El movimiento feminista logró trascendentes conquistas en Argentina en los últimos años, pero todas ellas están ahora amenazadas por el gobierno del ultraderechista Javier Milei, quien denostó las políticas de género durante su campaña electoral y, desde que asumió la presidencia el 10 de diciembre, demostró que está decidido a llevar sus ideas a la acción.

En un monumental proyecto de ley, que en 634 artículos se propone reformar gran parte de la vida económica y social de los argentinos, Milei busca terminar con la paridad de género que hoy debe cumplirse en todas las listas de candidatos para el legislativo Congreso Nacional y eliminar la capacitación en temas de género, incluida la violencia,  que hoy es obligatoria en las oficinas públicas.

Esas son solo dos de los cambios impulsados por el gobierno, que de entrada hizo una declaración de principios, cuando liquidó el Ministerio de  las Mujeres, Géneros y Diversidad, creado por la administración anterior con la misión de combatir la discriminación y la violencia y contribuir a una sociedad sin jerarquías entre las diversas orientaciones sexuales.

“Creíamos que habíamos convencido a la sociedad de que la agenda feminista es igualitaria y beneficiosa para las mayoría, pero hoy vemos cómo se ha impuesto la idea de que se trata de preocupaciones de una minoría”: Natalia Gherardi.

Esas son palabras sin sentido para Milei, quien el 17 de enero, en su hasta ahora único viaje al exterior como presidente, eligió un escenario de gran resonancia internacional, diseñado  para discutir la agenda económica global, para provocar con su discurso extremista contra el feminismo.

“Lo único que devino la agenda del feminismo radical es mayor intervención del Estado para entorpecer el crecimiento económico y darle trabajo a burócratas que no aportaron nada a la sociedad, sea en formato del Ministerio de la Mujer o de organismos internacionales”, dijo en la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza.

Los movimientos feministas marcharon este 24 de enero en distintas ciudades del país, durante la primera huelga general contra el gobierno de Milei, convocada por la principal central sindical. La consigna fue que no van a permitir el recorte de los derechos conquistados para las mujeres.

Retroceso
“Los movimientos feministas tuvieron una explosión en Argentina a partir de 2015 y el fenómeno fue tal que nos convertimos en referencia primero para la región y luego, para el mundo. Hoy ese mismo monstruo nos ha devorado: la expansión fue tan potente que empezó a generar resistencias”, dice a IPS la abogada Natalia Gherardi, con larga formación y experiencia en el trabajo a favor de los derechos de las mujeres desde la sociedad civil.

“Creíamos que habíamos convencido a la sociedad de que la agenda feminista es igualitaria y beneficiosa para las mayoría, pero hoy vemos cómo se ha impuesto la idea de que se trata de preocupaciones de una minoría”, agrega Gherardi, quien dirige el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), organización que desde hace 20 años trabaja a favor de los derechos de las mujeres desde Buenos Aires.

Efectivamente, el discurso contra las políticas de género parece haberle darle rédito a Milei, un economista de 53 años que adquirió popularidad insultando en programas de TV a los políticos –cuya imagen se deterioró por una persistente crisis económica que lleva 12 años-, fundó su propio partido en 2021 y tuvo un ascenso fulminante para llegar a la presidencia en 2023.

“En situaciones de crisis el hilo se corta por lo más fino y por eso les sirve  atacar al feminismo y la diversidad sexual”: María Belén Correa.

Desde que asumió está imponiendo un programa ultraliberal, que busca terminar con todas las regulaciones de la economía que protegen a los más vulnerables. El resultado, por ahora, es una aceleración de la inflación –que en diciembre fue de 25 % en un solo mes, según datos oficiales- y un deterioro aún mayor del poder adquisitivo de los asalariados.

“Nosotras somos el escudo que Milei usa para hacer cosas más fuertes y más importantes, que son desarmar el Estado y aplicar una receta ultraliberal que ya se usó otras veces en la Argentina”, afirma a IPS María Belén Correa, activista por los derechos de las minorías sexuales que en 1993 fue una de las fundadoras de la Asociación de Travestis de Argentina.

Correa agrega: “En situaciones de crisis el hilo se corta por lo más fino y por eso les sirve  atacar al feminismo y la diversidad sexual. Siempre la derecha hizo campaña en contra las minorías poniéndonos como enemigos del resto de la sociedad”.

Ella es la creadora del Archivo de la Memoria Trans, que con más de 15 000 documentos preserva las historias de la comunidad y de sus personas asesinadas o muertas por los obstáculos para acceder a la salud.

Ni una menos
El gran fenómeno del feminismo en Argentina se dio a partir de 2015, cuando el crimen de Chiara Páez –una adolescente de 14 años que estaba embarazada y fue asesinada por su novio, de 16- sacó a miles de mujeres a las calles para exigir el fin de la violencia machista, en un movimiento que se denominó “Ni una menos” y fue creciendo año a año y extendiéndose por muchos países de América Latina.

De abajo hacia arriba, logró la adhesión de artistas, políticos, académicos y distintos sectores sociales.

Entre otras cuestiones, el movimiento logró que la Corte Suprema de Justicia de la Nación creara un Registro Nacional de Femicidios o asesinatos de mujeres por razones de género.

De acuerdo al último registro oficial, en 2022 hubo en el país 252  femicidios o feminicidios, que es 13 % menos que en 2019, cuando se alcanzó un pico de 286 casos.

Otro de los logros fue la llamada ley Micaela de capacitación obligatoria en género para quienes integran los tres poderes del Estado. Fue sancionada en honor a la violación y asesinato de la adolescente Micaela García –quien integraba el movimiento “Ni una menos”- a la salida de una discoteca. Ahora Milei intenta dejarla sin efecto.

El momento cumbre del feminismo se dio en 2018, cuando el reclamo social generó que por primera vez el Congreso sometiera a votación la despenalización del aborto. Fue una derrota por escaso margen, pero el fuego quedó encendido y el aborto se legalizó en 2020.

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