El ultraderechista presidente de Argentina, Javier Milei, enfrenta a la realidad luego de que sus ofertas electorales comienzan a demostrar un peso más propagandístico que real, llevando a la pobreza a la mitad de la población, usando la comida y la crisis alimentaria como variable de ajuste.
El “plan Milei” de reseteo del modelo capitalista en Argentina incluye abaratar el costo laboral y suprimir las escasas regulaciones estatales en la economía a favor del capital financiero y el complejo agro-minero exportador; reducir el costo del sostén del Estado con ajustes del gasto social e imprimir un giro autoritario al sistema político, para acorralar la protesta y limitarla, ya que difícilmente la pueda eliminar.
Como si no pasara nada en el país, el presidente y su comitiva volaron hacia Tel Aviv. En Israel mantendrán reuniones con funcionarios, empresarios y religiosos, mientras que en Roma y el Vaticano se encontrará con Francisco y la primera ministra Giorgia Meloni. Milei, que ya ha manifestado su alineamiento con el Estado de Israel, visita Tierra Santa en medio del genocidio en la Franja de Gaza.
La realidad muestra que se tonifica la musculatura de las calles, con la agravante para el oficialismo de que el peronismo -en repliegue por su propia crisis- no la controla ni regimenta. Pero, sobre todo, porque la línea de represión sostenida de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, radicaliza y suma voluntades, no amedrenta, y achica el espacio a los dadores voluntarios de gobernabilidad callejera.
Y como contracara, en dos meses casi de gobierno (es un decir) los libertarios -recluidos en sus guaridas digitales- no han mostrado capacidad alguna de movilización y prefiere agresiones personales o patoteras. Pareciera que la tendencia mundial de las nuevas ultraderechas, si bien son dinámicas en política, son deficitarias en respaldo de calle.
También la relación del gobernante con el sector militar se va descomponiendo al ritmo del pase a retiro de generales y medidas de recorte como la eliminación de la jerarquización salarial que habían logrado acordar con el gobierno anterior. Asimismo, la ofensiva privatizadora de Milei ha creado malestar en el sector que defendió de manera febril a través de la vicepresidenta Victoria Villarruel.
La Iglesia Católica le repite que la comida no puede ser una variable de ajuste, mientras el gobierno sigue con aumentos groseros no solo en los alimentos y artículos de primera necesidad, sino también (de hasta 250%) en el transporte público. Obvio: las ventas en comercios minoristas cayeron 28,5% interanual en enero.
En su primera declaración pública desde la asunción de Milei, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal advirtió sobre la gravedad de la situación social: asegura que “el pan de cada día es un clamor de justicia” y señala que es necesario anticiparse para que no se profundice la crisis alimentaria. En indirecta respuesta a la ministra de Capital Humano, los obispos piden que se continúe con la asistencia y aporte a los espacios comunitarios y colectivos, mientras se realizan auditorías.
Frente al ministerio de Capital Humano se formaron 27 cuadras de personas que reclamaban alimentos y asistencia a los comedores populares. La inflación y el paquetazo de Milei están haciendo estragos el estómago y la salud de millones. Las ollas vacías reflejan la realidad de cientos de ollas de comedores de todo el país que no llegan a completarse por la falta de alimentos que el gobierno ultraderechista, desde que asumió, se niega a entregar.
Luego de haber dicho la semana anterior que escucharía “uno por uno la gente que tiene hambre”, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello anunció que no recibiría a las personas que se acercaron desde varios barrios de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires hasta su cartera para pedir alimentos. Son quienes reciben la ayuda de las ollas populares y los comedores comunitarios a los que el ministerio de Pettovello decidió suspender la entrega de alimentos.
Más allá de los ciudadanos corrientes, también los empresarios de farmacias están más que preocupados, ya que “las cifras de enero parecen las de un mes donde nadie se enfermó”: la venta de medicamentos cayó 46% en relación con el año pasado.
El Gobierno reconoció que el salto cambiario de 118 por ciento que aplicó el ministro de Economía Luis Caputo el 12 de diciembre (al segundo día de asunción de Javier Milei) generó casi 2,5 millones de pobres en la Argentina.
En una carta enviada a la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, advirtieron que la pobreza ya alcanza al 50 por ciento de la población y al 60 por ciento de los jóvenes, un incremento de 5,3 puntos porcentuales respecto a la situación previa al “mileinato”.
Las ventas minoristas de las pequeñas y medianas empresas experimentaron una significativa disminución del 28,5% en enero, en comparación con el mismo período del año anterior. Los primeros 45 días de Milei marcaron, también, un derrumbe del 20 por ciento en el turismo argentino, en plena temporada estival.
Fascismo corriente
“Celebramos a la Policía, los felicitamos. Cada balazo bien puesto en cada zurdo ha sido para todos nosotros un momento de regocijo. Cada imagen de cada zurdo lloriqueando por el gas pimienta en su cara ha sido para nosotros un momento muy placentero de ver”, señaló en X Agustín Laje, el politólogo de extrema derecha referente de jóvenes libertarios que ataca a las minorías sexuales y los feminismos.
El juez federal Sebastián Casanello se declaró competente en la causa en la que se pide la «inconstitucionalidad» del protocolo antipiquetes del Ministerio de Seguridad e instó a su titular, Patricia Bullrich, a que presente «en las próximas 72 horas» un informe que detalle los «fundamentos jurídicos» de su aplicación y «si fueron consultadas» la Secretaría de Derechos Humanos, organizaciones de la sociedad civil u organismos internacionales.
Hay una frase muy antigua y que pasó de generación en generación: «Lo que mata es la humedad». En los días húmedos y calurosos el sudor queda sobre la piel y el cuerpo no puede refrescarse, por eso se produce esa sensación de calor agobiante que le da sentido a la frase.
En estos días de calor agobiante, Milei tal vez descubra que no es la humedad la que puede matar a su gobierno, sino la realidad.