Mann espera que sirva para proteger a otras personas que han sido silenciadas con amenazas de difamación y para que “los científicos tengan más confianza para salir del laboratorio y hablar tanto con la gente como con quienes toman las decisiones políticas”.
Amy Goodman: —Esto es Democracy Now! Soy Amy Goodman, con Juan González.
Pasamos ahora a hablar sobre la crisis climática. El 12 de febrero, decenas de manifestantes fueron arrestados a las afueras de la sede de la campaña de Biden en Delaware. Los miembros del movimiento Sunrise Movement le exigían al presidente que declare una emergencia climática. Algunos sostenían carteles que decían “Financien soluciones climáticas, no el genocidio”.
Mientras tanto, el científico climático de renombre mundial Michael Mann acaba de recibir más de un millón de dólares de una demanda por difamación que fue resuelta la semana pasada. Mann presentó inicialmente la demanda en 2012 contra dos críticos de derecha. Rand Simberg, quien entonces era miembro del Instituto Competitive Enterprise, escribió: “Se podría decir que Mann es el Jerry Sandusky de la ciencia climática, solo que en lugar de abusar de niños, ha abusado y torturado datos”. Por supuesto, Sandusky es el pederasta convicto y exentrenador de fútbol americano de la Universidad Estatal de Pensilvania, donde Mann era profesor en ese momento. Mark Steyn, colaborador de la revista National Review, citó a Simberg y calificó las investigaciones de Mann como “fraudulentas”. El Dr. Mann dijo que espera que el veredicto unánime en su demanda por difamación contra estas dos personas deje claro que acusar falsamente a los científicos climáticos no es un discurso protegido.
Mann nos acompaña ahora desde Filadelfia, donde es profesor distinguido presidencial de Ciencias de la Tierra y del Medioambiente en la Universidad de Pensilvania.
Profesor Mann, bienvenido de nuevo a Democracy Now! ¿Puede explicar lo que sucedió y la gran victoria que obtuvo de un millón de dólares con el fallo de un jurado de Washington D.C., tras su demanda contra estos dos negacionistas de derecha?
Michael Mann: —Sí. Gracias, Amy.
Es un placer estar con ustedes. Tal como lo dijo usted al leer mis palabras, esto debe establecer un límite. Una cosa es estar en desacuerdo con los hallazgos de los científicos. Como sabe, la gente tiene el derecho a hacerlo. Una cosa es criticar a los científicos. Y dentro de la comunidad científica la crítica de buena fe y el escepticismo son algo positivo. Pero lo que no se debe permitir, lo que no se puede hacer, es emitir acusaciones falsas sobre los científicos en un intento de, por supuesto, promover una agenda que en este caso es la del negacionismo del cambio climático. Y esto es algo con lo que nos hemos encontrado por décadas: campañas de la industria de los combustibles fósiles y de sus mercenarios con el fin de atacar y tratar de desacreditar a los científicos, para evitar medidas significativas contra el cambio climático. Entonces esto debe establecer un límite.
Y creo que va más allá de la ciencia climática. Creo que también se aplica a otras áreas, como las ciencias de salud pública. Hoy vemos ataques malintencionados contra científicos de salud pública como Anthony Fauci y mi buen amigo Peter Hotez. Eso no es un discurso protegido. No se puede atacar con argumentos falsos y difamatorios a los científicos. Y quiero pensar que esto creará ahora un espacio para que los científicos se sientan más cómodos cuando salgan del laboratorio y le hablen a la sociedad y a los políticos sobre su trabajo científico y sobre las implicaciones de su trabajo científico, si saben que les amparan algunas protecciones básicas.
Juan González: —Quería preguntarle también sobre sus conversaciones con colegas científicos. ¿Cuál es el estado de ánimo o la percepción respecto al modo en que estos ataques están afectando su capacidad para hacer su trabajo?
Michael Mann: —Bueno, especialmente en los científicos jóvenes, lo que temo es que al ver estos ataques tan visibles, estas acusaciones contra sus colegas científicos en la esfera pública, eso de algún modo coarte el discurso público. Básicamente les hace tener miedo a pronunciarse y dar su opinión. Así que, creo que estos ataques han tenido un efecto paralizante. Y esa era su intención. Por supuesto, la máquina de desinformación sobre el cambio climático ha utilizado el vilipendio como una forma para intimidar a los científicos, para, de algún modo, como dije antes, crear miedo a ser atacados si hablan sobre las implicaciones de su trabajo científico. Eso ha estado pasando durante demasiado tiempo. Y ha infectado a toda nuestra clase política, donde hoy en día la desinformación se extiende de forma desenfrenada. Y cuando se trata de los grandes retos a los que nos enfrentamos, ya sea el cambio climático o la amenaza para la salud pública de pandemias como la COVID-19, es absolutamente esencial que los científicos se sientan libres para hablarle a la sociedad y a los responsables políticos sobre estas crecientes amenazas. Y, de nuevo, espero que esta decisión cree un poco más de espacio para que mis colegas científicos puedan hacer eso.
Amy Goodman: —¿Cree que su caso pueda sentar un precedente para los líderes políticos que ataquen la ciencia climática? ¿Y qué tan gravemente resultó usted perjudicado? A usted le han comparado, de forma horrible, con este conocido abusador que destruyó la vida de tantos hombres jóvenes en la Universidad Estatal de Pensilvania.
Michael Mann: —Bueno, ciertamente, esto produjo en mí un impacto emocional, eso es seguro. Pero no me impidió seguir hablando sobre la crisis climática. He aprovechado esa oportunidad. Mi libro más reciente, “Our Fragile Moment” (Nuestro frágil momento), es mi último intento de comunicar la amenaza del cambio climático a la sociedad y a los responsables políticos. He podido hacer eso. Pero al mismo tiempo, eso ha tenido un coste emocional y, una vez más, ha creado este efecto paralizante, ya que otros científicos, al verme ser atacado de esta manera, tal vez han dado un paso atrás y han rehuido colocarse en el foco de atención. Y todos pagamos el precio cuando los científicos no se sienten empoderados para hablar sobre las implicaciones de su trabajo científico.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván Hincapié.