Publicamos acá las palabras del humanista Dario Ergas con ocasión de la instalación de una placa en homenaje a la Diputada Laura Rodríguez en el Parque por la Paz de Villa Grimaldi, que ella contribuyera a fundar en los años inmediatamente siguientes a la recuperación de la democracia en Chile.

Este reconocimiento tuvo lugar en el Día Internacional de los Derechos Humanos.

«Queridas amigas, amigos, compañeras y compañeros, querida familia.

Venir a Villa Grimaldi, al Parque por la Paz Villa Grimaldi, no es fácil.

Requiere una intención, querer sumergirse en la memoria del dolor; de lo que nunca debió ocurrir, pero nos obligamos, para tener presente lo que no debemos repetir.

Leer los nombres, uno por uno, la larga lista de nombres de los y las torturadas, asesinadas, desaparecidas, es una inmersión dolorosa en algo pendiente, algo que no tenemos resuelto como seres humanos y como humanidad. Estos nombres nos enrostran lo que no tiene nombre, las acciones humanas que infringimos contra lo humano, contra la humanidad.

Este parque de la Paz existe para recordarnos, hasta donde nos puede llevar la contradicción, el odio y la venganza.

¿Qué significa Paz para Laura Rodríguez?

Paz no es sinónimo de inmovilismo, de amnesia o de revancha.

Paz es sinónimo de cambios permanentes, es sinónimo de transformación hacia condiciones más justas. Paz es sinónimo de verdad, de visión de futuro.

Paz es libertad para recorrer el pasado con reconciliación.

Paz es tener la valentía de reconocer los hechos en que se han atropellado los derechos humanos y reconocer a las víctimas.”

Estas palabras las pronunció para apoyar la creación de la comisión Rettig sobre la Verdad y la Reconciliación.

Laura Rodríguez intentó representar una visión del ser humano y de la sociedad. Trató de traducir en su acción legislativa y en su trato con la gente esa visión. Cualquiera de sus proyectos, la ley de divorcio, la derogación de los hijos ilegítimos, los derechos de las trabajadoras de casa particular, las leyes de responsabilidad política, los derechos de la salud y de la reproducción, los derechos de los pueblos indígenas, de los discapacitados, de los que viven con VIH; cada uno de ellos expresaba de distintas maneras, que el ser humano no es una cosa, no es algo útil o desechable; en cada ser humano, vive algo muy grande, que clama por dignidad y libertad. Discriminar, atemorizar, manipular, explotar, torturar o matar a un ser humano, es un atentado a la historia, al futuro, a lo sagrado.

La misión de Lala para el Movimiento Humanista y para el Partido Humanista, fue, crear conciencia del valor sagrado de todo ser humano, de la no violencia como único camino de transformación y del esfuerzo por la reconciliación personal y social para enfrentar el futuro.

Hace unos 32 años que vino a este lugar, junto a las organizaciones de derechos humanos, esas que encendieron un faro de esperanza desde el golpe militar, esas que no se cansaron en dictadura, no se cansaron en democracia y ojalá no se cansen nunca, vinieron a este lugar, a tomar posesión, abrir, quizás a romper el candado del portón y dejar entrar la luz, la luz del pueblo, la luz de la memoria a este lugar de oscuridad.

La vida sigue, todavía estamos muy lejos de una sociedad de derechos humanos. Esta no es una batalla sólo nuestra, es un cambio para resistir la violencia dentro de cada uno, al mismo tiempo que intentamos modificar las condiciones sociales violentas. Pero es también un compromiso, para dar esta lucha respetando los derechos humanos de otros, aunque ellos los infrinjan. Hasta llegar a una nación universal verdaderamente humana. Muchas Gracias.»