Es la época del año en la que tenemos la oportunidad de reflexionar sobre el año anterior y hacer propósitos para el futuro.
El proceso de deshumanización ha alcanzado nuevos niveles en 2023. La actual destrucción de la sociedad palestina por parte de Israel es la representación más brutal de una crisis que se está produciendo en todo el mundo. A 1 de diciembre, el Ministerio de Salud de Gaza informaba de 15.000 palestinos (entre ellos 6.150 niños) muertos, 36.000 heridos y 7.000 desaparecidos bajo los escombros, lo que suma más de 58.000 víctimas desde que comenzó el conflicto, aproximadamente el 2,4% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza.
Meses antes, la guerra de Ucrania dominaba los titulares; otro caso de matanzas sin sentido debidas a intereses ocultos. El espectro político se está deslizando hacia la extrema derecha en Estados Unidos, Italia, Hungría, Argentina y muchos otros lugares. Los ataques contra los inmigrantes y los derechos de los inmigrantes están en pleno apogeo, aprobándose una legislación cada vez más represiva que desafía las leyes internacionales de derechos humanos.
La deshumanización está haciendo metástasis y ahora amenaza nuestra supervivencia, desde el entorno natural hasta el bienestar psicológico. El suicidio, la depresión y el consumo de drogas han alcanzado máximos históricos. En total, 49.449 estadounidenses perdieron la vida por suicidio el año pasado, frente a las 48.183 muertes de 2021, según informaron los CDC. «La salud mental se ha convertido en el desafío social y de salud pública definitorio de nuestro tiempo», dijo el Dr. Vivek Murthy, Cirujano General de los Estados Unidos. «Demasiadas personas y sus familias sufren y se sienten solas».
Lo más interesante de este momento es que se trata de crisis creadas por el ser humano, que sólo pueden resolverse mediante la acción humana. En Israel-Palestina, la solución es humanizar tanto la cultura judía como la palestina. Los altos el fuego no son la solución, sólo pasos en este proceso. Del mismo modo, debemos humanizar nuestra relación con el medio ambiente para resolver la crisis climática.
La solución es sencilla. El trabajo para conseguirla es nuestro desafío.
Como dijo Albert Einstein: «El mundo no será destruido por los que hacen el mal, sino por los que los observan sin hacer nada».
Debemos trabajar para humanizar nuestras culturas reconociendo nuestra humanidad compartida y elevando la conciencia. Nuestro nivel de conciencia lo define todo: desde los sistemas de creencias hasta los estereotipos culturales, pasando por nuestro amor por la humanidad. Cuanto más violencia, soledad y fragmentación registramos, más disminuye nuestra conciencia. Pero cuanto más la elevemos, más humanizarán nuestras acciones lo que nos rodea.
Nuestra sociedad se centra en desarrollar todo menos los niveles de conciencia. Hablamos de humanizar o deshumanizar sin comprender qué nos hace humanos, es decir, distintos de otras formas de vida. ¿Qué es la conciencia? ¿Recuerdas haberlo estudiado en la escuela? La conciencia es el conocimiento continuo de la propia existencia y humanidad. Es el tiempo que transcurre entre una observación y una respuesta. Es engañosamente simple, pero más poderosa que Dios.
¿Cuándo fue la última vez que tu sentiste que estabas vivo, viendo el mundo y sus posibilidades? ¿O simplemente estás
en control automático, donde hoy es como ayer y mañana es lo mismo? Cuando la gente protesta, no suele hacerlo para cambiar las cosas directamente, sino para concientizar a los demás para que actúen. A diario ocurren cosas buenas y malas, pero no logramos registrar los acontecimientos y tomar conciencia de ellos. Nuestras vidas no dependen de factores externos como la educación, la familia o el país, sino de nuestro nivel de conciencia.
Como escribió Silo: «¡Qué difícil es comprender que los estados internos están relacionados entre sí! Si pudieras ver qué lógica inflexible tiene la conciencia, reconocerías que aquellos que improvisan ciegamente en esta situación, inevitablemente comienzan a degradarse a sí mismos y a los demás. Luego surgen en ellos sentimientos de frustración, y más tarde caen en el resentimiento y finalmente en la muerte – olvidando todo lo que en un momento habían logrado percibir.»
Que 2024 sea el año en que tomemos conciencia de que conflictos como Israel-Palestina, Rusia-Ucrania y otros más sólo frenan el desarrollo de la humanidad. Tenemos poco que ganar y mucho que perder con estos juegos.
Considera lo que puedes hacer por ti y por tu comunidad:
- Una práctica diaria de meditación en silencio
- Un paseo diario para beneficiar tu cuerpo y mente
- Enseñar, ser voluntario o crear (no sólo online). Hacer circular la energía emocional es vital.
- Haz oír tu voz allí donde tengas influencia. No te quedes callado.
- Haz un repaso semanal de las lecciones aprendidas y del crecimiento personal.
- Dedica tiempo a estudiar y reflexionar. Para los que quieran más, recomiendo el libro Humanizar la Tierra de Silo.
A medida que avanzamos hacia 2024, depende de cada uno de nosotros mirar hacia dentro y elevar nuestra conciencia. Al humanizar nuestras propias vidas y círculos, humanizamos el mundo. El poder no reside en el dinero, la política, las empresas o la tecnología, sino en nuestra capacidad para elevar nuestra conciencia. Nuestro destino continúa, incluso después de la muerte.
El futuro está en nuestras manos.