El barco humanitario de la organización española Open Arms ha rescatado a 55 personas migrantes en la tarde del jueves 28 de diciembre, incluidas dos menores, que viajaban en una embarcación precaria en el Mediterráneo central, la cual navegaba en aguas internacionales frente a las costas de Libia. Esta es la misión 107, la de Navidad, de Open Arms.
El rescate fue posible gracias a la colaboración del avión de la ONG «Pilotos Voluntarios», que localizó la embarcación a unas 30 millas de donde se encontraba el barco de la ONG española. Tras el aviso, se activó el protocolo de rescate que coordina las operaciones y se envió al equipo de socorristas para encontrarse con la embarcación, logrando localizarla y salvar a las 55 personas que viajaban en el bote.
En la operación fueron puestas a salvo dos mujeres una de ella embarazada y a punto de dar a luz que tuvo que ser evacuada de urgencia en el puerto de la isla de Lampedusa. La otra estaba con sus dos hijos, una niña de 7 y un varón de 9, y con su marido.
Las personas rescatadas proceden de Sudán, Eritrea, Somalia, Bangladesh, Marruecos y Argelia.
El año 2023 se ha convertido en el año más mortífero en esta ruta migratoria desde 2017, con 2,678 migrantes muertos o desaparecidos en el Mediterráneo Central desde el 1 de enero: un promedio de 9 vidas por día, o lo que es lo mismo, se registra un fallecimiento cada 3 horas. El sábado 16 de diciembre, al menos 61 migrantes desaparecieron y se presumen muertos después de que su bote volcara frente a la costa de Libia. Se estima que casi 28,000 migrantes han desaparecido o perdido la vida en el Mediterráneo desde 2014, según datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El 20 de diciembre, la Unión Europea rompió años de estancamiento político al acordar un pacto que cambiará significativamente la forma en que los estados miembros limitan la entrada de inmigrantes, los distribuyen entre los países de la UE y facilitan la deportación de solicitantes de asilo rechazados. Este acuerdo indica un giro hacia la derecha, o incluso apoya el discurso más extremista que se ha instalado durante años en algunos países de la unión, como Hungría o Austria, que criminaliza la migración y argumenta que hay demasiados migrantes en Europa tras años de intentos fallidos de llegar a un acuerdo sobre regulaciones que apaciguaran tanto a los países fronterizos que quieren ayuda para manejar a los solicitantes de asilo como a los países del interior.
Cumplir el decreto Meloni
Tras la operación de rescate y cumpliendo con el “decreto Meloni” las autoridades italianas que coordinan los rescates en la zona SAR, asignaron para desembarcar a las personas a bordo del Open Arms el puerto de Génova. La nueva ley promovida por el gobierno ultraderechista dirigido por Gorgia Meloni no permite hacer más de un rescate a los barcos de salvamento de las ONG’S que operan en el Mediterráneo Central por lo que, una vez reportado al centro de coordinación en Roma el fin de la operación, las autoridades asignan un puerto directamente y obligan al capitán del buque a poner rumbo hasta el mismo.
En el caso de el caso que ocupó a Open Arms, el gobierno italiano mandó a desembarcar a las personas rescatadas al puerto de la ciudad de Génova, al norte de Italia y a cuatro días de navegación, lo que las oenegés consideran que es una forma de mantener a los barcos alejados del área que cubre la ruta desde las costas del norte de África hasta Europa.
Finalmente, por las condiciones adversas de la meteorología en el Golfo de Génova y tras la petición desde el Open Arms de reasignación de un puerto más cercano en condiciones más seguras, las autoridades italianas accedieron a desembarcar a las 54 personas en el puerto de Civitavecchia, en la capital de Italia.
En la mañana del último día del año desembarcaron en el puerto romano las personas rescatadas por el Open Arms el pasado jueves 28. Todas salieron desde Libia y la precaria embarcación de fibra en la que viajaban navegaba a la deriva junto a sus historias y los sueños que persiguen incluso jugándose la vida en el mar donde este año alrededor de 2700 personas no consiguieron llegar a tierra. Aquí se reflejan algunas de ellas:
Sahara, una mujer de 25 años que escapaba de Eritrea embarazada y que en el momento del rescate ya estaba de 9 meses de gestación. Viajaba sola y el equipo de sanitarias a bordo decido que fuera evacuada al día siguiente en Lampedusa por peligro inminente de complicaciones en el parto.
Ali es un joven egipcio de 17 años. Un traficante de personas le atacó con un cuchillo en la cara por pedir comida cuando estaba hambriento. Ese ataque le dejará una cicatriz en la cara y otra en el alma. La violencia y la tortura contra las personas en movimiento en Libia se ha convertido en la peor pesadilla para ellas.
Ibrahim tiene 23 años, es profesor y ayuda a niños de los barrios deprimidos de su ciudad en Egipto.También es peluquero. Quiere aprender idiomas para poder trabajar y traer a su familia a Europa. Su sueño es llegar a Alemania.
Merwan es soldador y su mujer trabajadora sanitaria. Los dos viajaban junto a sus dos hijos de 8 y 9 años. Niña y niño, que han llenado de alegría la cubierta del barco mientras ha durado la travesía. Han vivido lo peligroso que es salir al mar en esas condiciones, ahora están a salvo. Sabían que podían morir en el mar pero la necesidad de buscar un futuro lejos de un estado fallido como es Libia es más grande.
Mohmed tiene 20 años y es el mayor de sus hermanos. Su familia ha vendido propiedades para recaudar el dinero que le pedían para viajar los traficantes de personas. Antes del viaje estuvo encerrado en una habitación junto con decenas de personas, cuando alzaban algo la voz los traficantes entraban y les daban latigazos. Lleva las marcas de la tortura en su espalda. Él espera tener una buena vida a partir de ahora.
Son algunas de las historias de las personas que han convivido en la cubierta del Open Arms estos días tan de fiesta tan entrañables.