Avanzando hacia el este desde Quito se llega a Tena, puerta de entrada a la Amazonía ecuatoriana, por donde pasa el río Napo, afluente del río Amazonas.
En este territorio se han otorgado más de 160 concesiones mineras, equivalentes a más de 30 mil hectáreas; la mayoría están en manos de TerraEarth Resources, una empresa ecuatoriana con capital chino. En respuesta a la violación de los derechos de la naturaleza, diversos colectivos ecologistas y organizaciones de pueblos indígenas luchan por la defensa de la tierra y del río y contra la contaminación ambiental provocada por actividades extractivistas.
Desde febrero de 2020 están activos el colectivo Napo Resiste, que trabaja para crear conciencia entre la población de la zona, y Napo Amalavida que monitorea las actividades extractivas poniendo a disposición diversas habilidades y profesionales (arquitectos, científicos, abogados, comunicadores, etc.). El objetivo de las organizaciones es promover acciones que respeten los derechos humanos y la naturaleza, contribuyan al buen vivir, concienticen a la comunidad, denuncien las actividades ilegales y legales de las minas. Además, subrayan que incluso las empresas que han obtenido la concesión son ilegales porque no respetan requisitos importantes, como no utilizar agua de río y cumplir el artículo 57 de la Constitución que establece la consulta previa, libre e informada.
Aquí está activa la primera «guardia indígena femenina», formada exclusivamente por 35 mujeres pertenecientes a la comunidad kichwa, que defienden el bosque de los ataques de las empresas mineras. Los defensores se llaman Yuturi Warmi, nombre inspirado en un tipo de hormiga (“conga” o “yuturi”) que es de gran tamaño y ataca cuando se siente amenazada en su entorno.
Texto: Davoli Chiara, De Rosa Francesca, Natella Lorenzo
Fotografías: Chiara Davoli
Caravana de Activistas de Roma