Por J. Ignacio «Iñaki» Chaves G.
Han vuelto los de antes, los que no se habían ido, los que estaban agazapados ante el avance del progresismo de Gustavo, Francia y el Pacto Histórico
Ya saben eso de que la estadística todo lo puede y que el color del cristal de nuestras gafas determina cómo vemos la realidad que nos rodea.
En las elecciones regionales de 2023 en Colombia se ha nublado la visión política y la realidad es hoy un poco más triste. Porque han vuelto los de antes, los que no se habían ido, los que estaban agazapados ante el avance del progresismo de Gustavo, Francia y el Pacto Histórico.
En las elecciones regionales llevadas a cabo en Colombia el pasado domingo 29 de octubre, los resultados pueden tener, como casi siempre, múltiples lecturas. Pero la primera de ellas no es, como se regodean en resaltar los medios godos y las clases burguesas tradicionales, la ´derrota` de Petro. Lo más destacado y triste es que las y los votantes, en su mayoría, han dado la espalda a los avances porque les puede la impaciencia, y no entienden que los cambios requieren tiempo, y porque se les sale el (la) facho (a) que llevan dentro.
En Colombia, rige aquello de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. A lo bueno, o si quieren a lo distinto, a lo novedoso, a lo no clásico, no se le da la opción de demostrar que se pueden hacer las cosas de otra manera, que hay lugar para la ilusión, para la juntanza, para la sabrosura y para la justicia social; pero a lo malo, malísimo, y que en doscientos años nunca ha hecho nada más que agrandar las brechas sociales y las violencias, las directas y las simbólicas, se le perdona todo. Así son y así somos, ignorantes y olvidadizos.
Según datos de la Registraduría General del Estado Civil, en los comicios regionales se elegían 1.102 alcaldes, 32 gobernadores, 12.072 concejales, 418 diputados y 6.885 ediles, para el periodo 2024-2027. En las cifras resultantes, los partidos y candidatas y candidatos que siguen la estela del actual presidente y sus políticas no han salido muy bien parados.
Los votos recogidos por la coalición Pacto Histórico en Bogotá, de la que forma parte el actual presidente de la República y que le llevó en 2022 hasta el palacio de Nariño, han disminuido, pero no ha perdido tanto como quieren hacer ver pese a que la derecha, la extrema y la otra, han aumentado el número de sus votos. El propio cabeza de lista, Gustavo Bolívar, reconocía que los resultados no han sido los esperados y los interpreta como un ´voto de castigo` por la política nacional del presidente Petro.
Pero sería bueno hacer otra lectura y ´corregir` a algunos medios y profesionales de la prensa que le asestan una dura derrota y señalar algunos ´detalles` que cambian la perspectiva.
El primero sería que el Pacto Histórico surgió en 2021, por lo que se presentaba por primera vez como tal y no estaba representado anteriormente en alcaldías, concejos y departamentos. Esa bisoñez hace que, pese a haber convencido en las pasadas legislativas y presidenciales con su proyecto, todavía no cuenten con una estructura organizativa suficientemente potente y engrasada para enfrentar las maquinarias políticas tradicionales, sean de partidos o de familias, que controlan el poder electoral en los territorios. La fragmentación interna y los intereses personales de algunos de sus miembros también hicieron su parte para dar unos resultados desfavorables.
En Bogotá, las 3.124.296 papeletas depositadas (51,97 % del total potencial) se repartieron de manera muy desigual entre los nueve candidatos (todos hombres, dicho sea de paso). Bolívar obtuvo 571.591 votos (18,71 %) por los 614.233 del aspirante del uribismo y los 1.497.596 del líder del Nuevo Liberalismo que será el próximo alcalde a partir del primero de enero de 2024 y que para nada promueve el liberalismo progresista que encarnaba su asesinado padre y que le ha servido de bandera.
Para el Concejo de la capital colombiana se presentaban quince partidos y se registraron 2.937.490 sufragios (49,47 % del total posible) que dieron como resultado el triunfo de la Alianza Verde con 419.884 votos (15,01 5), frente a los 401.187 (14,34 %) del partido del futuro alcalde y los 376.733 (13,46 %) de la coalición del Pacto Histórico que le supondrá un total de siete concejales. Por lo que las diferencias no fueron tan grandes.
También hay que mencionar que el peculiar sistema político colombiano permite que en unas mismas elecciones se puedan presentar listas abiertas y cerradas. Mientras que el resto de los partidos presentaban listas con los nombres de sus candidatos, el Pacto Histórico presentaba listas cerradas y se marcaba tan solo el nombre de la coalición.
Por último, y no menos importante, que se suele confundir qué se vota en las elecciones regionales y locales. En éstas no se debería aplaudir o desaprobar la política nacional, sino juzgar la actividad cercana y en la que es más necesario si cabe luchar contra la maquinaria electoral tradicional y contra la corrupción y las malas prácticas que lastran la vida social colombiana.
Tal vez sería bueno dejar un aviso para navegantes: si de verdad quieren transformar el panorama patrio colombiano, no den la espalda al cambio y enfrenten todos esos fantasmas políticos que se disfrazan, pero que siguen siendo los mismos de siempre. Que no se nos nuble la visión política y sigamos apostando por la paz y por una “Colombia, potencia mundial de la vida”.