Hace 14 años, un 2 de Enero de 2010, se celebraba en el paraje montañoso de Punta de Vacas, a pocos kilómetros de la frontera entre Argentina y Chile, el acto de cierre de la Primera Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.
Luego de recorrer cerca de 200 mil kilómetros durante 93 días y con la realización de cientos de actividades en más de 400 ciudades de 90 países, la Marcha culminó su periplo en el Parque de Estudio y Reflexión Punta de Vacas, espacio fundacional del movimiento iniciado por Silo en los años 60′.
Cerca de 20 mil personas recibieron en la ocasión a los integrantes del equipo base de la Marcha Mundial de diversos países que recorrieron el globo pidiendo por el cese de los conflictos bélicos, la desmilitarización, el desarme nuclear, la devolución de territorios ocupados, la retirada de tropas invasoras, el desarme progresivo y proporcional planetario y la reorientación de los absurdos presupuestos militares al desarrollo humano y la justicia social.
Así reseñaba agencia Pressenza el multitudinario acto:
«Esta primera Marcha Mundial ha sido “la mayor manifestación sobre la Paz y la No Violencia de la
historia y la primera a escala planetaria”, expresaron sus organizadores. En el evento hablaron los activistas que recorrieron el mundo difundiendo los postulados de la campaña. A las 18 h comenzó su testimonio Rafael De la Rubia: “Esta marcha es un efecto demostración, adelanto de otras grandes acciones transformadoras de la humanidad”, dijo el portavoz internacional de esta iniciativa, en su discurso de cierre en el Parque de Estudio y Reflexión Punta de Vacas, el mismo lugar donde fue anunciada en noviembre de 2008, en el Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas.
En la marcha han participado cientos de miles de personas, más de tres mil organizaciones y un grupo de casi 100 marchantes, integrantes de distintos equipos base que realizaron distintos recorridos: intercontinental, Medio Oriente y Balcanes y África suroriental. En su trayecto pasó por más de 400 ciudades, 90 países y se han recorrido cerca de 200 mil kilómetros durante 93 días.
En su recorrido por los distintos países, han sido recibidos por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, por Premios Nobel, presidentes de gobiernos, parlamentos y cientos de alcaldes. Pero el recibimiento también ha sido popular; Dos casos ilustrativos fueron los casi 80 mil jóvenes que recibieron al Equipo Base Intercontinental en un concierto de música en Chile y 12 mil escolares en Filipinas, entre tantas otros eventos masivos.
Respecto al día a día de los marchantes, los alojamientos han sido algunos confortables, otros bastante austeros: monasterios budistas, casas improvisadas, hasta en un refugio antiatómico han dormido los marchantes. Han tenido amenazas de tsunami, terremotos, tifones y marchado con temperaturas de 40 grados y a bajo cero.
En el recorrido, se han encontrado con gentes sin casa por tifones en Filipinas, hibakushas
sobrevivientes de la bomba de Hiroshima, millones de familias rotas por guerras en Corea o Palestina. Han visitado numerosos monumentos a los millones de muertos en guerras de Europa y Asia, lugares donde se practicó la tortura, fronteras conflictivas entre India y Pakistán, Israel y Palestina, los Balcanes, en Tijuana, la frontera de Estados Unidos y Méjico. Han visto niños trabajando en Asia, África y América; mujeres maltratadas por todo el mundo. “En el recorrido nos ha pasado de todo, momentos de gran sentido, donde convergían las demandas del pasado con las aspiraciones del futuro. Momentos de una conexión con la gente que permitía comunicarnos sobrepasando idiomas, culturas, razas y creencias”, expresó De la Rubia en el acto final, que también es coordinador de la asociación Mundo Sin Guerras, convocante de la marcha.
Gemma Suzara de Filipina en el acto contó su experiencia con la Marcha: “la recordaré el resto de mi
vida… el mega símbolo de la paz con miles de escolares en Filipinas me llevó a pensar que si realmente
trabajamos como un solo cuerpo y creemos en nosotros mismos, podemos superar cualquier límite”.
La india Bhairavi Sagar, que ha recorrido India, Europa, África y las Américas, explicó en su discurso
“nací en el país del padre de la No-Violencia -Mahatma Gandhi- un hombre que dedicó su vida para que nuestro país alcanzara la libertad y gracias a quien yo hoy estoy parada aquí, como un ser humano libre sin cadenas. Ahora, ha llegado mi turno de dar a las generaciones futuras, de aportar mi parte para dejar un mundo donde se pueda vivir con dignidad y felicidad”.
Tony Robinson, inglés, que recorrió 30 países, contaba en un tono más íntimo “En Japón nos
encontramos con Hibakusha, los sobrevivientes a la bomba atómica. Una de las cuales nos dijo, ‘¡Gracias, gracias. Esto es tan importante!’ Yo traducía estas palabras mientras intentaba no llorar debido a sentimientos de tanta empatía por el terrible sufrimiento que esta mujer había vivido y al sentirme no merecedor de sus agradecimientos”.
Las palabras siguieron y Giorgio Schultze, portavoz de la Marcha para Europa y participante de los
equipos de Medio Oriente y los Balcanes, decía: “Pasamos por el muro de Israel en Palestina y, ahora, más de 200 lideres sociales, ex-combatientes de Al Fatah, nos piden formar un ejercito no-violento que pueda comunicar y abrir las puertas a la reconciliación y empezar una nueva historia de convivencia pacifica entre palestinos y judíos”.
Finalizó el acto con las palabras de Tomás Hirsch vocero de la Marcha Mundial en Latinoamérica
refiriéndose sobretodo al futuro del Movimiento Humanista, organización que impulso la Marcha Mundial.
Pasadas las 19.30, cuando ya bajaba el sol sobre las montañas de la cordillera de los Andes, el acto
finalizó con el saludo de “paz, fuerza y alegría” de todos los asistentes.»
Es obvio que a catorce años de aquella señal masiva de los pueblos, el futuro de paz y no violencia aun parece distante. Razón de más para redoblar esfuerzos en acercarlo.