En Santiago de Chile existe una Comuna donde, en los últimos años, han nacido iniciativas sociales que mejoran considerablemente la vida de las personas, como la farmacia popular, la óptica popular, la librería popular, la disquería popular, los centros de salud a no más de 15 minutos caminando y la universidad popular.
Para este fin de año, hemos querido producir un artículo que nos abra la mirada más allá de los deseos superficiales de que este nuevo año nos traiga paz y mejoras. A veces hay que bajar la mirada y observar con la lupa para ver que ya están entre nosotros personas que nos está demostrando que otro futuro puede construirse.
Desde Pressenza hemos querido entrevistar al alcalde Daniel Jadue de la Comuna de Recoleta, en Santiago de Chile, ya que sus programas sociales se destacan por el éxito alcanzado y la Comuna se constituye como un ejemplo de funcionamiento bajo otra visión de desarrollo. Nos demuestra, en pocas palabras, que otra realidad es posible.
Alcalde, ¿cuál es la estrategia social que ustedes proponen y aplican a nivel municipal? ¿Cómo se pensó esta estrategia? ¿Cómo se priorizaron las necesidades?
Ya el mercado funciona a escala global, por lo tanto hay muy pocos espacios nuevos de mercado que disputarse a nivel mundial; ya hay una integración horizontal y vertical de las transnacionales que lo controlan todo y que por lo tanto vienen desarrollando estrategias para defender la tasa de ganancias y evitar que esta empiece a decaer. Y todas esas estrategias dificultan aún más la vida de la gente.
La primera es el aumento del costo de la vida, en todo el mundo el costo de la vida sube inexplicablemente a pesar del abaratamiento de los procesos productivos y del salto tecnológico. La segunda tendencia es la precarización del empleo y la expulsión de gente desde la economía formal hacia la economía informal, con la intención de bajar el precio del trabajo y contribuir a sostener la tasa de ganancia a la que se ha acostumbrado el capital. Hay una tercera que es la obsolescencia programada. Y esto en un contexto donde el salto tecnológico permite una producción a una escala que concentra la producción en las economías centrales y por lo tanto vende cosas desechables a valores “convenientes” y la gente termina comprando siempre cosas que no necesita, con plata que no tiene y que se la pide al sistema financiero. Hay una cuarta tendencia que es el desplazamiento de la última fase del proceso productivo al consumidor, de manera que el cliente trabaje para la empresa a la que le compra. Hoy día usted va a IKEA, compra un mueble desarmado y se lo termina de armar usted en su casa; antes los muebles los comprábamos armados. Hoy día usted va a una bencinera y usted mismo se echa la bencina. Esto, dentro de la segunda tendencia, es una expresión distinta porque contribuye también a la disminución de la cantidad de trabajo que el sistema es capaz de ofrecer y a la precarización de los empleos.
Junto a eso está la disminución de los impuestos, que limita la capacidad del Estado de entregarle a la gente parte de la plata que se les quita cuando se les paga menos de lo que vale su trabajo, y por lo tanto se limita la capacidad del Estado de entregar servicios. Y como si esto fuera poco, está el reemplazo, el salto tecnológico como tendencia, de las capacidades humanas, físicas e intelectuales, por la inteligencia artificial y la robotización.
¿Cómo, a nivel local, se pueden contrarrestar estas tendencias?
Dentro de lo que se puede hacer a nivel local, que son muy pocas posibilidades, nosotros definimos una estrategia para contrarrestar estas tendencias. Y la podemos resumir en 3 conceptos fundamentales: abaratar, simplificar y facilitar la vida de las personas. Con esto vamos combatiendo, dentro de las posibilidades, todo lo que el mercado está haciendo para encarecer y dificultar la vida de las personas.
En la comuna de Recoleta teníamos muy pocas farmacias y todas eran de las cadenas que se habían coludido. Las prioridades las pone la gente cuando uno va, conversa con ellos todos los días y ellos te empiezan a instalar los temas que más les preocupan y un aspecto relevante era que no había acceso a los tratamientos de forma oportuna y a precio justo, porque en Chile tenemos los medicamentos más caros del mundo… eso da nacimiento a la farmacia popular.
Lo mismo con los lentes ópticos, no solo por un tema de precio, sino también por el hecho de que aquí no había ópticas. Tenías que pagar un precio caro y además dar cuatro viajes (dos de ida y vuelta) a otras comunas, aportarle a la congestión y a la contaminación; mientras que cuando generas las ópticas, generas una ciudad más humana y empiezas a resolver. Eso se complementa con los audífonos populares, con la librería popular, la disquería popular entendiendo que también la cultura es una demanda de la ciudadanía. Con la escuela abierta que genera espacios para la buena utilización del tiempo libre. En todos los barrios de la Comuna, aquí las escuelas funcionan hasta las 10 de la noche incluidos los domingos, de tal manera que la comunidad las pueda ocupar como quiera. Funciona allí la Universidad Abierta que democratiza el saber y el conocimiento y ofrece cursos de todas las áreas del conocimiento de manera gratuita con trabajo voluntario y sin ningún pre-requisito de ingreso. Y termina de instalarse el modelo con la inmobiliaria popular que se ve desde aquí, donde la gente puede pagar un arriendo a precio justo en el medio de la ciudad con todos los servicios cerca, donde puede resolver los problemas fundamentales a no más de 15 minutos. mientras el modelo va encareciendo, dificultando y complejizando la vida de las personas, nosotros las vamos abaratando, simplificando y facilitando.
¿Cómo ha sido posible todo esto desde el punto de vista económico?
La economía no se puede ver como la ve siempre el capitalismo. La econometría, que es aplicar la economía desde una perspectiva mucho más amplia, nos muestra que todo lo que hemos hecho abarata el funcionamiento municipal. Por ejemplo antes de las farmacias populares nosotros entregábamos más de 400.000 dólares al año en ayuda social para comprar medicamentos. La farmacia nos sale cerca de 80.000 dólares al año. Y disminuimos las subvenciones en ayuda social para medicamentos en más de 300.000 dólares.
Se trata de pasar de ayuda y de bonos, a derechos.
¿Cuáles son los derechos que ve más en riesgo en la Comuna de Recoleta hoy en día?
Todos los derechos están en riesgo, porque en este país no existen los derechos sociales. Aquí hay que partir de la base contraria: esta sociedad considera que nada es un derecho y por lo tanto usted no tiene asegurado nada en la vida. Los medicamentos para enfermedades catastróficas no están contemplados; hay enfermedades nuevas que no están contempladas, porque el sistema de salud sólo atiende un grupo de enfermedades que son las de mayor incidencia social, pero no atienden ni las enfermedades raras, ni las enfermedades catastróficas. Para esto se necesitan seguros adicionales que sólo tienen los que pueden pagar.
El derecho a la educación conlleva una serie de inversiones que el Estado chileno no está dispuesto a hacer hoy en día para que los ciudadanos puedan tener derecho efectivo a la educación: transporte, fotocopias y libros gratis, para que nada de lo que requieras para el proceso de enseñanza-aprendizaje sea un bien de mercado, porque de forma contraria deja de ser un derecho.
Para nuestro país actuamos con la lógica y el enfoque de los derechos sociales, pero no tenemos la posibilidad como municipio de llegar a establecerlos como derecho. Estamos dando una lucha aquí para combatir al neoliberalismo y abaratar lo que ellos encarecen.
Por supuesto, sin embargo hay una diferencia entre universalización y gratuidad para todos.
Por supuesto, aquí hay una universalización de un derecho esencial que no elimina al mercado pero que efectivamente amplia la cobertura al 100% de los beneficiarios.
Nosotros nos definimos como Ciudad Santuario. No le preguntamos a nadie ni de dónde viene, ni qué estatus migratorio tiene, ni qué nacionalidad tiene. Más que en los derechos de ciudadanía, creemos en los derechos de residencia. Es decir atendemos a todos los seres humanos que habitan el territorio, con las mismas políticas.
¿Que respuesta ha recibido de esos seres humanos que habitan el territorio?
Mucha mayor participación y compromiso con el Estado. Acá se da un proceso inverso al que se da en la mayoría de los territorios del mundo donde los ciudadanos no le creen a la institucionalidad, se apartan de ella y participan menos. Nosotros, en cambio, hemos tenido niveles crecientes de participación y de apoyo.
Hace veinte años el Partido Comunista en Recoleta tenía el 2% de los votos; hoy día tiene el 65% de los votos. Antes no teníamos ningún miembro en el Consejo; hoy día tenemos dos tercios del Consejo para el Partido Comunista. Creo que la comunidad ha logrado entender y transformar los muchos perjuicios que existen en este país y ha logrado avanzar también aumentando sus niveles de conciencia acerca de lo peligroso que es el modelo neoliberal para el futuro de la vida de las personas.
¿Esta sería la clave para la sostenibildiad de este modelo, que la ciudadanía defendiera lo logrado?
De hecho lo vamos a poder comprobar en once meses más. Yo ya no puedo ser candidato por ley; no voy a la reelección. Va a haber un candidato nuestro, el Partido ya lo ha nombrado, que va a defender este proyecto. Ya no soy yo. A él le toca defender este proyecto y a la ciudadanía le toca defender este proyecto también. Vamos a estar en un contexto en que la ultraderecha en Chile dice que ha subido. Recoleta va a ser un buen lugar donde esto se va a poner en discusión.
En la Universidad de Recoleta teníamos un 23% de estudiantes de Recoleta y hoy el 70% son de Recoleta. Pero han crecido tanto los números que la gente viene de otras comunas para satisfacer las necesidades que no logran satisfacer en sus comunas. Uno baja a la librería popular y allí viene gente incluso hasta de fuera de Santiago y allí los libros salen hasta el 50% más baratos que en el mercado.
¿Usted cree que esta experiencia se pueda llevar a cabo sólo a nivel municipal?
Esta experiencia podría ser de nivel nacional y cambiaría la vida de todo Chile. Un ejemplo muy claro: en Recoleta no existían librerías antes de que llegara la librería popular. ¿Cómo puede existir una ciudad de 220.000 habitantes que no tiene una librería? Bueno el neoliberalismo funciona así: donde no hay demanda agregada, porque están los sectores populares, no pone ninguna oferta. Al mercado no le importa nada el ser humano ni el bien común; al mercado le importa su utilidad y no opera donde no obtiene su utilidad. ¿Cuántas comunas en Chile no tienen librerías? Hay 345 comunas en Chile, de éstas hay 297 que no tienen ninguna librería en su territorio. Más del 85% de las comunas en Chile no tienen librerías. ¿Podemos tener una sociedad culta? Esto es producto de una estrategia del mercado y es la ausencia total de una política de Estado. Es decir, ¿cuántas comunas se imagina usted que no tienen ninguna farmacia en su territorio? Hay 60 comunas en Chile que no tienen ninguna farmacia. Hay cerca de 213 comunas que no tienen ópticas. La experiencia de Recoleta podría parecer muy local, pero en realidad está en conexión con otras experiencias tanto en el país como afuera.
¿También Recoleta se ha alimentado de otras experiencias?
Absolutamente. A nosotros nos han destacado por ser una comuna innovadora muchas veces y yo siempre me río un poco porque lo que hemos hecho en Recoleta constituye una innovación en políticas públicas sólo en Chile, que es fundamentalmente neoliberal: es el único país en el mundo donde el neoliberalismo se ha instalado de manera pura.
Cuando uno cuenta que la universidad más barata en Chile cuesta 500 dólares mensuales y es la universidad estatal y que el sueldo mínimo está por debajo de los 500 dólares mensuales, la gente no entiende.
Y por lo tanto uno podría decir que la inmobiliaria popular es una innovación en políticas públicas sólo en Chile. Vivienda municipal y arriendo protegido existen en el mundo entero desde la década de los treinta.
Es más, hay países que ya vienen de vuelta como Alemania: Berlín vendió 60.000 viviendas a bajo precio en la década de los 90 cuando estaba la moda de privatizarlo todo y hoy día están desesperados por volverlas a comprar, porque haberse deshecho de esas viviendas municipales hizo que los precios del arriendo se fueran a la punta y las tasas del crédito también subieran.
Entonces uno dice: “Claro, acá es una innovación”, pero a nivel mundial no es una innovación. Hemos aprendido y hemos corregido los errores que hicieron que esos fracasaran en otras partes del mundo. Lo mismo las farmacias. Para que fueran un derecho deberíamos entregar gratis los medicamentos, pero no podemos porque somos una comuna pobre, pero sí podemos abaratar los costos operacionales para que no haya una cadena de utilidad sobre utilidad sobre utilidad, en toda la cadena de distribución; entonces vamos abaratando el producto y tuvimos la expectativa con la Asociación Chilena de Farmacias Populares de formar una asociación de municipios que pudiera importar directamente y que con el tiempo madurara para poner un laboratorio que produjera sus propias medicinas, pero hay falta de conciencia y hay falta de compromiso y hay falta de voluntad política. Hay sectores que no entienden que el futuro es público, pero no es un futuro público en el ámbito del nivel central como fue en la Unión Soviética y en otras experiencias; va a ser público en el ámbito de los gobiernos locales, que somos los que estamos más cerca de las necesidades más vitales de la población.
Y en eso lo más transversal que yo he conocido en políticas es el desprecio por los gobiernos locales. Todos los partidos y todos los sistemas políticos les tienen desprecio, porque el Estado funciona como un sistema de dominación de clase. Y por lo tanto el Estado central siempre aspira a controlar la mayor cantidad de poder y a entregar la menor cantidad de poder posible, lo indispensable, a los gobiernos locales. Aquí hay una apuesta distinta: ¡todo el poder a los municipios!