Resistencia, identidad y derechos humanos a través de las imágenes
La documentalista colombiana cumple 90 años manteniendo activa su lucha vital y denunciando las inequidades e injusticias de un país que margina casi por tradición y que excluye por costumbre.
Nacida en Bogotá el 1 de diciembre de 1933, Marta Rodríguez es referencia obligada del cine documental colombiano y latinoamericano. Sus trabajos son pura poética visual con una mirada militante que busca dar a conocer las duras realidades del país y que su ciudadanía sepa de las múltiples violencias que lo asolan.
Creadora junto a Jorge Silva (1941-1987) de la Fundación Cine Documental Investigación Social, entidad con la que pretenden dar testimonio de la realidad colombiana “desde la defensa de los derechos humanos con un enfoque hacia los sectores populares, pueblos indígenas, afrocolombianos, campesinos, movimientos estudiantiles y de mujeres”.
Ella se define como “una mujer documentalista que le dedicó su vida a este país, para recoger y dejar memoria”. Una memoria basada en la vida y testimonios de las personas excluidas: la población desplazada (Colombia sigue siendo uno de los países del mundo con mayor número de personas desplazadas), la infancia explotada, las mujeres oprimidas, las y los afros ninguneados y el indigenismo ignorado.
Chircales, su primer trabajo, realizado por ella y Silva entre 1966 y 1971, está hecho desde la observación participante, una aplicación al audiovisual de las estrategias investigativas del sociólogo Orlando Fals Borda. Un método que hace que “el cineasta se integre a la comunidad, sea aceptado por ella y se convierta en un miembro más de la familia elegida para realizar el documental”.
Carlos Mayolo y Ramiro Arbeláez la destacaron, en un artículo de 1974 para el número 1 de la revista Ojo al cine, por “su doble carácter de denuncia e investigación” situándola como “la obra que contiene y a la vez encabeza el desarrollo del cine documental en Colombia” y afirmando que era, dentro del cine colombiano, “la denuncia más contundente de las condiciones del subdesarrollo, de los mecanismos económico-sociales e ideológicos de la explotación la dependencia”.
A lo largo de casi seis décadas de carrera, la cineasta y activista ha mostrado en todas sus producciones su compromiso con los derechos humanos del pueblo colombiano, con sus luchas y sus resistencias.
En este último cuatrimestre del año la Cinemateca Distrital de Bogotá organizó la retrospectiva “¡A mí no me doblega nadie!” que tuvo un doble componente:
Por una parte, un recorrido por su obra documental con la exhibición de algunas de sus películas más destacadas, de la citada Chircales a Camilo Torres Restrepo, el amor eficaz (2022), pasando por Planas, testimonio de un etnocidio (1972), Campesinos (1973-1975), Nuestra voz de tierra, memoria y futuro (1974-1982) o Nunca más (1999-2001).
Y por otro, la exposición “Filmando la resistencia”, en la que se exhibió material audiovisual inédito procedente de los archivos de su fundación junto con fotografías, libros y objetos personales como su cámara Bolex de 16 mm con la que realizó muchos de sus trabajos.
Un más que merecido homenaje a una mujer activa y activista que lo ha dado todo, y lo sigue haciendo, por el cine documental y por los derechos humanos en su país. ¡Felicidades, Marta!