Rodeado de las expectativas, no solo de Argentina sino de medio mundo, el ultraderechista Javier Milei arrancó el 2024 con una serie de reveses y, pese a las promocionadas intenciones de las autodenominadas «fuerzas del cielo» de retirar al Estado de su rol de regulador de la economía, se encontraron con trabas en los dos poderes restantes, Judicial y Legislativo, y en sectores políticos y sociales.
Ante este escenario, Milei, que carece de estructura política en el Congreso y cree que las masas lo seguirán, ordenó a sus principales asesores preparar el llamado a un plebiscito para consultarle a la sociedad si acompaña o no sus medidas. “Está asustado”, señaló El Destape. El temor responde no solo a que los más de mil artículos para derogar 41 leyes y modificar otras 300 no avanzan, sino que asumió que los mercados perciben que las leyes que envió a sesiones extraordinarias no saldrán.
Milei asegura que el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y la ley ómnibus buscan sacar de las espaldas de la sociedad el peso del Estado, cuando lo que sacan es la protección del Estado frente a las grandes corporaciones que son las únicas favorecidas.
Entrando en el primer mes del gobierno del “libertario”, los fallos judiciales y los reparos de la oposición para acompañar en el Congreso el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y su llamada Ley Ómnibus, ponen en jaque el plan de fuerte ajuste y profunda desregulación diseñado por las corporaciones empresariales nacionales y trasnacionales para cambiar la matriz económica de Argentina.
Nunca antes un gobierno pretendió legislar por decreto de forma masiva, tumultuaria y caótica, señala Raúl Zaffaroni, abogado penalista, juez, jurista, escribano, criminólogo argentino, profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires, y exmiembro de la Corte Suprema de Justicia, quien apela a la Constitución.
“El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincias, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la Patria”, insiste.
El domingo último, Milei trató de «idiotas útiles» a los diputados y de hacer «estupideces» que frenan el avance del DNU y la ley ómnibus. «Que quede claro que son ellos los responsables. Yo hice lo que tengo que hacer: mandé el programa de ajuste, de shock bien ortodoxo. No vamos a negociar nada», advirtió. «No acompañaron la licitación de bonos y eso trajo como consecuencia que el riesgo país suba. Los políticos tienen que tomar conciencia de que si no hacemos lo que hay que hacer, van a estar hundiendo a la sociedad en una crisis enorme», dijo.
El derechista diario La Nación admite la ignorancia de Milei en lo que leyes se refiere al desatarse una crisis militar a raíz de su firma de decretos que establecen cambios en el Ejército, ya que no sabía que implicaba que nombrar un jefe del Ejército (Carlos Presti) de una promoción más joven, significaba pasar automáticamente a retiro a 22 generales. “Dio la orden de que arreglen el problema”, aseguró al medio de prensa.
El gobierno suma apenas 38 diputados, siete senadores y no cuenta con gobernadores ni intendentes. Si el paquete de leyes no se aprueba en el Legislativo y el mercado presiona con la ampliación de la brecha cambiaria, la gobernabilidad de Milei se verá seriamente afectada, advierten desde la prensa hegemónica. Pero especula con que puede “comprar” algunos votos a cambio de prebendas.
El triunfo judicial de la Central General del Trabajo (CGT), principal fuerza sindical, y el paro nacional anunciado para el 24 de enero genera una seria amenaza al plan motosierra del ultraderechista. Sabe que si pierde esta partida, su imagen política se verá gravemente afectada y los gremios rápidamente empezarán con reclamos por paritarias ante la escalada inflacionaria que come el poder adquisitivo de los trabajadores.
Milei demuestra no solo improvisación a la hora de gobernar sino, además, un armado de imagen al estilo estadounidense que dista mucho de la realidad de su país. Admira a Donald Trump, comercia con la misoginia y dice cosas escandalosas para llamar la atención. Pero a pesar de lo que grita Milei, el Papa no es un emisario del ‘maligno’ ni la crisis climática es ‘una mentira socialista’”.
El diario británico The Guardian volvió a publicar una editorial contra Milei, donde señalan que dentro de su gobierno «hay elementos del fascismo, elementos tomados prestados del Estado chino y elementos que reflejan la historia de dictadura de Argentina». Además lo comparan con la exprimera ministra británica Liz Truss, quien permaneció en su cargo 45 días en el 2022.
Resume así su primer mes de gobierno: «Recortes masivos; demoler servicios públicos; privatizar bienes públicos; centralizar el poder político; despedir a funcionarios públicos; eliminar las restricciones a las corporaciones y oligarcas; destruir regulaciones que protegen a los trabajadores, a las personas vulnerables y al mundo vivo; apoyar a los propietarios contra los inquilinos; criminalizar la protesta pacífica; restringir el derecho de huelga».
El diario británico confirma que el programa de gobierno de Milei fue elaborado por el think tank Atlas Network, la internacional ultraderechista con sede en Estados Unidos (1). Steve Bannon es considerado el gurú (y financista) principal de la ultraderecha global. Luego de fomentar campañas de odio en Estados Unidos desde el sitio web Breitbart News, el proyecto supremacista de Bannon desembarcó en Europa.
El exasesor de Trump también posó su mirada sobre América latina, trabajando junto al presidente Jair Bolsonaro en Brasil. Bannon eligió al diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario, para ser el líder regional de la agrupación política mundial llamada The Movement, definida por sus miembros como la “Internacional de la Nueva Derecha”.
Aumenta, todo aumenta
El precio de la carne ha aumentado más del 50%, 45% los boletos del transporte urbano y suburbano, mientras que el precio de los billetes de avión internacionales se ha duplicado. Los medicamentos incrementaron su precio en 140 por ciento. Los alimentos mostraron en diciembre una suba de 32, 5 por ciento, que se suman a los incrementos en combustible y la medicina prepaga. En menos de cuatro semanas la imagen negativa del Presidente escaló del 50,1 al 55,5 por ciento.
Los aumentos son tan veloces que cuando uno llega a la caja de un supermercado o una farmacia, los valores son mucho mayores que en las góndolas.
Todo lo que se quiere cambiar está destinado a alterar, desorganizar y perjudicar la vida y la cotidianeidad de la mayor parte de los 46 millones de argentinos. La eliminación de herramientas usadas para contener los precios del azúcar, la energía eléctrica, el transporte y los hidrocarburos, trajo aumentos en todos los rubros.
La liberación de contratos de consumo -con bancos, tarjetas de crédito, billeteras virtuales, servicios de salud, alquileres, servicios de comunicación, seguros, entre tantos- ya se empezó a traducir en incrementos de tarifas. La falta de control (se eliminan todos) y claridad abren paso a las estafas empresariales.
El verso democrático
El objetivo prioritario del gobierno de la ultraderecha «libertaria» y sus aliados pasa por cambiar de raíz el modelo de acumulación argentino, aun si ello requiere poner patas arriba el andamiaje legal del país.
La revista Crisis señala que los libertarios tienen una concepción populista del poder que entiende que la única legitimidad la tiene el líder que recibe el mandato popular, una idea muy intensa que bordea lo religioso. Es una derecha que se autointerpreta como superior moralmente. Lo hace en nombre de los argentinos de bien, en nombre del bien, tratando de imponer el imaginario de una superioridad moral.
El escritor portugués José Saramago profetizó que “los fascistas del futuro no van a tener aquel estereotipo de Hitler o de Mussolini. No van a tener aquel gesto de duro militar. Van a ser hombres hablando de todo aquello que la mayoría quiere oír. Sobre bondad, familia, buenas costumbres, religión y ética. En esa hora va a surgir el nuevo demonio, y pocos van a percibir que la historia se está repitiendo”.
El auge de nuevos negacionismos (del genocidio armenio, del Holocausto, del cambio climático, del VIH/sida, de la pandemia del coronavirus, de la crisis de los migrantes, de genocidio de las dictaduras sudamericanas bajo el Plan Cóndor) se verifica con el ascenso de extremas derechas en países de Europa, en Estados Unidos y también en Latinoamérica, que beben (y se emborrachan) de fuentes del pasado.
La internacionalización del negacionismo
En octubre de 2017 alertábamos (1) que “la internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas” (2)
La red, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU – los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia – NED), brazo crucial del soft power estadounidense y directamente patrocinada por los hermanos Koch, poderosos billonarios ultraconservadores, añadían.
Lamentablemente, las hipótesis planteadas hace algunos años según las cuales el negacionismo contemporáneo era parte de un proceso de «regurgitación del pasado» se han evidenciado falsas. El historiador francés Pierre Vidal-Naquet rechazaba discutir con los negacionistas porque consideraba que era como discutir con alguien sobre si la luna es de queso o no.
The Guardian concluye afirmando que «los tanques basura de dinero oscuro y la Red Atlas son un medio muy eficaz para disfrazar y acumular poder. Son el canal a través del cual los multimillonarios y las corporaciones influyen en la política sin mostrar sus manos, aprenden las políticas y tácticas más efectivas para superar la resistencia a su agenda y luego difunden estas políticas y tácticas por todo el mundo. Así es como las democracias nominales se convierten en nuevas aristocracias».
Aclaremos: un gobierno no es democrático por haber sido elegido por las urnas, porque al final lo único democrático que le va quedando a los pueblos es el derecho de ir a votar cada cuatro o cinco años por candidatos que él no eligió.
Mucho menos se puede decir democrático un gobierno como el de libertario Javier Milei, que justificó la dictadura, reclamó la suma del poder público y quiere prohibir desde el derecho de reunión hasta el de huelga, y reprimir la resistencia ciudadana, los piquetes, los cacerolazos y el paro nacional.
Este presidente ultraderechista maneja la política como propaganda, con una lógica tuitera que permite percibir con demasiado rapidez en mentira. Grita “Viva la libertad, carajo” y exige que el Congreso le delegue la suma del poder público por los cuatro años de su gestión.
Se hacen llamar “libertarios” y quieren limitar las reuniones de tres o más personas en la vía pública, como en la dictadura. Los trabajadores ya le prometieron el primer paro nacional para el 24 de enero.
Notas