Después de tomar posesión de su cargo el 14 de enero, derrotando a una nueva intentona golpista que trató, hasta el último momento, revertir la voluntad popular expresada en las urnas, el presidente Bernardo Arévalo empezó a dar sus primeros pasos como nuevo mandatario de Guatemala.
Derogó un acuerdo que brindaba seguridad del Estado —vehículos y agentes policiales— a una cantidad importante de exfuncionarios de Giammattei, al tiempo que convocó a la fiscal general Consuelo Porras, punta de lanza de la ofensiva judicial golpista, para que rinda un informe sobre el desempeño del Ministerio Público en diferentes ámbitos.
Para muchos, esa convocatoria no es más que el inicio de un proceso para pedir su renuncia. No hay que sorprenderse, entonces, que Porras se haya negado a acatar la “invitación” y que haya asegurado, en un video, que no va a renunciar a su cargo.
Arévalo tiene también previsto reunirse con el nuevo presidente del Congreso, el ex director de la Policía Nacional Civil, Nery Ramos, quien fue electo por amplia mayoría luego de que la Corte de Constitucionalidad ordenara una nueva elección de junta directiva.
Contra la anterior junta, encabezada por el diputado Samuel Pérez del oficialista Movimiento Semilla, la oposición presentó varios amparos por estar integrada por miembros “independientes”, que no son elegibles para cargos directivos.
Según Arévalo, la nueva junta directiva representa un replanteamiento de los mismos acuerdos alcanzados entre Semilla y otras bancadas, derrotando a la planilla presentada por los partidos que son expresión del infame “pacto de corruptos”.
Optimismo por el retorno del Estado de Derecho
A enturbiar aún más la situación vino una carta del Registro de Ciudadanos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), indicando que el partido oficialista se encuentra perfectamente vigente.
“Veo con optimismo y esperanza estos primeros pasos del gobierno de Bernardo Arévalo, que marcan un rumbo distinto al de los anteriores gobiernos”, dijo a La Rel, el exprocurador de los Derechos Humanos Jordán Rodas Andrade.
“Es un aliento poder esperar que en Guatemala se retome el camino del estado de derecho, la restructuración de nuestra frágil democracia y de que sí valió la pena la resistencia popular”, agregó.
El también excandidato a la vicepresidencia del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) recordó que Arévalo construyó su campaña electoral alrededor de la promesa de luchar de frente contra la corrupción.
“No tengo la menor duda de que los sectores más corruptos del país van a seguir intentando torpedear su trabajo, sin embargo, tengo la confianza de que podrá ser consecuente con su promesa”, señaló.
Entre los retos más inmediatos, tanto para el gobierno como para la nueva mayoría parlamentaria, Rodas señaló la revisión de las máximas autoridades del Ministerio Público y de la Contraloría General de Cuentas, así como la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de las Salas de Apelaciones.
El exprocurador, quien todavía permanece en el exilio, luego de que el juez Víctor Cruz rechazara un recurso de reposición, presentado para dejar sin efecto una orden de captura solicitada por la Fiscalía de Delitos Patrimoniales, volvió a plantear la importancia de la movilización popular.
“Seguir contando con el apoyo popular va a ser importantísimo y estratégico para el nuevo gobierno. Sin embargo, eso no constituye un cheque en blanco, ni para él, ni para la mayoría en el Congreso, sino más bien un elemento fiscalizador”, explicó Rodas.
“Ojalá que todo el equipo de gobierno y sus aliados tengan la mística necesaria para avanzar hacia un nuevo futuro para Guatemala”, concluyó.
Fuente: Rel UITA
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