Al finalizar la primera semana del año nuevo 2024 en Ecuador, el ejército ingresa a la penitenciaría del Litoral en Guayaquil para trasladar a Adolfo Macías, alias “Fito”, uno de los delincuentes más peligrosos del país y jefe de la banda conocida como Los Choneros, considerada una de las facciones criminales de mayor peligrosidad de Ecuador, y se descubre que ha fugado sin saber ni cómo ni cuándo, generando una sacudida social de proporciones no conocidas en el país.
El presidente Noboa inmediatamente publica el Decreto Ejecutivo Nro. 110, en el que «Se declara el estado de excepción en todo el territorio nacional por grave conmoción interna, incluidos todos los centros de privación de la libertad que integran el Sistema Nacional de Rehabilitación Social sin excepción alguna.»
Veinticuatro horas después, el país, aún despertando del letargo de las festividades de fin de año y de la sorpresa por la fuga de quien se supone estaba en una de las cárceles más resguardadas del territorio ecuatoriano, se ve caotizado por disturbios en cárceles de varias ciudades, fuga de otros privados de libertad, sujetos armados se toman un conocido canal de televisión mientras hacía una transmisión en vivo, por redes sociales circulan amenazas de tomas de edificios públicos, saqueos, etc.
Pasado el medio día de hoy, la situación se torna aún más incierta, negocios, empresas y carteras de Estado anuncian la suspensión de la jornada laboral, la suspensión de clases presenciales en todo el país, al tiempo que se da a conocer el Decreto Ejecutivo Nro. 111 en el que se expresa que «Se reforma el Decreto Ejecutivo No. 110 de 08 de enero de 2024, al reconocer la existencia de un conflicto armado interno, de conformidad con lo dispuesto en el presente Decreto Ejecutivo y la normativa vigente aplicable.»
Hacia las 18H00, la capital del Ecuador tiene una fuerte presencial militar en diversos puntos estratégicos de la ciudad, las calles se van vaciando de autos y personas, los negocios grandes y pequeños van cerrando sus puertas, las personas acuden a pequeños negocios locales a aprovisionarse de comida por lo que pudiera pasar, y del caos se avanza hacia una tensa calma en medida que llega la noche.
Policía y ejército continúa en la búsqueda de alias «Fito» sin dar a conocer avances del proceso. Al mismo tiempo, el tema central de las conversaciones en las familias, grupos de amigos, redes sociales, y ciudadanía en general, gira en torno a cómo enfrentar a la delincuencia organizada cada vez más violenta.
La creciente preocupación por la seguridad ciudadana, busca explorar de manera crítica las raíces del crimen organizado y su impacto en la sociedad, proponiendo una mirada no violenta para abordar este fenómeno. Es necesario comprender que la lucha contra el crimen organizado no puede limitarse a respuestas estrictamente coercitivas pues el crimen organizado ha permeado cada rincón del país, generando un clima de desconfianza, miedo y desesperanza entre la población.
Es fundamental observar que los efectos del crimen organizado van más allá de las estadísticas de criminalidad; sin duda afectan la calidad de vida de las personas y erosionan la confianza en las instituciones, incluidas la policía y el ejército.
Distintos actores abogan por poner atención a factores como la desigualdad, la falta de oportunidades y la corrupción, los cuales deben ser enfrentados de manera integral para desmantelar las bases de este fenómeno.
Un país no puede estar caotizado y secuestrado por el crimen organizado; por ello, quienes insistimos hacer un periodismo no violento instamos a la sociedad y a las autoridades a considerar estrategias que vayan más allá de la represión y se centren en abordar las causas subyacentes del crimen organizado. La no violencia no solo es posible, sino que es fundamental para construir un futuro más seguro y justo, para ello también es clave el involucramiento y la participación de la ciudadanía en general.
Fotografías: una colaboración de Carlos Noriega